Mañana es lunes de elecciones en la Asociación de la Prensa de Jerez. La convocatoria en la sede de Diego Fernández Herrera, toda vez que a un ex-presidente no se le debiera escapar ninguna improcedencia en vísperas del encuentro con las urnas, ha pasado de puntillas entre mis posts. Y así ha sido premeditadamente. Nunca por falta de saber qué creo que necesita la APJ como que le sobraba parte de lo que venía teniendo de un tiempo a esta parte. Tampoco por falta de valentía a la hora de pronunciarme. A quién le importa, a estas alturas de la película, qué enemigos puede uno hacer con cualquier cosa que escriba. Pero era menester que algunos silencios aportaran cordura enmedio de un patio que nos ha hecho escaparate de las incomposturas de quien se terciara en cada momento.
Hoy toca reflexión. Y eso hago, y no proselitismo de ninguna de las opciones, cuando confirmo mis posiciones al respecto de lo que me toca ante la tesitura de marras. O Pepa (Josefa Pacheco, La Voz) o Pepe (José Contreras, El Economista). O 'Más que palabras' o 'Por el futuro del periodismo', que ésos han sido los respectivos lemas. O la frescura de una candidatura joven o la experiencia del otro equipo. Dos opciones pugnando. Quién se lo iba a decir a aquel Pomar que tuvo la Asociación aletargada en una bolsa de papeles en su casa o a Andrés Luis Cañadas que encabezó la revitalización de inicios de los noventa o a Juan Carlos Holgado que le sucedió o el recordado José Manuel Ruiz Infante o a Pepe Sánchez -bueno a él casi sí- o a un tal Gabriel Álvarez o incluso a Eva Nicasio.
Los que fuimos presidentes porque tocaba, porque no había otro, porque convenía no volver a la bolsa de documentos en el rincón de un domicilio particular, podemos congratularnos de que las cosas hayan cambiado. Pero es verdad que ni pasamos aún del centenar de asociados ni hemos convencido aún a la Diputación de que las tres asociaciones tenemos iguales derechos a los medios que la institución provincial tenga para las organizaciones profesionales de periodistas ni hemos conseguido mayor dignidad para los nuestros pese a que, unos más que otros, hemos disfrutado de la independencia necesaria y la valentía suficiente para elevar la voz contra quien tocase. Y ante esto último conviene que cada cual haga su propio balance personal. Y que sea honesto para reconocer lo que deba.
Y ahora... ¿qué es lo que merecemos para los próximos cuatro años? Pues yo diría que limpieza de intenciones, generosidad en el esfuerzo y la capacidad de generar el mayor número posible de pequeñas aportaciones formativas, sociales u otros servicios como para que todos pensemos que no nos hemos equivocado cuando mañana depositemos la papeleta que corresponda. Afortunadamente, creo, las dos opciones han dado la cara con sus bazas. Y hasta la semana de retraso ha contribuido a hacernos ganar aún más claridad. Estoy convencido. Ése ha sido, y no otro respecto a estas elecciones de la Asociación de la Prensa de Jerez, el regalo que nos ha hecho Juan Andrés García Rincón, el entrañable compañero recién fallecido y despedido hace ahora una semana.
Yo hice por su inclusión en la junta directiva en la que aún era secretario general. Yo lo llevé al equipo que presidí durante cuatro años. Y enmedio de otros intentos de señalar cuál era su opinión ante estas elecciones no correré el mismo riesgo que otros. Pero aseguraría que, conociéndolo, sé qué pensaba aunque hacía tiempo que no hablaba con él. Y, a resultas de ello, si su marcha hubiera tenido algún sentido de cara al futuro de la APJ no sería otro que el de hacernos ganar una semana para descubrir mejor de qué va cada cuál. No creo que quisiera que se dieran la mano ambas candidaturas y, en el mejor de los casos, lo único que procede es, en su memoria, completar un relevo digno que, además, siente en la presidencia a la opción más honrada y comprometida con la profesión y los compañeros. Que así sea.
Hoy toca reflexión. Y eso hago, y no proselitismo de ninguna de las opciones, cuando confirmo mis posiciones al respecto de lo que me toca ante la tesitura de marras. O Pepa (Josefa Pacheco, La Voz) o Pepe (José Contreras, El Economista). O 'Más que palabras' o 'Por el futuro del periodismo', que ésos han sido los respectivos lemas. O la frescura de una candidatura joven o la experiencia del otro equipo. Dos opciones pugnando. Quién se lo iba a decir a aquel Pomar que tuvo la Asociación aletargada en una bolsa de papeles en su casa o a Andrés Luis Cañadas que encabezó la revitalización de inicios de los noventa o a Juan Carlos Holgado que le sucedió o el recordado José Manuel Ruiz Infante o a Pepe Sánchez -bueno a él casi sí- o a un tal Gabriel Álvarez o incluso a Eva Nicasio.
Los que fuimos presidentes porque tocaba, porque no había otro, porque convenía no volver a la bolsa de documentos en el rincón de un domicilio particular, podemos congratularnos de que las cosas hayan cambiado. Pero es verdad que ni pasamos aún del centenar de asociados ni hemos convencido aún a la Diputación de que las tres asociaciones tenemos iguales derechos a los medios que la institución provincial tenga para las organizaciones profesionales de periodistas ni hemos conseguido mayor dignidad para los nuestros pese a que, unos más que otros, hemos disfrutado de la independencia necesaria y la valentía suficiente para elevar la voz contra quien tocase. Y ante esto último conviene que cada cual haga su propio balance personal. Y que sea honesto para reconocer lo que deba.
Y ahora... ¿qué es lo que merecemos para los próximos cuatro años? Pues yo diría que limpieza de intenciones, generosidad en el esfuerzo y la capacidad de generar el mayor número posible de pequeñas aportaciones formativas, sociales u otros servicios como para que todos pensemos que no nos hemos equivocado cuando mañana depositemos la papeleta que corresponda. Afortunadamente, creo, las dos opciones han dado la cara con sus bazas. Y hasta la semana de retraso ha contribuido a hacernos ganar aún más claridad. Estoy convencido. Ése ha sido, y no otro respecto a estas elecciones de la Asociación de la Prensa de Jerez, el regalo que nos ha hecho Juan Andrés García Rincón, el entrañable compañero recién fallecido y despedido hace ahora una semana.
Yo hice por su inclusión en la junta directiva en la que aún era secretario general. Yo lo llevé al equipo que presidí durante cuatro años. Y enmedio de otros intentos de señalar cuál era su opinión ante estas elecciones no correré el mismo riesgo que otros. Pero aseguraría que, conociéndolo, sé qué pensaba aunque hacía tiempo que no hablaba con él. Y, a resultas de ello, si su marcha hubiera tenido algún sentido de cara al futuro de la APJ no sería otro que el de hacernos ganar una semana para descubrir mejor de qué va cada cuál. No creo que quisiera que se dieran la mano ambas candidaturas y, en el mejor de los casos, lo único que procede es, en su memoria, completar un relevo digno que, además, siente en la presidencia a la opción más honrada y comprometida con la profesión y los compañeros. Que así sea.
Que así sea Gabriel, que así sea.
ResponderEliminarUn beso amigo.