lunes, 15 de mayo de 2023

Cuando escucho a un político

Sucumbo a la tentación de no apartarme más de fechas tan dadas a escucharlos. Pero es ahora cuando el escaparate invita, y de qué modo, a no dejar pasar la ocasión. 

Lo cierto es que, cuando escucho a un político, se me cubre la credulidad de antaño de un velo áspero y tupido que rasca, lo sé, pero previene. Pobre de él/ella. Eso me digo a veces.

Unos son más creíbles. Otros pueden contar con cierto afecto por mi parte. Y los hay que me parecen detestables desde mi limitado criterio. Todos son lo mejor que pueden.

Y he de asegurar que ponerme ahora con ello no es, palabra de Gaby, más que sumar mis propios desatinos a aquellos que escucho estos días junto a no pocos aciertos.

¿Se cree eso que está afirmando ahora? Me pregunto. ¿Cree que aquello que está prometiendo convence más allá de ese círculo cercano que sonríe, asiente o incluso aplaude?

He visto grandes triunfos, enormes batacazos, vidas fundidas en empeños pequeñitos convertidos en repechos irremediablemente expuestos. Y también quien supo quedarse.

Los miro con más compresión de la que parezcan destilar estas palabras. Los escucho convencido de mi propio pensamiento al respecto. Los contemplo con cachaza.

Pero son necesarios. Cuando dicen que la Democracia sólo es el menos malo de los sistemas se olvida añadir que ellos y ellas también han de ser aceptados tal como llegan.

Sea lo que sea aquello que las urnas hayan dicho al llegar la noche del 28M, seguirán ahí. Y, en lo personal, no son necesariamente mejores los ganadores que los perdedores.

A todos aliento ahora. Palmadas en la espalda por docquier. Pero a ninguno arriendo las ganancias. Ni siquiera a los que esa noche digan más justificadamente: "Hemos ganado".

lunes, 1 de mayo de 2023

Buitres de poliester y nylon

Es difícil hacerse a la idea. Es difícil de hecho acometer la aventura cuando, durante la semana que culmina en el vuelo vivido este domingo, se han estrellado dos practicantes de este deporte: uno en Algodonales contra el asfalto y otro en el pantano de Bornos.

Pero, ¿no es volar, y hacerlo en las condiciones más parecidas a cómo lo hacen las aves, el más quimérico sueño que siempre tuvo el ser humano? Pues avión comercial, ultraligero, avioneta Cessna, helicóptero de la DGT o globo, todo ello ya vivido, no era suficiente.

En efecto, hemos hecho parapente y, cumpliendo otro sueño, descubrimos que volar acompañado por los buitres en la Sierra de Líjar nos acerca aún más a la experiencia de la libertad de movimientos sólo sujeta al criterio de las bolsas térmicas de aire y los vientos.

Subir con las primeras tras el esfuerzo necesario para alcanzar la adecuada que nos lleve a los 1.500 metros de altitud y quedar sometidos a los vientos que, ora del Este ora del Norte, te hacen cambiar de rampa de despegue es un ejercicio sorprendente.

Antonio y Adrián son avezados instructores. Parapentes Biplaza, la empresa con la que hemos vivido la experiencia. La charla en la mesa del merendero de la pista de lanzamiento, entre indicaciones serías, bromas y experiencias vividas por ellos, enriquece.

Luego, arnés y casco puesto, es tremendo correr hacia el precipicio confiados en que el parapente se elevara como debe. Ellos conocen la potencialidad de las condiciones meteorológicas. Pero no impide que lo primero que se ponga por las nubes sea la adrenalina.

A partir de ahí, a una hora llegó mi vuelo. Y ello gozado en la compañía de buitres que aprovechaban las mismas condiciones y que se han criado sabiendo de esos compañeros de poliester y nylon. No en balde se vuela en Algodonales desde los años setenta.

Y, tras despegar desde la cara norte de Líjar, tenemos a la vista, primero, La Muela, Coripe, Montellano y Villamartín y, más tarde, los más lejanos Gibalbín y Bornos o, una vez girados hacia la cara de Levante, Zahara, el pantano, El Gastor y Algodonales a nuestros pies.

Unos veinte parapentes volaban esta tarde de domingo componiendo, bajo códigos que sólo apreciamos una vez arriba, una hermosa coreografía en la que ellos, los buitres, fueron compañeros leales. Me quedo corto en el relato. Me quedo largo en las ganas de repetir.

domingo, 9 de abril de 2023

El Reino de los Cielos

Orlando Bloom, Eva Green, Jeremy Irons, Liam Neeson... Esta tarde me llevan todos a Jerusalén y, a decir verdad, que un Domingo de Resurrección te topes con 'El Reino de los Cielos' no debe ser una casualidad. 

Quizá tampoco lo sea que una película que propone ciertos valores desde un sentido especial de la justicia en medio de tal tensión proponga, aún localizada en tiempo de Cruzadas, una mejor relación entre religiones.

"En oriente lo único que separa a una persona de otra es la luz", dice la reina Sibila a Balian, hijo ilegítimo de un caballero que terminará convirtiéndose en el más heroico y honorable de los caballeros en Jerusalén.

Proteger a su pueblo de las fuerzas opresoras durante las Cruzadas es el propósito de la tormentosa singladura hasta Tierra Santa desde el Estrecho de Messina. Todo lo demás hay que verlo en la cinta de Ridley Scott.

Sólo añadiré que cuando, por muchas cruces que se enarbolen, no parece hallarse en aquellos lares el Reino que da título a la peli resulta fácil entender que al mundo que todos queremos han de sumar todos.

Saladino y Balduino IV de Jerusalén 'el rey leproso' pactando la justicia contra Reinaldo de Chatillon y sus tropelías cruzadas son la viva estampa de una sensatez en las relaciones internacionales aún pendiente hoy.

Siempre habrá quien diga aquello de "acabemos con los enemigos de Dios", sin percatarse que ellos mismos también lo son para el de alguien. Así se ha escrito la Historia casi siempre. Y así nos suele ir.

Segovia, Huesca, Sevilla y Ávila 'fueron' la Francia del XII cuando se rodó hace ya 18 años. Marrakech, Tierra Santa. Acción de la buena sin más protagonismos que los valores, con mayor o menor exactitud histórica.

martes, 10 de enero de 2023

Ser para compartir

Consultaba su reloj y sonreía. Sentado solo, en aquella mesa en el bosque, aquel personaje esbozaba la esperanza cierta de una posibilidad incierta: que la espera no fuera en balde. Así fue como me detuve sintiendo en mi blog el momento que tocaba.

Dos meses después y rompiendo un silencio que se descubriría provechoso, leí aquel 'Renacer para ser'. Era otra bitácora aquella que me ofrecía como regalo una entrada para mí. Sólo para mí, siendo para ella. Así pues, ésta solo es para ella, siendo para mí.

Ya no es aquel del sombrero, el melancólico de la incierta espera. Ahora es el que luce el reloj que solo marca el presente. Ése que ves. Ése que llegó en unas fechas navideñas memorables. Y, por ello, retomo hoy. Pero no desde aquel (el de mi blog) sino desde aquella.

Ambos crecemos para ser. Ambos crecemos siendo más nosotros mismos compartiendo. Y la edificación memorable que se eleva desde semejante compromiso es logia que abre sus arcadas hacia el futuro sin vivir más que el ahora. Es para ti. Y para mí. Es para ambos.

viernes, 28 de octubre de 2022

La espera

En el lugar de la espera
luce tímido mi sol.
Pero ahora es lo mejor
y, si el aire se atempera,
que salga por Antequera
en la sólida esperanza.
Que si tarda no me cansa,
que mantengo la ilusión,
que el dolor de corazón
se calma en esta bonanza.

viernes, 14 de octubre de 2022

El vacío

Rara sensación la del vacío. Corres, llenas, abarcas, produces, enloqueces, tomas decisiones pronto para dejar sitio en la cabeza a las debilitadas neuronas de un casi sesentón que ha de seguir decidiendo cosas, te autoconvences que hay que apretar los dientes y tirar hacia adelante. Y, de pronto, el vacío.

Y no te vale ninguna experiencia que hayas conocido. Nada te salva del marasmo. No hay remedio ni alivio ni bálsamo ni ungüentos mágicos. Apenas una respuesta: sus manos. Su energía es todo. Sobre todo las tardes de los viernes, tan llenos siempre de trampas mortales. De asedios más que de desafíos.

Sus manos llenan mi vacío de modo que casi no me entero de suyo que éste había llegado. Ella presurosa, habiendo aprendido bien esa lectura de mis ojos que yo necesito no verbalizar. Ella sabe. Sus manos conocen el camino. Fue un milagro su aparición en escena, su generosidad tan anchurosa.

'Semper itinere' pregona ese lema en el que anclo mis incentivos. Pero, ¿qué hay si sus pasos no siguen los míos? El vacío. Allá donde están tus manos, Carmen de mi vida; allá donde está tu alma, amor; allá... Allá se queda siempre mi corazón dolorido. Más aún si es viernes tarde y la semana atentó contra mí.

domingo, 9 de octubre de 2022

A mí la belleza!

Escucho entregado a Amancio Prada mientras escribo lo que lees. Su voz es limpia, queda y suficiente para evocar el sentido de la belleza. Si encima añadimos las letras de los poemas de Rosalía de Castro o San Juan de la Cruz ya entramos en el ámbito de lo indescriptible.

La estética de su sonido radica pues en la verdad de su tono y en el de los asertos de lo que nos canta y nos cuenta. Eleva el alma y eso es bueno. Pero es la belleza el escaparate de tanta verdad como disfruto, de su mano, este día de inconfundibles ecos platónicos.

El fin de semana vino así. Y el rato dominical es hijo de la lección inaugural del curso del Seminario que viví ayer. ¿Su ponente? Manuel Palma, decano de la Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla, a la que quedan adscritos ahora los institutos diocesanos asidonense.

Alguno de los presentes se perdieron durante su exposición y yo, que también lo hice, me enganché a ella lo suficiente como para prometerme que, en cuanto se publique como me dijeron que ocurriría, la leería y reelería. Necesito escudriñar aquello escuchado.

No en balde belleza necesito ante tanta aberración presente. Imperan ideas pero los imperios me desaniman por sistema. La fealdad emana de dentro y su resultado no depende de las formas sino de la verdad y la bondad que faltan. Los tiempos no son gratos. Ni gratis.

El caso es que como, quizá, ninguno lo fue acaso no nos quepa sino aferrarnos a trazos de belleza como los que me dicta Prada al oído o Galdós al que sigo leyendo. Quizá luego aparezca la pintura de El Bosco o el cine de... Qué sé yo, pero a mí la belleza, please.