viernes, 10 de abril de 2009

Oración dominica, luto procesional en el Huerto


Su costumbre de descubrirse del antifaz negro si me veía desde las filas dominicas me dejó ayer ante una carencia desconsolada. Esa ausencia fue la expresión, en el cortejo, del homenaje a Manolito Mesa en el que se convirtió todo en la Oración en el Huerto desde la misma mañana. Un Jueves Santo sin la papeleta de sitio número 1 de la cofradía. Éso se vivió en el convento de la Alameda de Cristina a la luz del fallecimiento, hace unos meses, del entrañable cofrade. Y con ello hubo que bregar en una estación de penitencia cuyos lutos tenían identidad claramente identificada desde las aceras.
La Hermandad le dejó hueco, en la organización de cofradía, a aquél al que se echa en falta y al que se prometió por siempre ese sitio que él soñaba. Y con naturalidad, la misma del recordado, se echó a la calle con aire de corporación sugerente. La de más corta ida al Palquillo de la Carrera Oficial, que tiene en la misma puerta de su casa, hizo de las calles de Jerez un Getsemaní de naranjos entre los que un sólo olivo señalaba el punto de atención pretendido. El rezo del Señor de los ojos desencajados trasladó, particularmente expresivo por las gubias de Juan Luis Vasallo, la tensión del momento.
La Caridad tocaba tras el paso. Manolo Ballesteros dirigía a sus costaleros. Y las trazas de un movimiento atractivo completó el entorno del paso de misterio que diera premios a Manuel Guzmán Bejarano. La tarde estaba bonita y las mantillas del Jueves Santo solemnizaban aún más el momento. Accedió a Larga y, camino de la Catedral, puso marco en las calles del centro al momento de la confortación del ángel, también de Vasallo, que hace contrapunto sobre el canasto. Barroquismo y neoclasicismo, dramatismo y serenidad, tortura y paz salidos de una misma gubia para contradicción ante el espectador.
Las golondrinas en que se convierten por su recorrido los nazarenos de la Oración en el Huerto, negro y blanco dominico revistiéndoles las ganas de estación, se reunieron ayer en cifra similar a estos años atrás constituyendo antesala también del paso de palio de Nuestra Señora de la Confortación. A la llegada del manto de Juanelo, que un año más la recubría, a la altura en la que se contemplara la cofradía el aroma dejado por la Hermandad avisaría del gusto cofradiero en el que ha desembocado, pasados los siglos, aquella institución creada, al parecer, por los genoveses del jerezano siglo XVI.
La Banda de la Fundación Alcalde Zoilo Ruiz-Mateos pondría marchas a las plantas de María Santísima. No faltaron las obras de Miralles que compusiera para esta cofradía. Y si 'Oración en el Huerto' o 'Virgen de la Confortación' pudieron ser escuchadas no es menos cierto que otras muchas, en un repertorio a la altura de lo que desde Santo Domingo se demanda, dieron banda sonora a la película de una jornada muy agradable que apunta a que podrá completarse una Semana Santa preciosa por lo que al tiempo se refiere.
Apenas sin estrenos en la calle, no en balde lo principal se quedaba en casa al tratarse de una saya y un manto de camarín, el gozo de una estación completada con bien y tras lucimiento ante la mucha gente presente ayer a lo largo de su itinerario se convertiría, cuando la cofradía se recogía alcalzando los albores de la Noche de Jesús, en el mejor rédito posible.
(La Voz, Viernes Santo, 10-04-09)

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