Otro grande que se nos va. Ignacio Muñoz Benítez era pequeño de estatura pero, pese a todo, su talla, enorme en su condición personal, excedía con mucho de la media de cuanto uno va encontrándose por ahí. Era mi percepción de él. Y aunque nunca fue demasiado el trato que tuvimos sí es cierto que me resultó rociero entrañable y entusiasmado, especialmente comprometido desde sus responsabilidades en la junta de gobierno de la Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Jerez.
Asimismo, se trataba de una persona especialmente efectivo en su labor profesional, en la que lo conocí cuando, al frente de una importante parcela de la empresa municipal Aguas de Jerez, nos llegó la ocasión de tener en común la puesta en marcha del Concurso Escolar de Dibujo Ecológico que sigue organizando hoy en día Cope-Jerez, que el pasado sábado clausuramos en su décimo quinta edición y que fueron muchos los años en los que se contó con la compañía de Ajemsa en su aliento.
Llevaba ya tiempo sin verlo. Sabía de él por quienes podían darme noticias sobre cómo llevaba su larga enfermedad. Y ya me advertían, desde hace tiempo, de la verdad de una situación que no desencadenaría sino en esa pérdida que, pese a todo, nos ha sorprendido esta misma mañana. Las últimas noticias las tuve por su primo Rafael Mateos Benítez, quien siendo hermano mayor de los rocieros jerezanos lo llamó para convertirse en secretario en su momento. Aún lo recuerdo a hombros de otros rocieros sosteniendo el simpecado.
La mención de éste en su Pregón del Rocío del pasado viernes lo hizo presente en La Concha. Ya hubiera querido Rafael que Ignacio le acompañara en tan importante momento. Pero eso era imposible. Por ello le llevó, días antes, una grabación para que, en el lecho del dolor, las vísperas gloriosas que quedaban pregonadas le fueran conveniente alivio. Le dio tiempo de escucharlo y, aprovechando que estamos en semana de papeletas de sitio en la calle Chancillería, él sacó la suya hacia las Marismas Azules. Descanse en paz.
Asimismo, se trataba de una persona especialmente efectivo en su labor profesional, en la que lo conocí cuando, al frente de una importante parcela de la empresa municipal Aguas de Jerez, nos llegó la ocasión de tener en común la puesta en marcha del Concurso Escolar de Dibujo Ecológico que sigue organizando hoy en día Cope-Jerez, que el pasado sábado clausuramos en su décimo quinta edición y que fueron muchos los años en los que se contó con la compañía de Ajemsa en su aliento.
Llevaba ya tiempo sin verlo. Sabía de él por quienes podían darme noticias sobre cómo llevaba su larga enfermedad. Y ya me advertían, desde hace tiempo, de la verdad de una situación que no desencadenaría sino en esa pérdida que, pese a todo, nos ha sorprendido esta misma mañana. Las últimas noticias las tuve por su primo Rafael Mateos Benítez, quien siendo hermano mayor de los rocieros jerezanos lo llamó para convertirse en secretario en su momento. Aún lo recuerdo a hombros de otros rocieros sosteniendo el simpecado.
La mención de éste en su Pregón del Rocío del pasado viernes lo hizo presente en La Concha. Ya hubiera querido Rafael que Ignacio le acompañara en tan importante momento. Pero eso era imposible. Por ello le llevó, días antes, una grabación para que, en el lecho del dolor, las vísperas gloriosas que quedaban pregonadas le fueran conveniente alivio. Le dio tiempo de escucharlo y, aprovechando que estamos en semana de papeletas de sitio en la calle Chancillería, él sacó la suya hacia las Marismas Azules. Descanse en paz.