sábado, 31 de agosto de 2019

Sinsabores, regustos y trazas

Son sinsabores de un sábado histórico, regustos maltraídos, trazas generadas por esa imperdonable condición del ser humano que se desmemoria en un manifiesto ejercicio de desequilibrio valorativo, un "allá tú" que apenas será resarcido aunque consigas encontrar en el propio fondo de armario los hechos incontestables que desarmarían la actitud injusta. Todo eso es.

No consta invitación en el cajón de mis cosas importantes, ni la encuentro tampoco en ninguno de los otros. Los cambios vitales en los que te da miedo entrar, por si localizáramos entre sus causas verdades inesperadas que cuestionen los asertos de convicciones no reflexionadas, no borran de un plumazo todo lo que, en favor de tus olvidos, se sumó también al marasmo.

Y ahora y en la hora del preeminente fasto no conviene hacerlo. Explotaría la pompa y quitaría brillos al boato. Garantizaría caras poco festivas. Es lo más fácil. Lo entiendo. Sea ése mi regalo. Sea ésa una nueva generosa aportación a las muchas que en veintisiete años se han conocido. Sea en nombre de la paternidad más responsable: la que sufrió, aguantó y luego legó felicidades.

Borrados fueron sin embargo aquellos brazos que te sostuvieron, aquel 'sin fin' de horas laborales para el sustento, borradas las causas del desarraigo que me convirtieron en visitante de un lugar mal llamado hogar y también las soledades atesoradas cuando una salida al encuentro de la sangre (recuerdas?) hubiera sido apenas ínfima parte de la gratitud esperada.

Te casas. Sé feliz. Pero déjame, con cargo también al regalo, que sume este consejo que te dejo: ahora que comienza tu aprendizaje sobre qué es y qué debe ser una relación matrimonial, jamás olvides que nunca tendrás garantías de cuál sea el destino final del camino que inicias. Amparo creerás tener ante toda situación. Consuelo faltará, sin embargo, a la hora de la hecatombe.

Queden para siempre entre tus posesiones más recordadas del momento las fotos y, en los repasos que les darás especialmente al principio, las constancias que ellas ofrezcan. Para ti serán presencias y ausencias. A mí siempre me quedará ésta que ilustra mis palabras y que enarbolo con todo el cariño de un padre que fue como pudo. No más imperfecto que tú necesariamente. Sé feliz!

martes, 27 de agosto de 2019

Letanías de mi vida

Espejo de mi alma, busca en mí la tuya.
Escuchadora fiel, ruega por mis palabras.
Conversadora profunda, alimenta mis oídos.
Torre de altas miras, eleva mis ojos.
Casa de mi corazón, abrázalo generosa.
Puerta del optimismo, sonríe así siempre.
Salud desbordante, pese a todos los pesares. 
Refugio del desprotegido que fui, te necesito.
Consuelo del ánimo, ámame como te amo.
Bordón en el que apoyarme, sé mi reposo.
Mochila de cosas nuevas, bendito sea tu peso.
Reina de mi camino, observa mis pies cansados.
Chispa de la vida, nunca me faltes.
Con tus brillos y tus sombras, dame felicidad.
Gracias, gracias, gracias y gracias!






domingo, 25 de agosto de 2019

Entre Picadueñas y Guadabajaque

El tardío desayuno se alarga en esa rara sobremesa que no se arredra por el horario de la tostada con aceite. Todo impulso irreflexivo a correr hacia lo 'por hacer' queda anestesiado, pese a mis históricas inercias. Lo que otrora me haría saltar en la palma de la mano urgido por aquello que fuera que me alarmase retrasar, en plenas vacaciones sólo acusa que éstas se agotan y que quedan menos ocasiones para paladear de semejante modo el paisaje desde nuestra terraza de Puerta Bahía.

El último sorbo del tazón, con más café ya en el borde que en el fondo, acompaña a la mirada al horizonte, hacia el balcón en el que se encaraman las viviendas de Picadueñas. Y busco en mi imaginario la estampa que ofrecería, desde donde estoy, cuando en 1.589 ya se llamaba como se llama. Los tonos de la arboleda que salpica el caserío claman buscando aquellas sugerencias de la zona. E imagino el viejo arrabal extramuros de tiempos moros que leí a Antonio Mariscal padre en su día.

Creo que Carmen, frente a mí en la coqueta mesita presidida por el velón derretido de tulipa tan privilegiada por las vistas, no termina de adivinar qué preside mi mente. Es preciso, eso sí, saber borrar los grises del centro comercial que oculta algunas de las lomas de la campiña para continuar con el ejercicio de imaginario travelling que me traslada, recordando marismas en nuestro asiento, hacia la izquierda, donde Guadabajaque abraza residencias insospechadas ha no mucho.

Y es curioso que a mi taza aún le quede algo de ese agradable sabor cuando ya me ha dado tiempo a localizar datos al respecto en entornoajerez.com, todo un regalo fruto del gusto investigador de García Lázaro. No es fácil verse inmerso en un enclave inundado por las aguas, con esas añejas inspiraciones de navegabilidad y orientaciones y reorientaciones de arroyos y canales cada vez más sugeridos por quienes vislumbran efectos sustanciales del cambio climático.

La fresca mañana con la que comenzó el desayuno, tan plácido por dominguero como por vacacional, va templándose recordándonos que, en efecto, estamos en agosto. Y, aunque se nos va el mes sin conocer alguno de esos días que siempre han superado los cuarenta en estas fechas, ya hace calor. Llegaremos a 34º dice el tiempo.es. Sigue el Levante. Cosas del verano. Hora ya, desde luego, de recoger las cosas en la terraza de Puerta Bahía. Evocaciones históricas incluidas.



jueves, 1 de agosto de 2019

Desde la cima de agosto

Me subí al risco mirando al horizonte, con el espíritu sereno que una reflexión sin propósito inmediato genera en quien se deleita ignorando al necio que pasa por mi lado. Y fue tal el gozo que ni la tontorrona altanería, pese al eco de su vacío entre frontal y occipital, sonaba a mi lado más que a ese leve poniente de tarde de playa que hasta la piel ignora cogiendo sorprendente color.

Y pasó envuelto en su celofán político quien se atrevió a musitar sorprendentes deberes de apoyo. Y el profesional entusiasmado con sus cualidades y donaires predispuesto a que aquello se haga realidad. También pasaron los hospitales de mi alma, ésos que me pueblan y prueban mi capacidad de desvestir vanidades. Y hermanos y hermanas de camino, sangre, laboreo, pensamiento o credo.

Lo que evoco diríase una suerte de "abre la muralla, cierra la muralla" que, en función de cada talante, alcance a molestar más o menos al son del recordado alegato que uno evoca en las voces de Ana y Víctor. Pero, en el fondo, menos reivindicativo, más ninguneable, menos lesivo, más aportador para la reflexión serena y serenante que se impone, menos condicionante, más... risible?

Hoy comienza el mes octavo y, aunque hace ya unos días que disfruto de tan necesario descanso anual, quizá sea ahora cuando, porque fueron menester algunos trámites, empiezo a encontrar alguno de esos vacíos de obligaciones precisos para que el asueto campe como Dios manda. Agostar agostaré, perrearé incluso sobre sofá, arena o mis cimas de vacación y vocación.

Así es como, desde mi estival roca reflexiva, la mente se ocupa desocupando cosas que la recién aparcada ocupación deja de preocupar generando la percepción de realidad nueva que, quizá, consigamos impregne con algo más fresco de lo acostumbrado mi día a día cotidiano una vez toque regresar llegado el otoño. Desde mi cima de agosto aprendo septembrinas novedades. Al loro...


'El caminante sobre el mar de nubes', de Caspar David Fiedrich (1818)