Va llegando aquella tarde
que mencionó Juan de Yepes,
y es noche oscura que vivo
con profundidad que hiere.
La Gracia de Dios que asoma,
el caballo no sostiene
y el verano que fue sino
y tortilla que se vuelve.
Como un 'sampablo' cualquiera,
quien en la caída siente
dolores de corazón,
que los del cuerpo se esperen...
supo pronto de Cursillos
y Sacramentos que vuelven,
un padre espiritual
y un alma que reverdece.
Y la experiencia de Huerta,
monasterio cisterciense,
fue un ora et labora
de frutos que ya no mueren.
Va llegando aquella tarde,
la del examen que advierte,
al final de nuestros días,
si de amor fuimos la fuente.
Llamado a la santidad
me creo y hasta merece
mi vida que, en el amor,
tenga lo mejor con Tere.
Amor Conyugal nos une
y, en los Círculos que tiene
la Obra de Dios, mi vida
luce aquello que merece.
Así llegué al momento,
una noche de diciembre,
en que caí sin caballo
del que fuera yo jinete.
En la moto, de regreso,
el demonio se entretiene
y se cruza en mi camino
destrozando hueso y mente.
Va llegando aquella tarde.
Voy soñando que me tienes
vigilado y protegido
porque me sabes consciente.
Y aquí, varado en mi silla,
dos meses ya y los que queden,
yo te consagro el dolor
en oración y, silente,...
mi vida toda que, nueva,
se aparta del mal y siente
que soy tu obra, Señor,
y lo intento casi siempre.
Místicos en mis lecturas,
libros que saben a mieles,
honda espiritualidad,
luces y sombras crecientes.
Y el silencio, y la espera
que desesperanza vierte
a veces cuando el resquicio
deja que el malvado entre.
Pero el Señor siempre llega
a despertar el latente
compromiso ineludible
en la batalla, de frente.
Y lo hace en la Comunión
que hasta mi casa llegue,
y también en la plegaria
que en estos labios florece.
Va llegando aquella tarde,
pero sabe diferente
si, con mayor humildad,
el pecador se arrepiente.
Va llegando aquella tarde
y este sesentón se crece
en la nueva ocasión
que el Señor ya le concede.