viernes, 28 de octubre de 2022

La espera

En el lugar de la espera
luce tímido mi sol.
Pero ahora es lo mejor
y, si el aire se atempera,
que salga por Antequera
en la sólida esperanza.
Que si tarda no me cansa,
que mantengo la ilusión,
que el dolor de corazón
se calma en esta bonanza.

viernes, 14 de octubre de 2022

El vacío

Rara sensación la del vacío. Corres, llenas, abarcas, produces, enloqueces, tomas decisiones pronto para dejar sitio en la cabeza a las debilitadas neuronas de un casi sesentón que ha de seguir decidiendo cosas, te autoconvences que hay que apretar los dientes y tirar hacia adelante. Y, de pronto, el vacío.

Y no te vale ninguna experiencia que hayas conocido. Nada te salva del marasmo. No hay remedio ni alivio ni bálsamo ni ungüentos mágicos. Apenas una respuesta: sus manos. Su energía es todo. Sobre todo las tardes de los viernes, tan llenos siempre de trampas mortales. De asedios más que de desafíos.

Sus manos llenan mi vacío de modo que casi no me entero de suyo que éste había llegado. Ella presurosa, habiendo aprendido bien esa lectura de mis ojos que yo necesito no verbalizar. Ella sabe. Sus manos conocen el camino. Fue un milagro su aparición en escena, su generosidad tan anchurosa.

'Semper itinere' pregona ese lema en el que anclo mis incentivos. Pero, ¿qué hay si sus pasos no siguen los míos? El vacío. Allá donde están tus manos, Carmen de mi vida; allá donde está tu alma, amor; allá... Allá se queda siempre mi corazón dolorido. Más aún si es viernes tarde y la semana atentó contra mí.

domingo, 9 de octubre de 2022

A mí la belleza!

Escucho entregado a Amancio Prada mientras escribo lo que lees. Su voz es limpia, queda y suficiente para evocar el sentido de la belleza. Si encima añadimos las letras de los poemas de Rosalía de Castro o San Juan de la Cruz ya entramos en el ámbito de lo indescriptible.

La estética de su sonido radica pues en la verdad de su tono y en el de los asertos de lo que nos canta y nos cuenta. Eleva el alma y eso es bueno. Pero es la belleza el escaparate de tanta verdad como disfruto, de su mano, este día de inconfundibles ecos platónicos.

El fin de semana vino así. Y el rato dominical es hijo de la lección inaugural del curso del Seminario que viví ayer. ¿Su ponente? Manuel Palma, decano de la Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla, a la que quedan adscritos ahora los institutos diocesanos asidonense.

Alguno de los presentes se perdieron durante su exposición y yo, que también lo hice, me enganché a ella lo suficiente como para prometerme que, en cuanto se publique como me dijeron que ocurriría, la leería y reelería. Necesito escudriñar aquello escuchado.

No en balde belleza necesito ante tanta aberración presente. Imperan ideas pero los imperios me desaniman por sistema. La fealdad emana de dentro y su resultado no depende de las formas sino de la verdad y la bondad que faltan. Los tiempos no son gratos. Ni gratis.

El caso es que como, quizá, ninguno lo fue acaso no nos quepa sino aferrarnos a trazos de belleza como los que me dicta Prada al oído o Galdós al que sigo leyendo. Quizá luego aparezca la pintura de El Bosco o el cine de... Qué sé yo, pero a mí la belleza, please.