Huele a incienso, que aquí reconocemos con facilidad vinculado a las procesiones. Y cofrade es quien lo portará cuando las calendas nos lleven hacia los primeros días del año. Peregrina, por demás, la reencarnación de Gaspar en la próxima cabalgata de Reyes Magos tendrá botafumeiro sobre la carroza de la ofrenda que antecederá a su trono. Aún queda, pero ya perfuma.
La designación de hace unos días fragua ya en primeras fotos juntos así como el lunes en primera mesa de trabajo. Y es ahora cuando la mente de Carmen calibra en casa, como seguro en las otras que serán coronadas, la responsabilidad asumida con determinación. Domeñar emociones sin dejar de disfrutar pero asumiendo tres meses titánicos. De eso se trata, parece.
Pero dejo ahora negro sobre blanco una primera sensación debida a quien me enseñó cambios a mejor que siempre son posibles gracias a la fe en sí misma y en cuanto ha hecho siempre. En Parkinson Jerez se vibra. Que tiemblen los inasequibles a la emoción. En Las Angustias se reza. Que no falte el credo que inspira a los personajes. Y los Martín Natera son más tribu que nunca.
Los cosas están así en ésta y en otras tres casas en las que ya llegaron los Reyes Magos dejando un inesperado regalo no exento de justiprecio que poner en liza: el trabajo por aquellos que más nos necesitan en esta sociedad individualista y a ratos insolidaria que ya se prepara para dulcificar sus inercias alumbrando las esperanzas en un mundo mejor.
sábado, 28 de septiembre de 2019
viernes, 6 de septiembre de 2019
83 años de fortalezas
No me leerá. Tampoco creo que nadie le mencione estas líneas. Eso espero al menos. Permíteme que incluso te lo pida, querido lector. Mejor que así sea porque me reñiría enarbolando el carácter de aquella serrana que sigue llevando dentro. Hoy cumple 83 años y su fortaleza conmueve pese a los imponderables.
Hace ya esos años que vino al mundo Luisa, en un lugar delicioso que se llama La Iruela, a un par de kilómetros de Cazorla. No recuerda ella que aquellos tiempos de nevazos y hambruna le dibujaran paisajes tan bellos en un lugar, sin embargo, de tan notables atractivos para el turismo de naturaleza.
De niña vino a un lugar más próspero al final del curso del Guadalquivir, ese río naciente en su cuna. Pero no venía aquella pequeña a educarse, ni mucho menos a jugar. Qué más hubiera querido. Le esperaba trabajo y, aunque ama de casa desde su casamiento, ésa fue su actitud siempre.
Admiro su vocación de independencia cotidiana, pese al acumulo de achaques que le impiden la movilidad que quisiera. Le sigue costando hacerse a la nueva situación y, sinceramente, reconozco que si lo consigue dejaría de reconocer a mi madre. Aunque le deseo la felicidad que da asumir bien lo que va tocando.
Entre sus ilusiones está la recuperación alguna vez de parte de aquellas capacidades propias. Entre sus alegrías, rodearse de hijos y nietos. Las mías, entre otras muchas, son cada minuto que puedo pasar con ella, ojalá cada vez más, buscando esa botella medio llena en medio de su mar de achaques.
Mi madre cumple años y la condición que luce a medida que le van cayendo cada 6 de septiembre es ejemplo de acogida de las dificultades, con templanza y resignación. Llevo su 'nariz Leiva' y ojalá también su mirada a la vida desde el balcón de la falta de pretensiones ilusas. Aunque no me leas, felicidades mamá!
Hace ya esos años que vino al mundo Luisa, en un lugar delicioso que se llama La Iruela, a un par de kilómetros de Cazorla. No recuerda ella que aquellos tiempos de nevazos y hambruna le dibujaran paisajes tan bellos en un lugar, sin embargo, de tan notables atractivos para el turismo de naturaleza.
De niña vino a un lugar más próspero al final del curso del Guadalquivir, ese río naciente en su cuna. Pero no venía aquella pequeña a educarse, ni mucho menos a jugar. Qué más hubiera querido. Le esperaba trabajo y, aunque ama de casa desde su casamiento, ésa fue su actitud siempre.
Admiro su vocación de independencia cotidiana, pese al acumulo de achaques que le impiden la movilidad que quisiera. Le sigue costando hacerse a la nueva situación y, sinceramente, reconozco que si lo consigue dejaría de reconocer a mi madre. Aunque le deseo la felicidad que da asumir bien lo que va tocando.
Entre sus ilusiones está la recuperación alguna vez de parte de aquellas capacidades propias. Entre sus alegrías, rodearse de hijos y nietos. Las mías, entre otras muchas, son cada minuto que puedo pasar con ella, ojalá cada vez más, buscando esa botella medio llena en medio de su mar de achaques.
Mi madre cumple años y la condición que luce a medida que le van cayendo cada 6 de septiembre es ejemplo de acogida de las dificultades, con templanza y resignación. Llevo su 'nariz Leiva' y ojalá también su mirada a la vida desde el balcón de la falta de pretensiones ilusas. Aunque no me leas, felicidades mamá!
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