sábado, 9 de junio de 2012

Hacer algo por el Santísimo

Las palabras las carga el diablo. Aunque no todas, afortunadamente. Y uno, y permítaseme recurrir a las frases hechas que siempre serán mejor que las improvisadas, es siempre esclavo de las suyas. Quizá por ello, e instalado en palco de barrera desde un tiempo a esta parte y dispuesto a disfrutar del 'espectáculo' que dan otros, me permito, porque antes también yo me expuse mucho, decir, aunque solo sea de vez en cuando y por medio de este modesto blog, que paso vergüenza ajena mucho más de lo que me apetece.
Estamos en la víspera del Corpus Christi, esa fiesta anual que nunca será mejor por su oropel pero que generación tras generación se hereda la tendencia de pensar que el problema del culto al Santísimo (como si hubiese otro que no fuera que apenas existe entre muchos de los sesudos analizadores) reside en que faltan alfombras, arcos, altares, guirnaldas, campanillas, banderas, estandartes, buena música, mucha gente en la calle, bares abiertos y hasta aquellos pobres soldados que en otro tiempo escoltaron.
Una reciente intervención, por ejemplo, apelaba al reconocimiento de alguna institución que parecía ser la única que había hecho algo por el Santísimo. Creo que también anotaba quejas aquí y allí al albur de una idea de celebración que responde en cierta medida en cuanto antes señalaba. La seriedad de los postulados, engolados en un tono no falto del prepotente acento de los que se han convencido a sí mismos de que llevan una razón incontestable, venía evidenciada por la contundencia de sus palabras.
Hacer algo por el Santísimo? Como dice mi amigo Antonio Montoro, ese comprometido cofrade de la Buena Muerte y actual consejero de Sacramentales de la Unión de Hermandades (que nos dure) "malo será que el lunes después del Corpus sigamos siendo los mismos de hoy sábado". Nos urge transformarnos pero, hay Señor, preferimos seguir creyendo que somos nosotros los que tenemos que hacer algo por el Santísimo. Pobres diablos que, ni azotados por la crisis, ganamos en humildad.
No crea mi querido lector/a que soltando estas líneas que son como siempre palabra de Gaby y no doctrina ni dogma postulado desde el estrado, para eso están otros, procuro 'hacer algo por el Santísimo'. Lo escribo por mí mismo y en el ansia de encontrar, para este pobre y cansado juntaletras tan jarto de pamplinas, la evidencia de la que es única realidad destacable en esta víspera: que desde la custodia tendremos para nosotros la redención de nuestros aires de grandeza.
Alabado sea Jesús Sacramentado.

domingo, 3 de junio de 2012

Pro-orantibus

Religiosas clarisas
Mandan narices una situación que nos hace mirar hacia arriba con la impotencia de quien ya no sabe qué hacer con la prima de riesgo ni con las cifras crecientes del paro ni con la incapacidad de generar riqueza ni mucho menos con la confianza necesaria para que los pocos que dispongan de la liquidez suficiente para emprender hagan otra cosa que elegir en casa la losa bajo la que colocar la caja fuerte.
Pero mandan más narices, para mi gusto, que se nos haya olvidado para qué miramos al cielo cuando ya nos reconocemos incapaces de resolver nuestros propios problemas. Quien falla el penalti se lleva las manos a la cabeza y mira 'parriba', quien mete la pata eleva sus ojos pero apenas si sabe musitar un "macachis" y quien tiene un problema quizá se atreva a decir un "dios santo" sin mayor intención.
Hoy domingo, el de la Santísima Trinidad, es la Jornada Pro-Orantibus que propone el recuerdo por los que dedican sus días a orar por los demás. La Iglesia señala un solo día al año para rezar por los que rezan, poco para lo que hacen nuestras monjas de clausura por nosotros en medio de mayor hambre física de la que nosotros hayamos conocido aún. Pero menos haremos porque ni hoy las recordaremos.
Por ello este post tiene el sabor a las pastas y rosquillas entre las que ellas detienen su actividad para acordarse, todos los días varias veces, de nosotros, pobres mortales que no solo tenemos problemas sino que nos creemos los que peor lo llevamos. Tanto que nunca jamás pensaremos que ellas, por ejemplo, cuando se agarran a una oreja no se llegan a la otra. Pero insistiremos inconscientes: "Yo peor".
Propongo que hoy no nos atrevamos a llorar meramente nuestra lamentable situación y que cuando nos enteremos de que la prima de riesgo sube elevemos una oración por los religiosos y religiosas que rezan por nosotros, cuando volvamos a tener cifras del paro pronunciemos una por cada una de ellas y ellos y cuando nos apunten que aún nos faltan un puñado de años para salir del hoyo volvamos a rezar.
No entraba entre las medidas que proponía el dueto que formaban la Merkel y Sarkozy. Y cambiado el segundo por el tal Holland nada indica que vayan a incentivar aquello que el nuevo entiende por ir más allá de los recortes para anotar verdaderos generadores de riqueza. Pero las monjas no sabrán de alta economía. Y, con todo, sí de la creación de aquella otra riqueza que continuamos sin valorar.