martes, 18 de agosto de 2020

Negacionistas

Aún existen los que niegan la archidemostrada esfericidad de la Tierra. El holocausto nazi contra los judíos es también objeto de puesta en duda. Y es un clásico quienes sostienen que las imágenes de la llegada a la Luna son un montaje de Hollywood.

Qué nos extraña que haya quienes nieguen la existencia de la pandemia? La manifestación contra las mascarillas del otro día, ésa que defendía el supuestamente violentado derecho a respirar, ya tiene a un participante en la UCI. Tampoco lo creen. Son así.

A la salida de la radio a las tres de esta tarde y pasar junto a las terrazas de bares de Gallo Azul y Lancería he escuchado el solemne panegírico de alguien tan negacionista que daba igual si conseguía descubrir la pésima argumentación que estaba utilizando.

Tengo que reconocer que me está cansando la mascarilla. Lo aseguro. Pero tanta insensatez junta en su contra me está dando las fuerzas que a veces me faltan. Y puestos a ser negacionistas hagámoslo de la insensatez del ser humano. O eso o que caiga al fin el meteorito.

domingo, 9 de agosto de 2020

Placas para qué os quiero!

Fui niño que vivió toda la EGB bajando a diario por Lealas y Porvera para ir al cole. Lo hacía curioso leyendo placas que daban otros nombres a sendas calles. Y lo cierto es que quiénes fueran el General Sánchez Mira y el Marqués de Casa Arizón es algo por lo que reconozco que jamás me interesé.

Pero ya entonces entendí que si no liamos a la gente con más de un nombre para un mismo vial, que necesita inequívocos referentes para el correo postal o el padrón, mejor que mejor. Luego viví en un lugar cuya dirección lo mismo era María Auxiliadora, que Comedia o José León de Carranza, pero eran calles distintas.

El caso es que en cada duplicidad o triplicidad de nombres se esconde un cambio al dictado de gustos o voluble visión de un personaje sea cual fuere. Y, además, hay tantos de personalidades admirables para callejones horrorosos y otros de menor talla para avenidas y plazas que todo se relativiza.

Las calles necesitan nombre porque hay que identificarlas. Uno, y punto. Todo lo demás es convertirlas en cuadrilátero cutre de batallas ideológicas. Y bajo esa corta mirilla no queda sino acumular placas una sobre la otra. Ahora toca a los viales a nombre del Emérito. Y a mí, con respeto a todos, me parece una chorrada.

miércoles, 5 de agosto de 2020

Vacuna para el virus de la Corona

Quizá la pandemia me tiene ya lo suficientemente desquiciado. Eso ayuda a que ahora no termine de saber bien cómo reaccionar. De hecho, si lo tuviera cerca y no me pegaran dos guantazos bien dados los responsables de su seguridad, apostaría por cogerlo de las solapas y gritarle porqué destruye el mito con el que crecimos.

No tenemos motivos para declararnos monárquicos, no en balde sabemos que hay repúblicas cercanas que funcionan casi igual hoy en día. Por eso, criado en esa Transición a la que mantenemos nuestra admiración por acunar la convivencia que ha llegado hasta nuestros días, sí que me declaro juancarlista. Gestos históricos claves lo avalan.

Defenderé siempre que es padre de aportaciones más importantes para España que la mayor parte de ciertas progresías antimonarquicas en boga. Por eso, y ante éstos otros, nos deja algo huérfanos y, si somos críticos, quejosos por sus deslices, que no delitos hasta que no haya una sentencia que lo acuse de algo.

Soy además de la opinión que, si termina cayendo sobre él el peso de la Justicia, nunca olvidemos lo muy bueno que hubo a lo largo de 40 años que pacificaron un país eternamente dividido. Lástima que los que lo ponen verde (lo contrario que los que enarbolan en lema V.E.R.D.E) están apostando por la vuelta a la España maniqueista de siempre.

Pero tiene vacuna este virus de la Corona. Juan Carlos tuvo que llenarse el pecho de medallas ante la tele para controlar una situación muy comprometida. Felipe ha echado reaños tomando decisiones sobre su amado padre. Y eso merece que me descubra. Que su sensatez, prudencia y firmeza le lleven a que pierdan peso en nuestra memoria ciertos despropósitos.