Una cosa fue saber qué es la trisomía del par 21, en aquellos estudios de Magisterio que pusieron explicación genética a lo que ocurre a estas personas nunca tan comprendidas e integradas a lo largo de su historia como ahora, y otra bien distinta conocerlos, con sus nombres y sus gustos personales y sus aficiones y su entrañable trato, en aquel taller de radio.
Hoy celebramos el Día Mundial del Síndrome de Down y huyo de reflexiones al uso sobre la normalidad de las personas y los porqués de tenerlos por iguales. Todo ello sería injusto con aquellos que tanto me enseñaron. Cuantas faltas de normalidad me encuentro yo mismo en mis mil defectos y cuanta altura de miras les encuentro a diario a aquellos que conocí en Afanas y aquellos otros que he ido encontrando después en mi camino!
Por eso no les voy a felicitar en su día. Me felicito yo. Y lo hago agradeciendo a Dios que todos y cada uno de ellos me han ido dejando, y siguen regalándome en cada encuentro, una enseñanza inesperada, un ejemplo rotundo, una reflexión inquietante, una pregunta certera, una felicidad diáfana, una sonrisa abierta, un gesto sorprendente, un piropo exagerado, un brillo en los ojos, un cariño gratificante, un abrazo veraz...