Son como dos dedos índices que se yerguen, el uno frente al otro, en pleno barrio de Gueliz. Parecen mirarse cara a cara pero no son, ni mucho menos, torres gemelas. Una de ellas, el minarete de la Mezquita de l'Hivernage, forma parte del millar con que Marrakech proclama su predominante condición musulmana. La otra se corresponde con el único campanario de templo católico que hemos encontrado en la 'Ciudad Roja' de Marruecos.
Berardo, Otón, Pedro, Acursio y Adyuto fueron frailes franciscanos, muertos como mártires en Marruecos el 16 de enero de 1220. Considerados como protomártires, son venerados como santos por la Iglesia católica. Conocidos como los Mártires de Marrakech dan nombre a la iglesia católica en la que escuchamos misa este pasado viernes. Había aguja en el pajar y, por supuesto, que la encontramos esa tarde.
El polaco Zenón es el cura que presidía la Eucaristía a la que, junto a tres religiosas y cinco laicos (todos ellos de raza negra), nos sumamos hace dos tardes. Es día de intensidad islámica, y la fiesta de cada viernes llena las mezquitas de oración, las calles de fieles que van y vienen a sus templos y los enclaves más vistosos de decenas de banderas marroquíes. No parece el mejor día para ejercer de cristianos.
O quizá sí. Siempre desde el respeto y la común tolerancia. Sentirse minoría allende donde la sinfonía de almuhédanos sorprende al visitante desde los 1001 minaretes no deja de ser una experiencia que curte. Quizá ayuda a interiorizar cómo se sienten ellos, los fieles musulmanes, constituyendo la minoría que en España son. Quizá no sea comparable por alguna razón que se me escapa. Conviene pues aprender tolerancia siempre.
Lo cierto es que allí, en Gueliz, donde las dos torres se miran cara a cara desde las alturas, dos policías vigilan en la puerta de la Iglesia de los Santos Mártires. Ello no es preciso en el templo de enfrente. Claro. Y la reflexión, ya de vuelta a Jerez, me lleva a valorar todo intento de la Iglesia en esos lugares en los que no es especialmente bienvenida. Ojalá hubiéramos tenido más tiempo para conversar con Zenón y conocer cómo se lleva ello.