domingo, 12 de abril de 2009

Los problemas perdieron su papeleta de sitio


La Hermandad de Nuestra Señora de la Piedad puso colofón a las estaciones de penitencia en la Santa Iglesia Catedral y dejar en puertas el silencio de un Sábado Santo que ya atesoró vitola pascual. Y, desde la Real Capilla del Calvario, todo terminaría hablando de resurrección. Si ello es sinónimo de recuperación, también la de los formalismos horarios perdidos por razones propias y extrañas, el año pasado especialmente, fue noticia de un Viernes Santo espléndido. El Señor Yacente y la Virgen acompañada del Duelo eran, al fin, el único centro de atención de una procesión de extraordinarias reminiscencias históricas y cofradieras.
Entre las representaciones presentes en el cortejo oficial había que encontrar al Ayuntamiento tras el paso del Santo Entierro, con la alcaldesa al frente, así como ante los dieciocho ciriales de la Urna del Yacente, a una veintena larga de cofradías presentes corporativamente con guión y varas y la agrupación hospitalaria de San Juan Grande. Humildad y Paciencia, Borriquita, Transporte, Angustias, Candelaria, Amor y Sacrificio, Desconsuelo, Tres Caídas, Redención, Vera-Cruz, Mayor Dolor, Santo Crucifijo, Cinco Llagas, Yedra, Resucitado... La Viga y el Nazareno iban más atrás por razones de lazos fraternales formalizados con la Piedad.
Tampoco faltó un vicealmirante de la Armada con el Pendón de Castilla escoltado por dos sargentos evidenciando, de algún modo, la condición Real de esta cofradía así como otras presencias entre las que el Consejo Local de Hermandades y Cofradías en pleno o la propia Delegación Diocesana de Hermandades y Cofradías, en éste otro caso con algunos de sus miembros. Todo ello, ante al féretro de plata de ley, configuró trazas de solemnidad que, aunque faltaran por ejemplo una docena de cofradías, llegaba al público presente en las calles del itinerario con el mensaje de una formalidad bien constituida. A esa idea ayudaba muchísimo la puntualidad horaria.
Durante toda la tarde fue cobrando cuerpo que, en reloj, el compromiso de cumplimiento parecía una confabulación felizmente encaminada a hacer olvidar el desastroso Viernes Santo de 2008. La Exaltación lo hizo con rigor en Palquillo y Loreto nunca es un problema en este tenor. El Cristo llegaría a meterse en Carrera Oficial, para que a nadie le quedara ninguna duda de sus intenciones, hasta diez minutos antes. Y la Soledad era un suma y sigue en esta tendencia tan celebrada por todo el mundo. Pero como quiera que era la Piedad la que sufría los efectos más serios de estos retrasos de otros años, amén de sumar de su propia cosecha, ante esta cofradía se materializaba tal satisfacción.
Pepe Puerto, capataz de cofradía este año, recibía las más atentas miradas de todos. No en balde era sobre las cuadrillas de costaleros sobre las que pesaron, el año pasado, razones indiscutibles del retraso final en el Calvario. Y que había capacidad de tirar hacia adelante era una evidencia constada cuando a las dos de la madrugada la cofradía ya se encontraba en Santiago y, a treinta y cinco minutos de que llegara la hora de la recogida, sólo Taxdirt la separaba de su casa. Misión cumplida, para sorpresa de los que dudaban de la posibilidad de un Viernes Santo normal y satisfacción de todos. Y entre ellos los primeros los cofrades de la Piedad, que están de enhorabuena.
(La Voz, Domingo de Resurrección, 12-04-09)

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