domingo, 28 de diciembre de 2008

Decíamos ayer...


El nombre de Fray Luis de León rotula una calle vallisoletana que, de este modo, homenajea a este damnificado agustino y pro-hombre de las letras. Se trata, el mencionado vial urbano a su nombre, de aquél en el que existió la cárcel que castigó al religioso y profesor belmontino por las traducciones de la Biblia a lengua vulgar. Luego llegarían otros apresamientos por pamplinas similares que sólo en el marco del siglo XVI es posible comprender. Al efecto de lo que nos interesa verdaderamente, fue uno de esos esperados regresos desde prisión, para continuar su labor docente en la Universidad Pontificia de Salamanca, el que acogió la frase de marras. Dice una leyenda –con poca credibilidad, eso sí– que, pese a acabar de dejar atrás cuatro años de cárcel, lo primero que dijo el recién llegado, cuando reiniciaba sus clases, fue algo que ha pasado ha enriquecer el olimpo de las frases lapidarias: «Decíamos ayer...».Y si el ayer de Fray Luis de León olvidaba un lapsus carcelario de cinco años, el mío quiere hacer lo propio con apenas dos meses que hoy llegan a su final. Es ése el espíritu que traigo desde el momento del estreno de mi servicio en esta empresa de la comunicación. Allá donde hubiera estado los últimos dieciséis años lo hice lo mejor posible. Quise poner rigor en una parcela informativa que es ello, justamente, lo que más necesita. Y ahora mantengo mi oferta, aunque con mayor apoyo empresarial. Ustedes ganan. Y yo me alegro.La Voz Cofrade mantenida sobre el papel con el atractivo de las trazas y maneras que le son peculiares a las hermandades y sus actividades, a la Semana Santa de Jerez y sus preparativos de todo el año, es, en suma, objetivo de nuestras páginas. Y si ahora éstas son más por mor de mi llegada no es menos cierto que, de la mano de José Vegazo, ya han venido disponiendo, todos ustedes, de periodismo de altura. A Pepe llegue mi reconocimiento y gratitud por cuanto, como nunca dudé, he encontrado estos días de su mano.También desde esa perspectiva, la del fin cumplido a lo largo del tiempo que lleva este periódico con nosotros bajo la atinada dirección de Javier Benítez, no cabe sino renovar, en ese latinajo del evocado agustino (Dicebamos herterna die), que no hacemos, a partir de hoy, sino lo que ya hicimos e su momento. Reunimos ahora, sin embargo, esfuerzos fértiles desde todos los frentes. Y ello es una gran satisfacción que no he encontrado la forma de acallar hoy.
(La Voz, 26/10/2008)

Encontré a mi madre


No parece que hoy sea el mejor día para reconocer lo que me propongo. Pero me atreveré con el debido respeto a todos: nunca ha sido la Virgen del Valle una imagen que me atrayera poderosamente. Quizá el peso específico del Cristo de la Expiración fuera determinante para que María Santísima me pasara siempre más inadvertida en la popular cofradía de San Telmo. Quizá.Y he de reconocer que alguna vez dije que costaba trabajo hacerse a la idea de que una hermandad en la que la imagen de Cristo tenía tal devoción que la hiciera merecedora de la Medalla de Oro de la Ciudad difícilmente podía contar con una dolorosa coronable. Mal día hoy para reconocerlo, ¿verdad? Pero lo asumiré. Qué le voy a hacer. Y, con todo, el respeto por el anhelo de la gente de San Telmo no pudo tampoco ser más grande por mi parte.Vestida por Fernando Barea comencé a descubrirla. Lo reconozco. Era mucho más que apreciarla en esas trazas tan del gusto actual y con las que, unas imágenes más y otras menos, todas cobran una estampa distinta, particularmente sugerente. Pero al ver a la Virgen del Valle tras pasar por sus manos geniales el resultado comenzaba a arrastrarme más allá del logro puramente estético.Hoy confirmo que he descubierto a la Mujer, a la Madre, a la Señora, a la Reina. Y los traslados del pasado fin de semana me ayudaron a construir una nueva actitud, más traspasada por las sugerentes trazas que cada vez le encuentro en mayor medida. La vi aparecer por Antona de Dios y no pude evitar, el pasado sábado, abandonar el centro de la plaza de San Andrés para cruzar entre el público ante Ella.Pedí sitio bajo las andas y horquilla a mi diestra y, desde ese momento, ya no ha sido posible que me la quite de la mente. Y ello es tan verdad como la que se ha convertido en reconocimiento inicial de esta extraña columna nacida desde una experiencia real. Aquella noche hubo conversación con Ella en la puerta de Santo Domingo y ya, coronada o no, no hay otra: tengo una Madre en San Telmo.Pero es que, además, la tenemos ya coronada. Y ello es signo de nuestro amor y causa de mayor alegría aún que la que, durante estos días, me ha proporcionado el encuentro de esta Madre que me está dando mucho consuelo.
(La Voz, 02/11/2008)

Aquello de las falacias


La verdad, como ente absoluto e innegable, como valor inmutable y supremo, está en horas bajas. Y como es más recurrente y menos comprometido hablar de mi verdad o la suya... Si ambas colisionan a nadie preocupará porque, hoy en día, de puro relativismo, parece que todos lleváramos la razón. Así nos va.¿Será por ello que alguno se alarma ante el título de la charla sobre información cofrade que me llevará al ciclo del Amor el próximo día 21? ¿Será que, a luz de esta sociedad en la que tanto nos cuesta mantener vivos nuestros valores, no hay mayor temeridad que hacer asomar alguna sombra de duda al respecto de la verdad de los demás?.Tenemos cerca el engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar a alguien, como lo define la RAE. Falacias de la información cofrade es el título que di a Manolo León cuando me pidió el tema y, aunque se anuncia un título que pareciendo lo mismo no lo es en puridad, lo cierto es que no es preciso acusar a nadie para corroborarlo. Pero también se falta a la verdad, y con daño manifiesto al propio periodismo ejercido o a las hermandades protagonistas de nuestra información, cuando se pretende que nuestras páginas en papel o en internet o nuestros programas de radio o televisión son o han de ser lo que nunca debieron. Y me apetece decirlo en voz alta.«Con ese título tienes que ir a saco», me han dicho. Pero así como siempre abominé a ciertos tonos informativos en esto de las cofradías, tampoco me puedo permitir, yo mismo, soberbia alguna o crítica sobrada a la hora de abordar el estudio de aquello que me propongo. El resto... En la casa del Amor. Acudan sin miedo, no llegará la sangre a río.
(La Voz, 09/11/2008)

Descenso al canasto


Tras conversación, esta semana, con Paco Bazán se completa la convicción que venía observando de un tiempo a esta parte de que las cofradías cada vez lo hacen mejor. Y aunque no soy amigo de campanas al vuelo de autocomplacencias ligeras de reflexión lo cierto es que me gusta, además, que nuestro patrimonio caiga en manos tan diestras en la recuperación como las del querido cofrade y restaurador. Hace ya tiempo que venimos contemplando espléndidas restauraciones de imágenes que dejan muy atrás aquellos insidiosos clavos en brazos y piernas, la clara de huevo frotada sobre encarnaduras víctimas de la osadía del mayordomo, las maltratadas policromías cuajadas de esos viles repintes que gente como Bazán levantan con verdadero primor... Hace tiempo, menos mal, que cristos y dolorosas dejan de pasar los modernos calvarios del disparate restaurador.El Cristo en su día, la Esperanza de la Yedra más recientemente, Defensión, Flagelación, Remedios... Casi todo lo abordado en la última década tiene ya un aire mucho más profesional, menos bienintencionado y maltraído y más fundamentado en conocimientos específicos aplicados en estudios profundos, primero, y en actuaciones dotadas científica y artísticamente, despues. Y esto comienza a ser una alegría aunque tras repasar estas restauraciones una a una no faltara alguna pega.Pero estoy de acuerdo con Bazán en que la actuación sobre este paso de la Sagrada Cena viene a marcar otro punto y aparte. Similar o no al que hace unos años comenzó a dignificar a las imágenes por el esfuerzo restaurador de nuestras hermandades con resultados más acordes devocional y artísticamente, comenzar a hacer las cosas así tambien en los pasos es hacer descender al canasto cuanto de bueno se ha experimentado en el mundo de las imágenes. Y eso es una bendición.Queda mucho por hacer en este terreno y muchos joyas por cuidar. Y quedan empeños sustitutorios, por ejemplo, que, a “caballo grande anda o no ande”, siguen estirando el despropósito desmesuradamente. Quedan muchos pasos en el recuerdo como aquél extraordinario perdido ya para la ciudad y sobre el que tantos descubrimos el Calvario del Amor en su día. Hay que seguir trabajando pero este esfuerzo de los cofrades de la Sagrada Cena les recompensará con el seguro reconocimiento de quienes nos descubrimos ante las cosas bien hechas.
(La Voz, 16/11/2008)

Procesión del cuadro


La agenda desvela el dominguito que tenemos por delante. Unos se de peregrinación en Alcalá, otros a las plantas de Cristo Rey, algunos con actos de naturaleza eucarística...Pero no es la proliferación de convocatorias, lo aseguro, el peor de los handicaps que tienen en la parroquia del Perpetuo Socorro. Peor es plantearse que un domingo -“¿no se hizo para descansar?”, me dicen- nos levantemos a las ocho de la mañana. Y luego hay otro más que lamentar: “Si fuera la Cena la que saca su paso... ¡pero es la procesión de un cuadro!” Crudo de entender, para este amigo, que el icono le provocara tanta devoción como para madrugar.Es entonces cuando consigo abominar de la especie cofrade y sus atavismos inquebrantables. Y no es tanto la dificultad para madrugar lo que reprocho. Pero no encontrar a María en el icono como en una imagen...Hace ya un año descubrí el encanto de un rosario de la aurora sencillo en el que la tradición del rezo callejero y la juventud portando sobre sus hombros a la Virgen se daban la mano con naturalidad.Nuestra Señora del Perpetuo Socorro no es una devoción cualquiera. Esta mañana ha salido, en rosario de la aurora por Las Torres y La Coronación... Y ya aseguro que era muy temprana la hora para que la muchedumbre le saliera al encuentro.A veces, los cofrades nos negamos la posibilidad de conocer otras cosas. Y eso nos muestra catetos porque el apego a nuestro singular y tan poco variable gusto artístico o devocional achica nuestro horizonte. Una lástima.
(La Voz, 23/11/2008)

La Cruz del escándalo


Martínez Camino dice que un crucifijo en un aula es una garantía de libertad ante pretensiones totalitarias. Tengo un amigo comprometido que es más grafíco: “Gaby, quitar la cruz de cualquier lugar es como eliminar los botes y los chalecos salvavidas ante la travesía de un barco: pueden no hacer falta, incluso molestar en el lugar en el que estén, pero si las circunstancias se ponen feas pudiera ser lo único que nos salvara”.El asunto del colegio de Castilla-León en el que un padre ha impulsado la campaña de supresión de los crucifijos en las clases no ha terminado de levantar a los cofrades. Por eso me aventuraré a predecir un futuro en el que, quizá, no tarden en querer ayudarnos a secularizar nuestras procesiones. Éstas no desaparecerán porque son divertimento primaveral para una tierra, Andalucía, en la que el buen tiempo por esas fechas nos lo reclamará. Pero los detalles... Ya verán. Como la calle es sitio público nos dirán que es imposible abrir nuestros desfiles con la cruz de guía. “Es una escandalosa obscenidad -nos dirán- que molesta al público”. La violencia que vomita la tele a diario no es perniciosa. Pero, ¿la cruz? Por Dios, que las quiten todas. Por ello ya pueden ir desapareciendo de los canastos de los pasos. Que se las quiten del hombro a los nazarenos más penitentes del cortejo. Y que sean requisadas las parroquiales, conventuales y hasta las de los escudos. Ya se nos ocurrirá por qué detalle las sustituimos. Todo sea en aras de esa laicidad mal entendida cuyos efectos, a los cofrades, nos suele resbalar salvo que sean nuestras barbas las que veamos arder. Por ello no surgen pronunciamientos claros desde una órbita de la fe, la piedad popular, que, paradógicamente, ostenta la cruz de modo excelente cada primavera aunque no termina de mojarse cuando, como ahora, toca hacerlo.
(La Voz, 30/11/2008)

El abrazo de Los Jándalos


Los generales Espartero y Maroto se dieron el que pasó a la Historia de España como Abrazo de Vergara. En la localidad guipuzcoana de Oñate tuvo lugar, dos días antes, la firma del convenio que quedaría rubricado por el gesto en las campas de Vergara. Era agosto de 1839 y ocurría ante la atenta mirada de los ejércitos liberal y carlista. Toda una escenita.Sin ánimo de convertirme en el almirante John Hay, jefe de la escuadra británica que propició el acercamiento entre los partidarios de Isabel II y el infante don Carlos que pretendía el trono, pregunté el miércoles a Joaquín Perea, en directo en el mismo programa Carrera Oficial que siete días antes acogió el episodio de marras, sí estaba dispuesto a cerrar el enfrentamiento con un abrazo a Natera.Tras lo ocurrido en aquel directo de la Cope entre el delegado diocesano de Hermandades y Cofradías y el presidente del Consejo lo mejor es quedarse con cuanto bueno haya producido el rifirafe. Y la proliferación de las invitaciones a que se sienten sendos dirigentes cofrades y sellen el compromiso de un entendimiento que tan difícil ha parecido hasta el momento es básico.Y el encuentro tuvo lugar la noche del jueves en el acto de presentación, en Los Jándalos, del 40 aniversario que cumple Cope-Jerez, nuestra Radio Popular de siempre. Aquí paz y después gloria. Pero lo cierto es que son más de dos los que, a mi juicio, habían de aplicarse el cuento de una reflexión necesaria. Y sería lamentable que dejáramos pasar la ocasión de que cada cual asuma su responsabilidad.Junto a la celebración de un pleno de hermanos mayores que se saltó el punto del orden del día en el que debió aprobarse el programa de actividades de la Unión de Hermandades -que reprochó Perea a través de la radio provocando la llamada de Natera- estaba también la ocasión del primero de, en su calidad de delegado, llamar al segundo a su despacho en lugar de llamar la atención en directo. Pero me niego, por ejemplo, a dejar de lado mi reprobación a los hermanos mayores asistentes a aquella reunión. En una clamorosa dejación de funciones permitieron -o por prisas para dar por acabado el pleno y volver a casa pronto o por auténtico despiste- que el Consejo se saltara un punto que le deja manos libres para hacer, durante el curso, las actividades que les venga en gana.Llevo tiempo diciendo que es en el pleno, en la actitud en él de los hermanos mayores, donde está la fuente de los problemas.
(La Voz, 07/12/2008)

Nunca por complejos


Cada vez que escucho a la alcaldesa, por ejemplo, referirse a los efectos benefactores de las hermandades y cofradías es casi siempre para referirse a lo que nosotros llamamos caridad y otros solidaridad.Y que todos sean capaces de encontrarnos alguna utilidad ante la sociedad, aunque sea para ponderar aquello de lo que es capaz nuestra acción social, no está nada mal. Algunos de nosotros, por ello, tendremos la tentación de considerarlo una tabla de salvamento teniendo en cuenta como está el patio.Lo cierto es que me chirría cuando aprecio que esas menciones, formuladas por nosotros mismos incluso en tono de alarde, evitan siempre el origen y la naturaleza de nuestras acciones por los demás. Terminamos pareciendo oneges al uso. Lo que no es malo si no fuera porque lo nuestro jamás es puro altruismo sino una verdadera llamada desde nuestra fe.Y me parece particularmente raro que hagamos dejación de ello quienes juramos cada Cuaresma el derramamiento de nuestra sangre en defensa de aquello que creemos. No nos pega nada y, realmente, es más por la omisión de nuestra esencia más que porque neguemos expresamente lo que somos.Nunca lleguemos a la caridad por el complejo de que será lo único que nos hará tolerables enmedio de la sociedad. Más bien sea nuestra entrega a los desfavorecidos el resultado de aquella naturaleza cristiana que nos sostiene y que a veces nos callamos porque creamos que no seremos aceptados.“Estáis con la gente”, decía la alcaldesa en su intervención del homenaje a Manolito Mesa. Y eso es un plus de optimismo cuando se aprecian iniciativas como la de la Unión de Hermandades y su sorteo, el Nazareno y sus dulces o la condición benéfica que adorna a muchas de nuestras zambombas.
(La Voz, 14/12/2008)

Regalo de Navidad


A quienes me acusan de cierto pesimismo dedico hoy estas líneas. A los hartos de quienes no hacemos sino poner dedos en llagas que no quieren ver. A todos los que, al fin, prefieren engañarse con la convicción de que «somos los mejores». Pero, sobre todo, a los que, reconociendo, como yo suelo, que hay demasiada baratija en nuestro corazón, elevan su esperanza en que, también en las cofradías, podemos aguardar un mundo mejor. A éstos últimos, especialmente, llegue mi mensaje de hoy.Quiero que mi bocina clame hoy las glorias de los cofrades generosos. Máxime si no faltan quienes -peores que yo, pues- ya ponen pegas a la entrega espléndida de una cofradía en favor de otra. En vísperas de Navidad llega como bonito cuento que habla de solidaridad sin remilgos.Érase una vez una hermandad que mandó a su paso a restaurar, misión heróica por el coste del proyecto pero admirable porque remozarán, para todos, una joya de nuestra Semana Santa. Pero la Sagrada Cena requería de un altar procesional que lo sustituyese en 2009.Al esfuerzo económico de la restauración sumaron los cofrades de San Marcos la renuncia expresa de que esa salida contase con el apostolado que caracteriza al misterio. Ya tenían bastante con encontrar un paso en el que sacar, al menos, al Señor. De hecho ya hubo otra que rechazó la cesión del suyo.Pero esta semana apareció otra que dio el paso de una cesión que asumiría su junta convencida de que hacía lo que debía. Los cofrades del Santo Crucifijo hacen, con ello, un regalo de Navidad que huele a final feliz de cuento de Dickens: no tienen su paso mucho mejor que aquél al que sustituyen, pero han demostrado no arredrarse por ello.Así se escribieron siempre las grandezas de nuestras cofradías a lo largo de la historia. A ver si cunde el ejemplo.
(La Voz, 21/12/2008)

Inocente, inocente


Alguien formuló una vez la idea de que la realidad supera a la ficción y las posibilidades de aplicación de semejante aserto son tan amplias que nos sigue sorprendiendo la verosimilitud de ciertos camelos. No se vayan muy lejos de esta columna para comprobarlo. ¿O no es algo creíble cuanto el muñidor hace sonar?Y, aunque fueran barbaridades mucho más increíbles las que se enunciaran, me encanta la idea de una generalizada y tontorrona credulidad que nos mostrara mucho menos retorcidos de lo que somos a menudo. Porque no me negarán que, a veces, no parecemos, ni por asomo, los hombres y mujeres que debieran beber a diario del Evangelio. El día que no nos dé miedo, en las cofradías, a que saque la espada el 'herodes' de esta sociedad que malquiere a aquellos que fundamentamos nuestras esperanzas en la fe en Cristo, seremos como aquellos que dan nombre a cada 28 de diciembre. Pero el mundo ha evolucionado hacia la consideración de que la inocencia es una pérdida de competitividad, de eficacia. Siempre he pensado que cuando, distanciados de nuestro día laboral, acudimos una noche a la hermandad, nos aprestamos a las cosas de Cristo y María según nuestra propia idiosincracia cofrade por tanto, no debiéramos sino disfrutar de la sencilla percepción de cuanto debe dejar en la puerta los retorcimientos que un día se cargaron nuestra inocencia.Así, queridos amigos, no me nieguen, hoy al menos, la reivindicación de un mundo más inocente. Y si no lo consiguiéramos para una sociedad tan desemparentada de sus propias creencias profundas obtengámoslo, si acaso, para las cofradías. Devolvámosles la condición de hermandades y neguémosnos a ser, dentro de ellas, portadores de la espada del afamado rey judío.
(La Voz, 28/12/2008)