sábado, 19 de marzo de 2016

Necesito tu pasión este año especialmente!



(De mi segunda Exaltación en el Calvario, 26/02/2016)
A la esperanza invocamos llegando ya al final. A la esperanza en medio de un mundo en cambio, ése que he venido a señalar a la hora de volver a exaltar a Cristo y a María Santísima en la Real Capilla del Calvario. Y a nuestro papel como cristianos, como cofrades, también invoco en medio de las incertidumbres y las zozobras en las que parece que nos toca vivir a día de hoy.

Es ahora el momento de pediros disculpas si esperabais de mi palabra esta noche el simple canto laudatorio de estas devociones a las que nos agarramos con fuerza. Es ahora el momento de pediros perdón si no me perdí en mis versos en el callejero cofradiero para evocar lo que habremos de vivir esta próxima Semana Santa. Es ahora el momento de pediros…

Pero han pasado diez años desde que ocupé este atril la última vez. Y no han sido en balde. Han ocurrido cosas. En el mundo, en el entorno más cercano, en mí mismo. Espero que también a todos vosotros. Y los cambios no son malos por se. Los cambios son… una pregunta abierta al futuro desde un cierto apego al pasado con inestabilidades en un presento lleno de interrogantes.

El Papa Francisco comenzó lanzándonos a las periferias del mundo y sus circunstancias. Y en ésas estamos. Luego nos hizo el regalo precioso del Jubileo de la Misericordia. Nos recuerda el Perdón del Señor, para nosotros y para quienes quizá al borde del abismo a fuerza de salir a la periferia de lo cómodo, de lo acostumbrado o de lo políticamente correcto, se coloca en una posición no comprendida.

He leído a Federico Mayor Zaragoza, profesor y político español que llegó a dirigir la Unesco. Y le he leído recientemente algo sobre la necesidad de la palabra, que a la postre es mi herramienta esta noche entre vosotros. “El siglo XXI es el siglo de la gente. Durante siglos, el pueblo no ha figurado en el escenario. Ha sido admitido, a lo sumo, como espectador”.

Estamos en el siglo de los incomprendidos. Estoy seguro. Y entre ellos hemos estado siempre los cofrades. Insertados en las capas más populares de nuestra sociedad, supimos desde la Edad Media vertebrar las necesidades asistenciales de la gente más humilde, transformamos nuestra realidad entre las exigencias del mundo cambiante. Y nos adaptamos sin perder la esencia del Evangelio.

Vamos a ser nosotros los que tengamos miedo a los cambios? Nosotros fuimos, somos y seremos siempre el motor del cambio. Eso es la conversión a la que nos invita la Cuaresma. Esto es a lo que nos llama ese Cristo yaciendo en la urna. A ello nos impulsa Nuestra Señora de la Piedad, inmersa en la aventura de aceptar llena de incertidumbres la muerte de su Hijo.

Y si la muerte es el mecanismo necesario para el cambio de nuestras vidas… Si el hombre viejo es, en el llamamiento de este tiempo litúrgico que nos lleva hacia la Semana Santa y la Pascua, la necesaria piel que quitarnos durante estos días para nacer al hombre nuevo redimido en Cristo resucitado… Cómo no habremos de abrazar los cambios que la vida nos proponga?

Queridos amigos, no me he apartado ni un ápice del objetivo de la Exaltación del Calvario. Sí he querido, sin embargo, enarbolar la bandera de nuestras convicciones, de nuestras tradiciones más genuinas, de la necesidad que el mundo tiene de nosotros, para que el aire que sopla no sea más que aliado en la enésima predisposición de nuestras queridas cofradías a prepararse para un mundo nuevo.

A ti Cristo vivo de la urna, a ti María Santísima y Piedad nuestra, os invoco en estos tiempos en los que abrazar los cambios que nos toque vivir en el mundo, en España, en nuestra tierra más cercana y en cada uno de nuestros ámbitos personales. Somos especiales sembradores del Reino de Dios en el mundo. Ésa es nuestra ideología. Vengan los cambios que vengan a nuestras vidas.

Y aunque cambiara mi vida
nunca lo hará la hermosura
de esa fe con la estatura
que registré promovida
junto a ti, Piedad tan pura!

Que eres, Madre, a mi andadura
tan eficaz centinela
que acunaste duermevelas,
vigilaste travesuras
y tejiste entretelas.

La que pusiste canela
en mi arroz de Viernes Santo,
la que salió entretanto
yo esperaba en la puerta
de este templo en el que canto.

Quien me enseñó con su llanto
que las lágrimas nos secan
y el vacío desalienta,
pero que extienden su manto
a cosas buenas que llegan.

Y, bajo el tuyo, quien peca
es abrigado con mimo.
Cada ‘chicotá’ un destino,
cada ‘arriá’ una condena…
Que has de seguir el camino!

Pepe Puerto, te conmino,
agarra el llamador,
que llevas a lo mejor
que conozco desde niño:
a la que es Madre de Dios!

La Piedad es el amor
que llena la tarde ufana
con sones de Astigitana
envolviendo al Redentor
que revivirá mañana.

Ay Señor, mi alma sana
para soñar que tu Reino
procesiona en el empeño
junto a la enlutada Dama
que llevo ya en mis adentros.

Siento que tu voz me llama,
del ‘pasopalio’ me aparto
y entre las filas me encargo,
entre terciopelo y sarga,
de alcanzar también tu paso.

Y alcanzar también tu paso
es subirme ya a la urna
para que yo no me hunda
y, agarrado a tu milagro,
mi vida también me cunda.

Aunque mi vida ya abunda
aires de resurrección
necesito redención
que beber junto a tu urna,
Dios yacente, mi Señor!

Necesito tu Pasión,
este año especialmente…
Necesito, santamente,
contar con tu bendición…
Necesito conmoverme…

A exaltar cristianamente
vine al Calvario esta noche…
Tras el silencio, mil voces
yo reuní serenamente
para que mi alma ose…

… a contaros, sin reproche,
pregonadas confidencias…
Junto a la urna… en conciencia…
dejo mis lastres, que glosen
la Vida que nos ahuyenta…

… las sombras de la presencia
de la que es tu Muerte Santa.
Yacente Señor, se encarta
que lleguen ya de Palencia
las cornetas con sus marchas!

Aquí acaban mis palabras!
Aquí queda mi verdad!!
Yo ya sueño la heredad
que a todos ya nos aguarda
a la espera de que salgan
el Yacente y la Piedad!!!

miércoles, 16 de marzo de 2016

Los tiempos cambian


(De mi segunda Exaltación en el Calvario, 26/02/2016)
Los tiempos cambian. Y, aunque haya anhelos que están pendientes de recuperar para muchos… cosas que no desaparecen del vivaz imaginario colectivo de quienes siguen creyendo que el pasado es la respuesta a muchas de nuestras zozobras actuales… pese a ello… el mundo gira irremisiblemente. Nos guste o no… Nos guste o no!

Aún recuerdo cuando, en aquella Escuela San José setentera desde la que educandos y docentes asistíamos al final del antiguo régimen que dio paso a la Democracia, no faltaba quien, como un recordado lasaliano, mi tutor de 3º de EGB, el hermano Juan José, ya avisaba que quizás nos pudiéramos quedar sin algo que tanto nos gustaba ya.

Lamentaba la posible desaparición de los signos religiosos de la vida pública, la ausencia de crucifijos en las aulas escolares y, como no, la hipotética supresión por llegar, en medio del esperado patio laico que ahora bulle, de las salidas de nuestras cofradías a la calle como decía aquél hermano de impertérrita sotana negra y babero blanco.

Las cosas cambian. Llevan así desde que el mundo es mundo. Y muchas de esas transformaciones no sólo son inevitables sino que, muchas de ellas, también son positivas y necesarias. Otras, desde impulso populista de un tiempo a esta parte, van llegando con la irrupción de nuevas alternativas hoy en boga… y sin sentido!

A alguna de ellas se atribuyó presumida autoría que luego quedó en entredicho, la aparición de unos panfletos que nos ponían sobreaviso. Cuarenta años después de aquella advertencia con la que el hermano Juan José nos preparaba el cuerpo, se encarnaba hace unos meses. Señalaban los carteles la desaparición de la Semana Santa a manos de no sé qué partido… La desaparición de la Semana Santa?

Y acallarán ese soplo
que nos trae la primavera?
Las fragancias naranjeras
de ese azahar que es gozo
que con mi olfato escojo
con ardiente duermevela?

Apagaran nuestra cera
que chorrea ya en el pozo
del mejor de los reposos
siendo la ardiente candela
del corazón que anhela
trascendental… generoso?

Quién querrá el horroroso
papel del apagavelas?
Quién provocará duquelas?
Quién efectos dolorosos
que suplanten el gozoso
sentir que ya nos alberga?

La túnica nazarena
sacarán de esa foto
que en el hondón ignoto
de nuestra alma navega?
Se atreverán con ella
haciéndonos oídos sordos?

Nos dejarán sin el cobro
de esa factura que espera
aliviar la dura pena

de quienes tenemos coto
para la vida en remotos
brillos de fe tan certera?

Ay de quien se atreviera
a quitarnos esos sorbos!
Ay de quien fuera estorbo
del rezo de primavera!
Ay de quien a la vera
de un paso no quede absorto!

Ay, ay de los asombros
que por vivir nos quedan!
Ay, Señor, que se nos cuelan
glorias que no respondo
ante quienes en el fondo
sin alma siempre recelan!

No preocuparos que enciela
este mundo nuestro poso!
Que es un papel tan hermoso
que humaniza sin cautelas,
expresión tan verdadera
que es el colmo de los colmos!

Sea por ello que esbozo
la felicidad que estrena
la vida que en torrentera
superará lo gravoso
de todo amago de escollo
ante la fe cofradiera!

Extendamos la primera
emoción en ese coso
que se nos dibuja hermoso
esperando la faena
de quien murió de una pena
buscada por generoso.

Y acallarán ese soplo
que nos trae la primavera?
Las fragancias naranjeras
de ese azahar que es gozo
que con mi olfato escojo
con ardiente duermevela?

No apagarán nuestra cera!
No colmarán ese pozo
del mejor de los reposos
siendo ardiente la candela!
No pisarán al que anhela
superar lances penosos!

Asumid que es poderoso
clamor nuestra penitencia!!
Sabed que si es verdadera
será tributo precioso!!
Seamos siempre nosotros

y romperemos fronteras!!

domingo, 13 de marzo de 2016

Aquellos Sábado Santo


(De mi segunda Exaltación en el Calvario, 26/02/2016)
La Cuaresma siembra ya, desde hace un par de semanas, conversión en nuestro espíritu. Jerez despierta a los signos de esa pre primavera que siempre constituye este tiempo litúrgico de preparación interior y exterior de cada cual. Y quiero pensar que así se sienten todos en nuestra tierra, con la calidad y cantidad de su fe o sencillamente sin ella.

Los que celebraron el solsticio de invierno hace apenas un par de meses seguro que comenzarán también a ser sensibles, al menos, a ese cambio de temperatura que disfrutaremos pronto. Y que el calorcillo primero parece sugerirnos ése otro del alma que entra en itinerario cuaresmal es un hecho. Tiempo de despertares que nos hacen superar la crudeza del invierno.

Los ensayos costaleros llenan las calles de parihuelas desde hace ya algunas noches. Las casas de hermandad de aquellos que, aunque no tengan demasiado tiempo para pasar por el lugar durante el año, buscan tiempo para dejarse caer y ser vistos por los hermanos. Y los templos lo hacen de cultos que conducen a esplendorosas funciones de instituto con sabor a vísperas ‘semanasanteras’.

Días para reverdecer historias de nuestras cofradías son éstos en los que más que la Historia con mayúsculas, ésa que alinea en los papeles tantas glorias para esta querida Hermandad del Santo Entierro y Nuestra Señora de la Piedad por ejemplo, buscamos los pequeños relatos con aquellos episodios que nos construyeron como nazarenos convencidos o costaleros eficaces.

No hace falta aclarar que yo soy de los primeros y que, si Dios lo quiere, mis Domingos de Ramos y mis Miércoles Santos seguirán siendo lo que son desde hace tiempo. Pero también revestí mi túnica un Sábado Santo cuando el silencio del aguardo de la Resurrección de Cristo era vivido desde el caleidoscopio colorista de un cortejo multiforme que, ante la urna yo también contribuí a alimentar.

Otro era el patio y sentía
en él la esencia que, al menos,
aquel Calvario de entonces,
el mismo que en otro tiempo,
fidelizaba aposturas
acariciando el silencio.

El cansancio emergía
redentor tras el esfuerzo
de cada cual en la suya
aunque todos enfilemos
penitencias tan distintas
que reunía el Santo Entierro.

Apenas hacía unas horas
que el Perdón de mis anhelos,
el de primeros ochenta
que viví con tanto celo,
completara su estación
tras mi Viernes Santo austero.

Pero mi túnica, lista
por ese esfuerzo madrero
que apenas sin darnos cuenta
hace milagros certeros,
volvía a estar preparada
y revestida de esmero.

Y La Atalaya asistía
a la salida de aquellos
dos penitentes sobríos,
hermanos de sangre y credo
que en Santa Ana sumaron
a otros cuatro nazarenos.

Regresaron a las calles
y avenidas en que hicieron
itinerarios sentidos
por Icovesa y sus medios
la tarde del día de antes,
el viernes de los luceros.

Camino ya del Calvario, van
de azul y no son cielo…
altos y no cipreses…
comitiva y no cortejo…
penitentes sin su cera…
portadores de sus sueños.

Estandarte e insignias
en sus manos van diciendo
que resulta excepcional
que porten los elementos
de la representación
que ostentarán por momentos.

Y en la Calle de la Sangre
ya también aparecieron
los celestes lasalianos,
morados del Nazareno,
aquellos del Mayor Dolor,
otros ‘albarizueleros’…

Candelaria, Santa Cena
y la Viga por supuesto
no faltaban a la cita
de los sábados que quiero
evocar como entrañable
eco desde mi recuerdo.

La Defensión y el Amor,
aquellas tan rojinegros
que San Mateo enviaba
frente al Zoo del león fiero,
Prendimiento, Flagelación
que lo llamaba yo al menos…

Todas esas hermandades
con sus guiones recuerdo,
a todos esos guiones
una mano lleva inhiesto,
cada mano una emoción,
cada una un nazareno…

Y unos ojos enmarcados
de rasos y terciopelos
cruzándome su mirada
diciéndome que su credo
es ese mismo que el mío
y que todos somos ellos…

¡Todos éramos vosotros!
¡Todos queríamos serlo!
¡Todos vivíamos la gloria
presumida en el sepelio
de ese Cristo al que honramos
en nuestros propios cortejos!

¡¡Hermanos de la Piedad,
duelo para el Santo Entierro!!
¡¡¡Penitentes generosos
que cubrieron sus regueros
y que vinimos aquí…
siendo vuestros nazarenos!!!

jueves, 10 de marzo de 2016

De la mano de San Juan


(De mi segunda Exaltación en el Calvario, 26/02/2016)
La cabida existente en la urna del Señor Yacente del Santo Entierro para las muertes que seguimos sufriendo en el mundo fruto de la iniquidad humana que se cebó con el Nazareno y que hoy sigue generando nuevos ‘cristos’ cotidianos…

La bandera de nuestra Cruz, signo verdadero de redención y no espoleta de reverdecidas cruzadas innecesarias, que ya me hizo abrazar con mi palabra al Cristo Santísimo del Calvario para referencia identitaria de nuestra fe cristiana…

La bucólica estampa decimonónica tan cuajada de valores tradicionales que las Marías, hoy ausentes pero a las plantas siempre de la Madre de Dios, dibujan puntada a puntada desde tan agradable inspiración costumbrista…

La propia Virgen de la Piedad en la que tan fácil resulta –por sugerente expresión artística, por sinonimía de su título advocatorio o simplemente por su naturaleza maternal en medio de nuestro credo-… tan fácil es encontrar la esencia del Año de la Misericordia…

Todo ello… todos ellos… asomaron ya en esta Exaltación del Calvario. Pero sigue faltando él. Que aparezca ahora quien con su mano sobre la espalda es mucho más que un modo de llenar los espacios junto a la Señora bajo su negro palio. Es San Juan, apiadado de la ‘soleá’ de María, pidiendo nos de la mano…

Y mi palabra se queda corta… mi verso apenas si puede… mis recursos se achican torpes… mis talentos se atolondran impotentes… Y espero que lo entendáis porque es más fácil hablar desde la inferioridad reconocida respecto a Cristo y su bendita Madre que de San Juan.

Vine aquí mirándome en ti, San Juan.
Vine a que me enseñaras el camino.
A que me acercaras, buen amigo,
a esas plantas tan llenas de Piedad.

Tu presencia, de plenísima verdad,
encarna nuestros cofrades sentidos.
Tras buscar en el mundo sus latidos
tened en capilla la heredad!

Decidme si no mereció la pena
la lectura en los signos de este tiempo…

Decidme si no existe más condena
que vivir encerrados en los templos…

Y si fue nuestra culpa o la ajena
procuremos salir siempre al encuentro!

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Vengo aquí diez años después y quiero
convertir mi palabra en seco esparto,
todo un signo de puntuales desencantos
que anhelan el más suave terciopelo.

Juan, que estuvo junta a Ella en el certero
holocausto redentor con tanto espanto,
pañuelos que nos sequen este llanto
ponga ya a nuestro alcance… Lo deseo!

Así antes de ponerme el capirote,
que saque ya mi verso en procesión,…

he cantado los dolores y azotes
formulados en mi nueva Exaltación…

desde la puesta en riesgo de valores
para los que he pedido reflexión!

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Juan, sé ahora quien nos subas junto a Ella
y sentir como tú su desvarío.
Que la gloria y la pena son dos ríos
que confluyen allá donde las mareas…

reciben toda agua haciendo bellas
emoción festiva, escalofríos…
Resuenan desde fuera griteríos,
y mensajes que como en las botellas…

necesitan tener destinatarios
a quien llevar nuestro sino día a día!

Llegan ya fechas en el calendario
para que nuestras oraciones pías…

recorran feliz itinerario
en las filas de nuestras cofradías!!

lunes, 7 de marzo de 2016

En un rincón del alma


(De mi segunda Exaltación en el Calvario, 26/febrero/2016)
Sutura para curar las heridas del mundo se necesita y, en la esperanza que es mucho lo que podemos y queremos hacer los unos por los otros, vivimos este Año de la Misericordia convocado por el Papa Francisco, instruido por su exhortación pastoral ‘Misericordiae Vultus’ y alentado en el corazón vivo de quienes tenemos que aprovechar este jubileo a nuestro alcance.

Os ruego me permitáis, por tanto, que ésta sea también la Exaltación de la Misericordia de ese Dios encarnado en el Cristo Vivo que yace en la urna del Santo Entierro. “La misericordia posee un valor que sobrepasa los confines de la Iglesia”, dice en la bula el Santo Padre. Y añade, “ella nos relaciona con el Judaísmo y el Islam, que la consideran uno de los atributos más calificativos de Dios”.

Judaísmo, Islam y Cristianismo, los tres grandes monoteísmos unidos en una facultad urgente en medio del mundo. La misericordia del Señor nuestro Dios. Que nos una aún más en medio de ese caldo de cultivo plagado de recelos que parecen no infundados si nos atenemos a los hechos que la actualidad internacional que nutre los informativos de todos los medios de comunicación señalan a diario.

“Este Año Jubilar vivido en la misericordia pueda favorecer el encuentro con estas religiones y, con las otras nobles tradiciones religiosas, nos haga más abiertos al diálogo para conocernos y comprendernos mejor; elimine toda forma de cerrazón y desprecio, y aleje cualquier forma de violencia y de discriminación”, dice el Papa Francisco en ‘Misericordiae Vultus’.

Igual os parece un atrevimiento traerlo a esta Exaltación del Calvario. Lo siento. Pero sólo si os lo parece queda mayor constancia de la urgente necesidad de esta invitación del Papa quien nos señala hacia María, la Madre de la Misericordia, la Madre de la Piedad. Que la dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios…

En un rincón del alma
de aparente oscuridad,
siempre brilla la memoria
que reverdece la historia
de tu ternura, Piedad!

En un rincón del alma,
los luceros de la edad
alumbran la trayectoria
que es tan fiel recordatoria
de una herencia de verdad.

En un rincón del alma,
tu exquisitez maternal
es para mí de una euforia
que bajo palio es la gloria
de un Viernes Santo cabal.

En un rincón del alma,
siempre procesionarán
gratitudes laudatorias
que alimentan la victoria
de los que están y no están.

En un rincón del alma,
los frailes alentarán
desde el pasillo del cielo
la labor que con tal celo
mercedario era su afán.

En un rincón del alma
de aparente oscuridad,
siempre brilla la memoria
que reverdece la historia
de tu ternura, Piedad!!

Y en un rincón del alma
hay reyes que buscan ya
un Santo Entierro que saben
seguido por esta Madre
que en silencio llorará.

Y sucesivas capillas
y la hermandad asistencial
y los primeros empeños
y quienes pusieron sueños
a tus plantas, mi Piedad!

En un rincón del alma,
voz gastada y claridad
se suman con donosura
para sentir la estatura
de esta cofradía simpar.

Y tras Ponce de León
y Laureano de Pina,
el dieciocho te trajo
y fuiste de arriba abajo
quien mejor nos aglutina.

En un rincón del alma
de aparente oscuridad,
siempre brilla la memoria
que reverdece la historia
de tu ternura, Piedad!

Y tu ternura, Piedad,
exaltar yo quise ahora!
Misericordia atesora
porque invita a la quimera
que mis versos rememoran!!!

viernes, 4 de marzo de 2016

Costureras de Cristo


(De mi segunda Exaltación en el Calvario, 26/febrero/2016)
Invoco ahora, para seguir adelante, la compañía del pintor del siglo XIX Jules Trayer. Permitidme la licencia de acudir a sus pinceles decimonónicos, a ese estilo realista y minucioso generador de escenas de género, familiares, de actividades de la vida diaria del norte de su Bretaña natal. En su obra asoma un tema que me resulta apasionante por su cotidianeidad e intimismo: las costureras.

Sentadas en esa postura sólo cómoda para los ojos de quienes las miran… Como cubiertas por el filtro del tiempo que atempera los colores y vela la estampa… Con tonos que consiguen ‘apenumbrar’ la estancia y nos introducen eficaces en la intención del artista… Obras como ‘Muchacha cosiendo’, ‘Mujer hilando’, ‘La lección de bordado’, ‘Escuela de bordados’, ‘Costureras’ y ‘Las costureras de Pont-Aven’…

Yo crecí en el Barrio Obrero, cerca de esta capilla… viendo la imagen de mi tía Pepa, la abuela que el presentador no conoció, cosiendo a diario en una silla de enea… bajo el pequeño porche de la puerta de entrada de la casa… guarecida a su espalda por la persiana que le otorgaba un metro cuadrado de curioso intimismo casi exterior… tan apartada de los ambientes creados por Trayer en sus cuadros.

Algo así veo a las plantas de la Virgen de la Piedad, en este camarín o cada Viernes Santo bajo ese palio imponente de las hermanas Antúnez, cuando clavo mis pupilas en esas tres Marías que parecen la inspiración de pintores y desde luego de este escribidor de ideas sueltas que a veces, y sólo a veces, quizá atine a poner en orden a favor de un pensamiento convertido en sentimiento en este momento.

Uno de esos cuadros de costureras muestra a una niña sobre la mesa del obrador, observando curiosa y quizá atreviéndose sólo de cuando en vez a preguntar algo. Como yo cuando, con pocos años, le veía a mi tía Pepa agujas, hilos, botones, dedales… Recuerdo vagamente cómo me interesaba por lo que hacía. Y preguntaba… y detectaba estados de ánimo… y muestras de ternura para el crío curioso…

No estáis aquí pero os busco…
Os imagino en las manos
que recuperan la vida
del corazón tallado…
Estáis en restauración
y si nosotros lo estamos
dejaremos que nos zurzan
el roto en el que andamos.

Las Marías cosisquean
la mortaja del que amamos.
Que al volver a la capilla
sus agujas en las manos
den puntadas eficaces
contra aquello que abrazamos
cuando no somos nosotros…
cuando somos inhumanos…

cuando queremos la luna
que merecemos ufanos…
cuando en nuestro egoísmo
somos justo lo contrario
que se espera de nosotros…
Mucho mucho pregonamos
y poco es lo que a veces
de verdad nos entregamos.

Decidme, mis costureras,
si tiene arreglo este saldo.
Si soy digno del que muerto
da cumplimiento al encargo
de salvarnos de la pena
de nuestro ser limitado.
Decidme si tengo arreglo…
si merezco a mis hermanos!

Y no dejéis de coser,
no soltad lo que entretanto
es preciso terminar
junto a Piedad y su llanto.
Pero mirad de reojo
éste que ya sin descanso
quiere ser un traje nuevo
que estrenar como en los Ramos.

No os preocupéis por la duda
entre puntadas y cantos
de dolor que yo imagino
junto a la Madre del manto.
Usad hilo de algodón
para el daño ir curando.
Usad el hilo de seda
para que, esperanzado,…

siga buscando con ganas
al que, aun amortajado,
nunca será más que Vida
con mayúsculas que al brazo
pone brazalete negro…
y terciopelos… y rasos…
pero que el alma me enciende
hoy… aquí… a vuestro lado!!

martes, 1 de marzo de 2016

Al mundo yo pido venia para salir con mi cruz


(De mi segunda Exaltación en el Calvario, 26/febrero/2016)
El primer saludo para el Señor Yacente del Santo Entierro, antecediendo mis mejores deseos para todos ustedes, no ha podido evitar, al inicio de este mi segundo envite en este acto… diez años después de aquella otra Exaltación en el Calvario… encontrar al periodista que soy como mejor aliado para el hombre de fe en el camino del descubrimiento de las grandes realidades de nuestro tiempo, ésas que si se nos escapan nos dejarán fuera de juego.

Profundamente cristiana como siempre, mi palabra ahora, una década después, quiere ser la levantá que pone en marcha una chicotá nueva. Y, porque si permanecemos en la sugerente encarnadura del Señor o en la Piedad de María Santísima bajo su rico palio o en el terciopelo de nuestro antifaz o en la gallardía de nuestra estampa costalera… y lo hacemos sin salir al mundo a convertirlo en el itinerario de la procesión de nuestras vidas, difícilmente serviremos para algo.

Cuanto antes lo entendamos mucho mejor. Por eso aceptar por segunda vez la posibilidad de exaltar desde esta Real Capilla del Calvario una Cuaresma que ha de ser bastante más que olor a incienso y cera ardiendo en nuestros altares. Que desde ellos, la celebración de la Eucaristía y el rezo a nuestros titulares en triduos, quinarios o septenarios nos lleve pronto a hacernos presentes en un mundo que necesita urgentemente el compromiso de gente como nosotros.

Al mundo yo pido venia
para salir con mi cruz.
Que el mundo no crea que tú
eres, o yo, quien convenia
cruzadas que pierdan calma.
Y ahora, que abrigo en el alma
que el mundo sea indulgente,
me abrazo a ese crucifijo,
lo propongo y no lo exijo
con mi llamada insistente.

Quiero ser tu penitente
y nunca alguien sectario.
Quiero, Cristo del Calvario,
ser testimonio silente
de mi fe tan cofradiera.
Quiero que la torrentera
de signos que nos encantan
sea en el atrio expuesta
a los gentiles en esta
grandiosa Semana Santa.

Quedarás en la bonita
capilla que nos abriga!
Pero saldrás con quien siga
con papeleta en la cita!
Tú te quedas en la Cruz
sin que recibas la luz
que en mi verso también canto.
¡¡Pero guardas cual sagrario,
Santo Cristo del Calvario
la tarde del Viernes Santo!!