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El Mojo-Baldío Gallardo |
«No sabemos si es lo que pretenden pero la actual situación lleva a muchos padres y madres a pensar que, si tengo que hacer ese esfuerzo para que el niño pueda ir al colegio rural, me trae más cuenta llevarlo directamente a Jerez». La situación creada por el conflicto del transporte escolar en pedanías, barriadas rurales y diseminados de población del término municipal abre la espita de un análisis complejo que, en la más viva reclamación de las respuestas necesarias a los problemas creados, conduce con facilidad a temer ya, por sorprendente que parezca, la pérdida de población en favor del casco urbano.
La recreación del proceso por el que podríamos asistir a largo plazo a una Andalucía de futuro que calcase el modelo de la Castilla actual, plena de pueblos abandonados que en algún caso se pretenden recuperar ahora, la hace Ignacio García, portavoz de Educación por Izquierda Unida en el Parlamento andaluz: «El resultado de una decisión de los padres por la escolarización en Jerez supondría el cierre de los colegios rurales y si a las pedanías o barriadas rurales les quitas la escuela... ¿Qué le queda a La Ina, a Torrecera o a El Portal?», añade reconociéndole a estos centros capacidad de «vertebración social y de foco cultural».
Desaparición de colegios
Una presumible desaparición futura de centros educativos en la zona rural, junto a la consecuente conveniencia de una mudanza familiar a la ciudad a la vista de la pérdida de servicios en la que, las voces más críticas, incluyen también la precaria atención sanitaria, es la que provoca este clamor sobre el riesgo de éxodo rural. Y a la luz de cómo comienza el recién iniciado curso escolar -sirva como ejemplo-, parece un temor con cierto fundamento: «Se están desmontando todos los discursos de la Junta de Andalucía sobre su hipotética apuesta por la educación pública, y no podemos permitir, y menos la gente de izquierdas, este tipo de atentados contra unos mínimos de igualdad de oportunidades más que exigibles», indica.
Junto al «programa de recortes de la Junta de Andalucía, que encima se empeña en que los andaluces comulguemos con ruedas de molino queriendo hacernos pensar que no existen», denunciado no sólo por el parlamentario de Izquierda Unida Ignacio García sino también por los propios vecinos y afectados reunidos en la denominada Plataforma por una Educación de Calidad de la Campiña de Jerez, tan activa estos días, los problemas de la sanidad rural son el otro gran fundamento que se viene argumentando en la gestación de esta actitud reflexiva sobre la conveniencia o no de permanecer en el medio rural como lugar de vida. Pese a todo, no son pocos los que no tienen otra opción que seguir en su pedanía o barriada rural.
Carencias en materia de salud
«Es mentira lo que dicen Zapatero y Griñán sobre que no hay recortes en política social, están recortando en educación y en sanidad», aseguraba García esta semana mientras Gemma Gerez, responsable rural del PSA, se ocupa del repaso a las carencias en centros de salud y consultorios: «La atención sanitaria se da en precario en todo el medio rural de Jerez, sólo recibe promesas electorales, cada cuatro años, que luego no se cumplen». «La consejera de Salud y la alcaldesa de Jerez no han cumplido con las promesas de dotar de nuevos centros a la zona en Torremelgarejo, Lomopardo y El Torno», añade.
Las tres ofertas sanitarias formaban parte del mapa que se prometía completar por medio del convenio firmado en el año 2007 entre el Ayuntamiento y la Consejería de Salud, pero no es lo único que se echa en falta. La zona cuenta sólo con una unidad móvil de emergencia a las puertas del centro de salud de la Barca de la Florida. Asimismo no hay más que un helicóptero de emergencia a disposición de todo el distrito sanitario Jerez-Costa Noroeste, es decir, cubriendo las emergencias de Jerez, Chipiona, Rota y Sanlúcar de Barrameda.
En misa y repicando
«El personal médico de la ambulancia de La Barca de la Florida es, en la mayoría de las ocasiones, el mismo que ha de atender las urgencias del centro de La Barca, que tienen que abandonar para atender las emergencias a las que sean llamados dejando sin médico las urgencias en la pedanía», explica Gemma Gerez explicando como han de estar «en misa y repicando».
En su recorrido se detiene en El Mojo-Baldío Gallardo, «donde los carriles, común a lo que ocurre en otras zonas como Puente de la Guareña, permanecen sin asfaltar y con grandes socavones que impiden a las ambulancias ir a la velocidad necesaria en el caso de intervenciones urgentes».
La situación se generaliza mientras la memoria acude a la campaña de delegados rurales en la que, en 2008, Pilar Sánchez aseguraría que había iniciado los trámites para la construcción del nuevo centro de salud de Torremelgarejo lo que, según Gerez, quedó archivado en el capítulo de «marketing político y fotito de rigor». «Otra estafa electoral», insiste la representante andalucista rural, quien dice no entender que «nunca en sus seis años al frente del Ayuntamiento ha exigido al gobierno autonómico que cumpla con lo pactado en la campaña de Jerez».
La situación de los médicos
La carencia de Pediatría en todos los centros auxiliares de las barriadas rurales y hasta la situación de los profesionales de la Medicina, tan distinta de los del casco urbano -«donde trabajan junto a personal de enfermería, pediatras, comadronas, administrativos, trabajadores sociales, auxiliares y otros especialistas», señala Gerez- podría comenzar a seducir con la idea de un abandono de los núcleos rurales que, por el momento, no se nota en unos censos de población que si algo acusan es el leve crecimiento fruto de una época de cierto crecimiento en la prestación de servicios ahora en claro retroceso.
"Una de las principales características que definen al médico rural es la necesidad de atender todas estas poblaciones con pocos habitantes, desplazándose de consultorio en consultorio para dicho fin y en vehículo propio», se recuerda desde el PSA añadiendo que «se mantienen en activo debido a las directrices políticas de no suprimir servicios rurales aunque sea prestándolos de forma deficiente».
En cualquier caso, queda claro que «la dispersión implica que el médico rural no tenga su trabajo centralizado en el centro de salud, y que se ausente del mismo incluso toda la mañana, dejando el consultorio un día más sin médico o atendiendo pacientes más allá de su horario de trabajo».
Inundaciones
Ni siquiera la situación inundable de buena parte de los núcleos rurales jerezanos, aquellos que están situados en la Vega del Guadalete, en Los Repastaderos o en La Cartuja, ha venido encontrando, hasta el momento en el que se ha decidido la limpieza del cauce del río, otra respuesta que la de la conveniencia de que desaparezcan del lugar algunas de aquellas poblaciones sobre las que, invierno tras invierno, llueve sobre mojado, nunca mejor dicho.
Las invitaciones a considerar la mencionada posibilidad han llegado siempre desde la administración -autonómica o municipal- y para desesperación de quienes, sin poder plantearse dejar su casa, siguen sin soluciones reales ante el problema.
Ante todo ello, los datos detallados de la población rural por pedanías o barriadas rurales no dejan de ofrecer un crecimiento que se asegura vinculado, en los últimos años, al mantenimiento de unos servicios que, cayendo en el pozo de una creciente desatención impulsada además por la crisis en estos momentos, aún pueden encontrarse con el cambio en esta inercia.
La preocupación ante los problemas no resueltos así como una predisposición naciente hacia un posible éxodo rural durante el presente siglo XXI va encontrando cada vez más voces que se detienen a sugerirlo. Mientras tanto, los padres luchan por mejores condiciones educativas o la ciudadanía en general demanda una más adecuada atención sanitaria. La respuesta a las demandas irá decidiendo.
(La Voz, 19-Septiembre-2010)