Los huecos del antifaz
lucen la misma mirada
que enseñaran tiempo atrás
la intención penitenciada
de quien siempre quiso dar
aun con la vida asfixiada.
Y tanto dio que vaciando
no consiguió apenas nada.
Tanto tanto que habitó
una existencia atrapada.
Tanto que fue condenado
a darle alertas al alma.
Así, cada primavera,
vistió túnica azulada
por los reflejos del cielo
que el corazón le calmaba.
Así... domingos de ramos
para mecerse cual palma!
Contabanse treinta y ocho
cuando las trazas cambiaban
porque alguien lo quiso arriba
y el de abajo pregonaba
que no podía seguir
procesionando en la nada.
Treinta y ocho penitencias
y en la siguiente callaba
que el color del celofán
de la austeridad galana
podía verse mutado
por un luto que anunciaba...
volcanes de lava viva
que en su pecho eclosionaban
para sanar los dolores
de los puñales que asaltan
anhelos del penitente
que por los huecos miraba.
Miró y miró encontrando
entre la gente apostada,
en aceras y portales
de las calles y las plazas,
las claves del mundo nuevo
que su espíritu imploraba.
Por ello vientos de cambio...
Por ello vida soñada...
Por ello luz sin quebrantos...
Por ello el aire que canta
que todo se hace nuevo
en esta Semana Santa!!