Fátima ha consolidado la sustancia cofrade de su parroquia. La imagen ofrecida ayer por la Hermandad de la Paz, por las calles de la Constancia y la Barriada España camino de Capuchinos, superó la gratísima estampa del año pasado, cuando el estreno de los nuevos hábitos nazarenos vistieron de carmesí y blanco la mejor novedad del Sábado de Pasión de 2008. Ayer se confirmó dando a la primera jornada procesional aspecto posibilitarista. La Catedral y la Carrera Oficial comienzan a ser compatibles con lo visto ayer.
Más nazarenos se sumaron a ese cortejo junto a las novedades que lo enriquecieron desde la misma cruz de guía. Maestrante aporta otra obra para abrir una joven cofradía, como ocurre también con el Soberano Poder. Junto a la gran cruz de guía que ayer abría ya la presencia de la Paz de Fátima, el libro de reglas y su correspondiente pértiga o la bandera de la hermandad ya lucieron en manos de sus nazarenos. Todo apunta maneras y reafirma aspiraciones mayores que las obtenidas hasta el momento.
La Hermandad arrastró a todo Jerez a su feligresía. Y toda ella fue con la cofradía más allá del término geográfico del territorio dependiente de este templo, hasta la iglesia conventual de los Padres Capuchinos en la que repitió el ejercicio de su estación de penitencia. La posibilidad de acceder en su totalidad al interior confirió, de nuevo, un valor añadido a esta parada con sentido religioso y espíritu de llegada para culminar el objetivo de la salida. La imagen era de extraordinaria belleza, toda aquella de la que es capaz el esfuerzo colectivo.
Con capacidad de atraerse para sí, con el uso de ingredientes de indudable gusto cofradiero, a cuantos ya asumen que la fruta está madura. Así se evidenciaban las posibilidades de presente y de futuro de esta corporación penitencial erigida hace apenas un par de años. La Paz de Fátima ofrecía también ayer, en su cortejo, dos faroles nuevos, diez varas... Su avance no es sólo cuestión de oficio, también lo es de capacidad económica, fruto sin duda del innegable esfuerzo que vienen desplegando sus cofrades.
Así ha ocurrido, igualmente, en torno a su paso, en el que comenzaron a verse los espléndidos gubiazos del tallista sevillano Antonio Ibáñez. Del mismo modo aparecieron vestimentas nuevas para algunas de las figuras secundarios del misterio de la entrega de la cruz a Cristo. La poblada escena que ya el año pasado sorprendió en la calle despuntaba signos de perfeccionismo a la luz de un esfuerzo que, en base de lo logrado el año anterior, tanto les cundió en la estación de penitencia disfrutada ayer.
La salida de la cofradía al entorno del Mamelón para acercarse a Capuchinos y adentrarse en una iglesia conventual de cuya acogida tanto sabe Fray Antonio Ruiz de Castroviejo supuso un momento espectacular que arracimó a tanto público entorno a sí que, quizá, constituyó la estampa del Sábado de Pasión. Más tarde, el regreso a su parroquia de Fátima, acompañados de la agrupación musical de Valme, tuvo momentos prodigiosos junto a otros para, cuanto menos, admirar el trabajo realizado.
El sacerdote Buenaventura Sánchez, párroco y aliento de este grupo de jóvenes, no podía ocultar, como director espiritual, su honda satisfacción por el resultado de un recorrido que, se mire por donde se mire, contuvo aromas de cofradía con bastante más solera de la que tiene, en estos momentos, una Hermandad nacida para dar satisfacción a unos barrios que empujan mucho. Las cosas pintan bien en la Hermandad de la Paz, lo suficiente para que sus hermanos se sientan satisfechos por lo alcanzado.
(La Voz, Domingo de Ramos, 05-04-09)
Más nazarenos se sumaron a ese cortejo junto a las novedades que lo enriquecieron desde la misma cruz de guía. Maestrante aporta otra obra para abrir una joven cofradía, como ocurre también con el Soberano Poder. Junto a la gran cruz de guía que ayer abría ya la presencia de la Paz de Fátima, el libro de reglas y su correspondiente pértiga o la bandera de la hermandad ya lucieron en manos de sus nazarenos. Todo apunta maneras y reafirma aspiraciones mayores que las obtenidas hasta el momento.
La Hermandad arrastró a todo Jerez a su feligresía. Y toda ella fue con la cofradía más allá del término geográfico del territorio dependiente de este templo, hasta la iglesia conventual de los Padres Capuchinos en la que repitió el ejercicio de su estación de penitencia. La posibilidad de acceder en su totalidad al interior confirió, de nuevo, un valor añadido a esta parada con sentido religioso y espíritu de llegada para culminar el objetivo de la salida. La imagen era de extraordinaria belleza, toda aquella de la que es capaz el esfuerzo colectivo.
Con capacidad de atraerse para sí, con el uso de ingredientes de indudable gusto cofradiero, a cuantos ya asumen que la fruta está madura. Así se evidenciaban las posibilidades de presente y de futuro de esta corporación penitencial erigida hace apenas un par de años. La Paz de Fátima ofrecía también ayer, en su cortejo, dos faroles nuevos, diez varas... Su avance no es sólo cuestión de oficio, también lo es de capacidad económica, fruto sin duda del innegable esfuerzo que vienen desplegando sus cofrades.
Así ha ocurrido, igualmente, en torno a su paso, en el que comenzaron a verse los espléndidos gubiazos del tallista sevillano Antonio Ibáñez. Del mismo modo aparecieron vestimentas nuevas para algunas de las figuras secundarios del misterio de la entrega de la cruz a Cristo. La poblada escena que ya el año pasado sorprendió en la calle despuntaba signos de perfeccionismo a la luz de un esfuerzo que, en base de lo logrado el año anterior, tanto les cundió en la estación de penitencia disfrutada ayer.
La salida de la cofradía al entorno del Mamelón para acercarse a Capuchinos y adentrarse en una iglesia conventual de cuya acogida tanto sabe Fray Antonio Ruiz de Castroviejo supuso un momento espectacular que arracimó a tanto público entorno a sí que, quizá, constituyó la estampa del Sábado de Pasión. Más tarde, el regreso a su parroquia de Fátima, acompañados de la agrupación musical de Valme, tuvo momentos prodigiosos junto a otros para, cuanto menos, admirar el trabajo realizado.
El sacerdote Buenaventura Sánchez, párroco y aliento de este grupo de jóvenes, no podía ocultar, como director espiritual, su honda satisfacción por el resultado de un recorrido que, se mire por donde se mire, contuvo aromas de cofradía con bastante más solera de la que tiene, en estos momentos, una Hermandad nacida para dar satisfacción a unos barrios que empujan mucho. Las cosas pintan bien en la Hermandad de la Paz, lo suficiente para que sus hermanos se sientan satisfechos por lo alcanzado.
(La Voz, Domingo de Ramos, 05-04-09)
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