La Bodega de la Concha ya sabe qué es soñar. Lo hace día a día haciendo de los caldos que atesora la promesa de una solera con enjundia. También sabe del sueño permanente de los rocieros cuando, una noche al año, cobran cuerpo verbalizados en boca de uno de ellos. Pero no recordaba que el Pregón de la Romería de Pentecostés adquiriera esas trazas, las un sueño, como formato con el que dar novedad sorprendente al clásico contenido mariano y al necesario ejercicio del Camino del Rocío.
Rafael Mateos Benítez pronunció anoche un canto de vísperas a corazón abierto. Cuenta con una voz esculpida con la fuerza del sentimiento y de la vivencia. Por ello lo salido de su boca tuvo el sabor de lo auténtico. Y su pregón dispuso de un eminente amor a la Virgen y a sus hijos, aparecidos con nombres propios que, sin apellidos, se reunieron, en los momentos claves en que era más oportuno por funciones al servicio de la Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Jerez a lo largo de su historia.
Pregón bien escrito se escuchó de su mano. Poemas con peso llevaban esos folios. Lectura natural, sin modulación expresa, se oyó con la voz de un cabal convincente. Antes, Isaac Camacho lo presentaba destancando éstas y otras virtudes. Después, el ex-secretario de los tiempos de su tío Paco Benítez y único hermano mayor de los últimos años que ha repetido en dos ocasiones demostraría con hechos lo que la palabra de su alguacilillo contaba. Su padre, el recordado Antonio Camacho, cumpliría veinticinco años de su Pregón.
El Camino recorrido desde el sueño es la más atinada referencia al estado de ánimo que el público que llenó La Concha atesora en vísperas tan adelantadas, además, este año. Por ello, el éxito de Rafael estaba garantizada cuando los Mateos se levantaban, agrupados junto a la carreta apostada a la verita del escenario, y cantaban la Salve que dejaba ya el pregonero en puertas de la despedida. Después llegarían las palmas por bulerías que siempre suenan y que, pese a ser mera costumbre, el pregonero tanto se merecía este año.
Rafael Mateos Benítez pronunció anoche un canto de vísperas a corazón abierto. Cuenta con una voz esculpida con la fuerza del sentimiento y de la vivencia. Por ello lo salido de su boca tuvo el sabor de lo auténtico. Y su pregón dispuso de un eminente amor a la Virgen y a sus hijos, aparecidos con nombres propios que, sin apellidos, se reunieron, en los momentos claves en que era más oportuno por funciones al servicio de la Real e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Jerez a lo largo de su historia.
Pregón bien escrito se escuchó de su mano. Poemas con peso llevaban esos folios. Lectura natural, sin modulación expresa, se oyó con la voz de un cabal convincente. Antes, Isaac Camacho lo presentaba destancando éstas y otras virtudes. Después, el ex-secretario de los tiempos de su tío Paco Benítez y único hermano mayor de los últimos años que ha repetido en dos ocasiones demostraría con hechos lo que la palabra de su alguacilillo contaba. Su padre, el recordado Antonio Camacho, cumpliría veinticinco años de su Pregón.
El Camino recorrido desde el sueño es la más atinada referencia al estado de ánimo que el público que llenó La Concha atesora en vísperas tan adelantadas, además, este año. Por ello, el éxito de Rafael estaba garantizada cuando los Mateos se levantaban, agrupados junto a la carreta apostada a la verita del escenario, y cantaban la Salve que dejaba ya el pregonero en puertas de la despedida. Después llegarían las palmas por bulerías que siempre suenan y que, pese a ser mera costumbre, el pregonero tanto se merecía este año.
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