Y los dedos, sin trasladar la tensión a la mano que evidenciaría la fortaleza de la presión, consiguen el milagro que invita a olvidar la dureza de la materia prima, que suscita sensaciones de ternura en el mármol, que incita sensualidades de sorprendente certeza.
'El rapto de Proserpina' es como la vida misma. Ves el conjunto de esa magnífica obra del primer cuarto del XVII y, disfrutando de las capacidades de Bernini, recibes la imagen de un torbellino, la lucha necesaria para resistirse a las intenciones de Plutón, rey del Inframundo.
Luego vas al detalle y detectas dulzura, el trato exquisito que no encuentras si ves el conjunto de la obra escultórica. ¿No es así como uno aprecia el día a día a veces tan exigente e injusto cuando no se ha alcanzado aún la madurez para ir al detalle? Luego la edad ayuda.
Y serenas el ánimo, relativizas batallas, aprendes felicidad, abandonas maximalismos. Es como lo del bosque y el árbol, pero al revés. No te apartes para ver en el conjunto lo mejor que te ofrecen las cosas. Ve al árbol y no a la arboleda, a la persona y no a lo que llaman ciudadanía.