"Si no creemos en la libertad de expresión para la gente que despreciamos, no creemos en ella para nada", dijo el lingüista y filósofo Noam Chomsky con más razón que un santo. Por cruda que parezca la aplicación de esta máxima genérica a la situación particular creada en el caso originado en Twitter contra la alcaldesa de Cádiz Teófila Martínez.
El vuelo del pájaro que da logo a la conocida red social en la que se han acumulado ciertos abusos ahora camino de la Fiscalía no es sino señal de la libertad de expresión que durante tantos años se reclamó en este país y que ahora, gracias a sitios como Twitter, pone a los contribuyentes tan cerca de los gobernantes para decirles aquello que se quiera.
Siendo ello cierto no puedo ahora sino repudiar todo aquello que pueda ser pasto de los tribunales, la creación del perfil falso felizmente suspendido y, por supuesto, que existan usuarios capaces de desvirtuar la sacrosanta libertad de expresión y convertir un instrumento tan adecuado para cruzar opiniones como la conocida red social en lugar de escarnio gratuito.
Podría decirse que va en el sueldo del político aguantar carretas y carretones, hoy en Twitter como desde hace décadas en los medios más tradicionales o desde tiempo inmemorial en los chascarrillos de la plaza, ágora pública heredada de los creadores de este invento que llamamos Democracia. Pero de ahí a lo que se ha leído estos días dista una eternidad.
Y me pone los pelos como escarpias la posibilidad de una orquestación de mayor o menor dimensión que, desde posiciones políticas contrarias, arrastre a ciertas mentes (con poco criterio en ese caso) a agresiones verbales o incluso a amenazas de muerte. Ya tardan en desmentirlo quienes debieran hacerlo, aunque sea para ofrecer el apoyo a la agraviada.
Hace tiempo que sigo el perfil @teofilamartinez. Y es el momento de que te lo anotes si aún no lo tienes entre aquellos a los que prestes atención. Es más, si no tienes twitter quizá sea hora de que te incorpores y degustes los benéficos efectos que ofrece cuando el buen uso, nada reñido con el ímpetu en la discrepancia, reina por encima de las malas artes.
Young Thug – Twitter Song
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