Acabo de llegar a casa. Y lo hago necesitado de un respiro antes de acostarme y tras una tarde noche familiar en la calle. Un chupito de licor de hierbas y la tele proceden a convertirse en distensión previa al sueño. El primero, muy frío, me proporciona un sorbo especialmente agradable. La segunda, muy caliente, oferta una batería de preguntas insidiosas a una presentadora hija de presentadora cuyas respuestas dan cuenta de lo malo malísimo que parece ser el efecto de la sombra materna.
Termina interesándome más la copa que ese programa. Lo reconozco. No en balde hay historias tan sabidas como aburridas las reiteraciones que insisten en creer que es eso lo que interesa al telespectador. Por ello, quizá, y alentada la imaginación seguramente por el licor de marras, prefiero repensar a quién aplicaría yo el mencionado polígrafo. Son tiempos de grandes dudas que sé que existe quien pueda aclararlas. Incluso entiendo que aquellos que lo tienen a su alcance tengan mucho que callar.
¿Qué encargo trae el capitán del portaviones británico que se espera en Rota en el caso que, estando en nuestra tierra, la tensión en torno a Gibraltar creciera? ¿Qué piensa la alcaldesa García-Pelayo de las cifras aportadas ayer por el grupo municipal socialista jerezano señalando el aumento de la deuda del Ayuntamiento en un 407%? ¿Por qué narices no se va del Xerez el tal Ricardo y cierra un chiringito que hace tiempo se aparta del sentimiento de orgullo por cuanto a lo largo de su historia ha conseguido el club?
Mientras llega el modo en que estas preguntas sean respondidas, apuro el licor de hierbas y dejo que termine de hablar Terelu. Y si tuviera un polígrafo a mi alcance alguna vez quizá me animase a buscar el trasfondo de aquellas otras cuestiones que me importan bastante más que la envidia que tenga o no la susodicha a los miembros del Eje del Mal o a los restantes 'salvadores' de Mediaset. Por mucho que ellos lo crean, no son la vida misma. La vida son aquellas otras inquietudes y las que pasen ahora por su mente.
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