Jerez vive pendiente de septiembre. La vendimia no ha de llegar con mejores noticias que en los últimos años. El inicio del curso (escolar, laboral, político...) tampoco se avecina con nuevas dignas de mayor expectación, de momento. Y los cultos de la Patrona Virgen de la Merced aún aguardan alrededor de un mes. Pero el mes que llega ya ha adelantado hasta la mediación del anterior la estela de una joya de la mejor orfebrería cofradiera.
La Esperanza de la Yedra será coronada canónicamente el día 14 y desde la noche del jueves las trazas de la obra de los hermanos Delgado descubierta en el acto de Los Claustros de Santo Domingo ya va de boca en boca. No es fácil ser objetivo en medio de la euforia que el signo eclesial que se convertirá en ofrenda en las sienes de la Virgen de La Plazuela ha provocado en la ciudad. Pero mi análisis pretende serlo aun sin olvidar los tiempos que corren.
La situación está para que los dispendios inoportunos no tengan cabida en la agenda de nuestros gastos individuales o colectivos. Y no son pocos los que ya señalan en este gesto que desde hace años se desea en el popular y humilde barrio de las Puertas del Sol un desvarío propio de otros tiempos que no dejaría, siempre según versiones que yo creo cargadas de demagogia, en demasiado buen lugar ante la sociedad al mundo de las hermandades.
La verdad es, sin embargo, sensiblemente distinta. Doce tomos encuadernan en verde las razones históricas, devocionales y sociales (sí, también sociales!) que avalan la aprobación de esta coronación canónica. Miles de oraciones y sus consecuencias urgen el signo tras haberse convertido en tal multitud de pequeñas ofrendas cuyo oro reside más en el terreno de lo trascendente que en el puramente joyero. Lo aseguro desde el conocimiento de causa.
Pero es legítimo que haya muchas personas a las que no haya conseguido convencer con mis argumentos. Y bien que lo respeto. A ellos sólo añado, al rumor de la archiconocida canción de Diego Torres con que complemento esta entrada en el blog, que la necesidad que tiene el mundo de pintar el horizonte del color de la esperanza es tal que bien vale un ejercicio de invocación divina. No hay mejor consuelo para los que peor lo llevan. Demostrado.
Usted puede seguir creyendo lo que quiera. Eso hacen, por su parte, tantos vecinos como los que desde La Hoyanca, Cañameros, Sol, Empedrada, Mariñíguez, Pañuelo, Cruz Vieja, Molino de Viento, Zarza... han venido sintiendo cercano el amparo de la Virgen de la Esperanza y la compañía y ayuda que, en nombre de esa devoción mariana tan grande, ejercen los cofrades de La Yedra. Cómo consolamos los demás en medio de la crisis?
Diego Torres – Color Esperanza
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