Tal y como está el patio no falta quien teme que deba irse a trabajar a Finlandia. Ha sido oír hablar de la Semana Europea de la Movilidad y pensarse, uno del que no diré el nombre, que esto iba de un cierto derecho de pernada por el que la empresa iba a poder mandarte a donde quisiera. Tampoco nos hemos quedado sin el que se ha pensado que lo cambiaban de puesto porque sí.
Pero ni geográfica ni funcional, que eso de la movilidad que llevamos unos días escuchando en todos nuestros pueblos y ciudades es aquello de un transporte cada vez más acorde con lo que una mejor calidad de vida nos demanda. Por ello Chiclana se declara Ciudad +Bici y Guadalcacín va y proclama la conveniencia de disponer de una movilidad sostenible. Ea, pues vamos al lío.
Pero sin liarnos ni hacer demagogias tontorronas, que al final entre lo utópico y lo poco operativo terminamos donde siempre: al volante del coche. Para qué perdernos en chilindrinas, no? Pues hay que perderse, sí. Que la cosa se pone cruda y el crudo, como ya apunté cuando tocó valorar los híbridos en el blog, se nos pone a precio de beluga. Por no abundar en los costos medioambientales.
A elegir toca pues. Lo más razonable es el autobús. Lo del ciclomotor para callejear por el centro tampoco es mala cosa. Y en este último caso, si se anima, siempre nos queda la bici. Al cole, en patinete. Y para la generalidad de los mortales en función siempre de cómo andemos de prisas o de distancias, el 'coche de San Fernando'. Lo del ratito a pie y el otro andando siempre funciona.
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