Esta noche comienza la Novena de la Merced, que es mucho más que unos cultos para 'perezlunas' y 'bohorques' que requieran indispensablemente de la llegada del 24 de septiembre para que, ya en la calle, parezca la fiesta de todos. O sea, que hay que acercarse a la Basílica para comenzar a sentir la liberación que el carisma mercedario representa.
Así las cosas, y cuando esto no es más que un guiño sin mayor pretensión, procedo a proclamar que toca acercarse al manto blanco de la Patrona, que no se quede la cosa en ganas de procesión sin más. Y que conocer cuanto significa la presencia entre nosotros de la Virgen presidiendo la labor de los frailes de San Pedro Nolasco es buen objetivo para los próximos días.
Nació la Orden para liberar esclavos. Y ellos, representados en los dos que se postran con sus cadenas ante la imagen jerezana, son el destino de una labor histórica que ahora tiene, me temo, más trabajo que nunca. Es cosa de ponerse manos a la obra en el reconocimiento de las redenciones que nos hacen falta a diario para romper los grilletes que sufrimos.
Esclavos del trabajo los que pese a todo tenemos la suerte de disfrutarlo o de las necesidades los que sueñan con dejar el paro, esclavos de esas cosas que creemos indispensables en nuestra vida hasta que la crisis nos enseña que podemos pasar de ellas, esclavos del dinero, del tabaco o del alcohol, de los videojuegos o del móvil... Esos somos a día de hoy.
Es cuestión de repensar nuestra vida. Sin más. De clarificar prioridades. De alcanzar la dicha de sobrevivir a nuestras propias vanidades. En fin, de romper incluso las esclavitudes del tiempo... que aquí me tienes, querido amigo, corriendo para dejar mi entrada a tu disposición antes de acudir a la Novena sin abandonar mis obligaciones de cada tarde.
Orquesta Sinfonica De Belgrado – Nabuco: "Coro de Esclavos"
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