Me piden que dé caña

Si me preguntaran ustedes ahora para qué nació el blog, no sabría responderles con una sóla afirmación. Fue importante para ello rescatar artículos publicados en prensa y que, más allá del papel, corrían el riesgo de perderse para aquellos que gusten de reelerlos en algún momento. También cabe subrayar como motivo la pretendida promoción de ciertos valores que, asentados en mi fe, podían convertise en interesantes reflexiones. No podríamos, tampoco, olvidar la satisfacción de mi gusto por escribir sin necesidad del rescate de lo encargado para el periódico ni la urgencia de una presentación del humanismo cristiano como alternativa a un mundo tan vacío.

La presencia o no de análisis políticos no fueron nunca pretensión colocada en primera línea. Pero pudo ir apareciendo en función de que mi defensa de un estilo evangélico de vida entrara en colisión, no buscada pero inevitable, con realidades ante las que no parto pera. Sirva de ejemplo cualquier planteamiento abortista. Para que ustedes lo entiendan. A partir de ahí, he de constatar extrañas reacciones de lectores que malentendieron alguna vez el sentido, quisieron llevarse las cabras a su corral y terminó pasándoles por encima el tren de una evidencia contundente: nada nace en el blog contra nadie, pero no evitamos aquello que llega fruto de la coherencia.

Ahora me encuentro con un político jerezano, representante de una alternativa minoritaria y gran seguidor del blog, que me apunta una necesidad que aprecia: "¡Tienes que dar más caña, Gabriel!" Uno nunca sabe la intención con la que se formula una apreciación de este tipo. Pero sí que agradezco la consideración por corresponder a un interés por cuanto este 'juntaletras' deja escrito a diario. Las preguntas me las hago tras la conversación, y cuando él ya no está delante. ¿Caña? ¿Contra quién? ¿Por qué? ¿De qué modo? Me piden que dé caña y creo que la cuestión es, más bien, la verificación de que ello, quizá, esté ya ocurriendo sin que siquiera me lo proponga.

Pepe Bouza llama 'finezza' a este estilo mío de reforzar las entrelíneas con fundamentos inéditos para aquellos que no leen más que aquello que parece decirse. Lo otro, a veces, requiere de las herramientas de un talentoso avistamiento fruto de un acervo más rico que el del común de los mortales. Mateo López siempre quiso menores sutilezas de mi parte cada vez que escribo con un cierto tono crítico. ¿Y usted, qué espera de mis entradas en el blog? No estoy aquí más que para satisfecerme a mí mismo pero... ¿se animan a decirme?