jueves, 12 de agosto de 2010

Noche de perseidas

San Lorenzo deja algo más, cada agosto, que el calor abrasador de su martirio en la parrilla: es noche de perseidas ésta que nos aguarda. Lluvia de estrellas o las lágrimas del santo, se trata de una de las más bellas expresiones, disfrutada desde la superficie terrestre al menos, de la grandeza del Universo. Y tan admirable gozo habría de rescatar siempre la sospecha de un Señor que, con bata de pintor en esta ocasión, tiene, allá en el cielo, el mejor de los lienzos posibles.
Tanta belleza tiene una bien asentada significación científica. Llueven meteoros de actividad alta, a una velocidad de 59 km/s. No es la mayor pero sí la más popular y, radiando desde la constelación de Perseo (de ahí su nombre), sólo podremos verlo en el Hemisferio Norte. Y si en la Edad Media quisieron ver el llanto de Lorenzo yo buscaré, sentado en el patio de casa, el vestigio del Creador. No me parece posible que semejante espectáculo no tenga en él a su autor.
Salpicones de sus pinceles chorrearan sobre el negro más expresivo que podamos echarnos a la cara. Trazos sacados de la paleta de la Gloria se empeñarán en mostrarnos la inmensidad del Cosmos. Brillos de la gracia nos adelantarán el gozo bendito de una verdad con mayúsculas: somos la nada en medio de tanta majestad. Y, sin embargo, alguien ha dedicido que seamos los espectadores de primera fila ante semejante conjunto de virtudes celestes.
Esta noche se lo agradeceré.

1 comentario:

  1. Somos la nada en medio de tanta majestad... Yo también me senté para disfrutarlo y hasta pienso que vi una..., durante unos momentos la inmensa pizarra del cielo me dio una tranquilidad que necesitaba y sin esperar me dibujó un deseo que espero se cumpla algún día.
    Amigo mío, tus post son una lluvia de perseidas que me dan la paz que ayer me dio el inmenso cielo.

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