lunes, 9 de agosto de 2010

Jerez se orienta hacia La Meca

Foto de Esteban
Sin almoecín ni minarete, la llamada se siente en Puertas del Sur. Las dos carnicerías halal, especializadas en el gusto árabe así como en el cuidado de los preceptos musulmanes, descargan de sus vehículos corderos enteros y grandes trozos de ternera, que acceden a sendas tiendas entre el intenso olor de las especias y juegos de té a la venta, entre versos del Corán colgados en sus paredes y un toque especial en el trato de sus habituales.
Las naves más visibles al transeúnte abren a la venta del todo a cien mientras en el rincón más escondido de las miradas curiosas una de ellas guarece un papel más noble que el del comercio barato: la única mezquita de Jerez también se prepara, especialmente en este caso, para la fiesta musulmana por excelencia. A cuatro días del comienzo del Ramadán, la población islámica de la ciudad bulle en preparativos dignos de la mirada del resto de los ciudadanos.
Desde el próximo miércoles día 11 de agosto, los fieles de uno de los grandes monoteísmos rezarán más allá de las cinco veces que a diario suelen hacerlo a lo largo del año. Orarán y ayunarán durante todo un mes. Y también desayunarán cuando la noche haya caído y llegue el momento, antes de la llegada de la luz de un nuevo día. Así está estipulado y también en ello encuentran motivos para la reunión y para la fiesta en torno a platos especiales o a unos meros dátiles.
Son unos mil los jerezanos que practican, con mayor o menor frecuencia, su credo mahometano. Casi todos estos fieles trajeron su fe al cruzar el Estrecho, son inmigrantes procedentes la mayoría, según el Padrón Municipal del Ayuntamiento de Jerez, de Marruecos (696). No faltan los argelinos (236), mauritanos (84), nigerianos (28) y, en cantidades bastante menos significativas, tunecinos, turcos, sirios, indonesios, iraquíes, ghaneses o costa marfileños.
Se espera que, durante el Ramadán, acudan alrededor de 500 de estas personas a la mezquita, apenas una nave cuyo exterior decepciona como templo. Claro que, como suele ocurrir con la arquitectura árabe (pese a que ésta sea local y puramente industrial), el interés está dentro. Una vez descalzado, se descubre un espacio enmoquetado, versículos y frases del profeta colgadas en las paredes y, al fondo, la 'quibla' en un rincón orientado hacia La Meca, como Dios manda.
Ibrahim Elilo es el imán de la única mezquita de Jerez (108 en toda Andalucía y 9 en la provincia de Cádiz). A punto de presidir la oración de mediodía del viernes, la más importante de la semana, señala a la quibla (hornacina ubicada mediante brújula) y recuerda que «aunque hay gente que no reza durante todo el año viene a hacerlo en el Ramadán». Es comparable a una cita cristiana como Semana Santa, capaz de convocar como no lo consigue la misa dominical.
Elilo apela a la raíz común de los tres grandes monoteísmos para señalar que «judíos y cristianos también fueron llamados en la antigüedad a cumplir el Ramadán». A la hora de hablar de diálogo interreligioso insiste en un par de palabras: convivencia y respeto. No oculta que, pese a los rigores que exige la fe islámica, «el Ramadán es una fiesta». Con todo, desmonta la idea de que la llegada de la noche traiga excesos gastronómicos para compensar los recortes diurnos.
Más delicado es hablar, peor quizá en vísperas de una cita tan importante como el Ramadán, de temas como la integración de los inmigrantes en la cultura del país al que llegaron un día o sobre hechos relacionados con el integrismo, el terrorismo o agravios a la mujer. Y, con todo, no renuncia, el imán, a enviar un mensaje que permita dar otra imagen: «Nosotros vinimos a vivir con ustedes y tendríais que conocernos mejor: ayudamos a la gente, hacemos el bien...».
Por lo que se refiere a otras cuestiones, no duda en desmarcarse de aquellos que puedan manchar la imagen de su credo. «El Islam no es así, nos duele el integrismo, el terrorismo y otras cosas que ofrecen una mala imagen de nuestra religión», dice Ibrahim Elilo. Se empeña por aclarar que «nosotros somos otra cosa». Un ejemplo del tono de las prácticas es que, en el reconocimiento de que están en un país con libertad de culto, «no imponemos el cumplimiento de los preceptos, damos libertad incluso en el uso del pañuelo para las mujeres».
(La Voz, 9-Agosto-2010)

5 comentarios:

  1. Hermano Gaby: tengo relaciones familiares con personas de religión musulmana, lo que me hace conocer muy bien cómo son realmente más allá de los tópicos y más allá de quienes pretenden erigirse en la quintaesencia de un islam que, afortunadamente, no es el que practica la inmensa mayoría. En su nombre y en el mío te agradezco la ponderación de tu artículo-entrada. Viniendo de ti adquiere mayor valor: vuelves a demostrar que el entendimiento y el respeto entre distintos es realmente posible. Me inspiras para que también yo me esfuerce día a día en evitar los tópicos y los excesos sobre la religión católica, mayoritaria en nuestro país. Un abrazo.

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  2. Gracias, hermano Pepe. Me alegro de que te guste. No todo el mundo sabe (aunque alguno porque no quiere enterarse) que no soy un cristiano integrista, que me gusta el diálogo interreligioso y que soy curioso de todos los cultos inspirados en el bien común, especialmente los grandes monoteísmos (creo en un Dios único que, Padre y Madre, se convierta en inspiración de mi vida). Aunque no aparece en el reportaje, le pregunté a Ibrahim si mi Dios y Alá eran el mismo. Me ha resultado imposible trasladar con la palabra la complicidad con la que ambos nos miramos en ese momento. Falta conocimiento mutuo. Mira a ver qué podemos hacer para solventarlo. Un abrazo.

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  3. Por cierto, querido amigo, deja que te diga que no es su condición mayoritaria en nuestro país lo que debe presidir tus consideraciones bienintencionadas sobre la religión cátólica. Sino aquello bueno que traiga a la sociedad. Debe ser cosa de la edad, pero cada vez me convencen menos las mayorías por la mera razón de serlo. Y eso sirve tanto para estas reflexiones confesionales como para la política. Por ejemplo.

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  4. En efecto, no es su condición de mayoritaria lo que me importa de la religión católica, o no sólo. Pero por serlo, sí son más habituales las confrontaciones con quienes no la practicamos y más fácil caer en los excesos, por una y por otra parte, de ahí que piense que haya que extremar el cuidado. Tales situaciones difícilmente se darán con una religión mayoritaria en Micronesia, por poner un ejemplo. En cuanto a las mayorías en política (ah! la política!), como en cualquier ideología o creencia, sólo diré que entre el "pueblo soberano", que respeto, y la "masa enloquecida", que detesto, sólo hay una delgada línea. No digo más.

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  5. Completamente de acuerdo. Sobre todo con esto último. Un abrazo.

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