Foto de Juan Carlos Corchado |
Quiere asegurarse, antes de iniciar la entrevista, de que hablaremos más de la obra que realizan las Hijas de la Caridad que de ella misma. Esa humildad delata el espíritu de su entrega. Pero la realidad es que son sus méritos personales los que acreditan para el título de Hija Adoptiva de Jerez a esta chiclanera de cuna. Su relato descubre, aunque fuera inconscientemente, que dispone de una trayectoria verdaderamente admirable.
-Tras dedicarse fundamentalmente a los niños, Jerez la ha consagrado a los pobres, sin acepción de edad. ¿Cómo se siente aquí?
-Tras dedicarse fundamentalmente a los niños, Jerez la ha consagrado a los pobres, sin acepción de edad. ¿Cómo se siente aquí?
-Siempre me he sentido muy acogida por los pobres, así como por las propias hermanas. Estoy muy contenta en esta casa.
-¿Y no echa de menos aquel trabajo más específico con los niños?
-Es cierto que he estado con niños desde que ingresé en las Hijas de la Caridad en 1947 hasta mi llegada aquí, donde también tenemos guardería. Lo mío aquí ha sido más dedicarme al comedor. Pero los niños, pese a las situaciones en las que me los he encontrado, me han dado mucho cariño. Me llamaban madre. Eran niños con problemas y los traían al hogar de Chipiona.
-¿Qué tipo de dificultades sufrían?
-Eran problemas familiares y venían por medio de una cuota al mes de Auxilio Social por cada niño. Estaban muy bien con nosotras, disfrutaban mucho, tenían su piscina e, incluso, se le hizo un campo de fútbol que los niños quisieron bautizar con mi nombre.
-Si entonces le agradecieron su labor dedicándole un estadio ahora, en Jerez, le dedican otra cosa. ¿Cómo recibe el título de Hija Adoptiva?
-Yo lo recibo muy contenta pero no me lo merezco. Yo no he hecho grandes cosas para que se acuerden de mí de este modo. Pero me satisface que es un reconocimiento para las Hijas de la Caridad. Me hace más feliz pensar que no va a repercutir en mí personalmente, sino en todas las religiosas que han pasado por esta casa y que tanto bien han hecho en la ciudad de Jerez.
-Lo piden los miembros de una entidad que le conocen bien, la Asociación Obispo Rafael Bellido.
-Lo tengo que agradecer, a ellos y a la corporación del Ayuntamiento, que se ha dignado aceptar esto. Estoy muy contenta y muy feliz de sentirme hija de Jerez. Pero también lo soy de Chiclana.
-Se le reconoce a una religiosa su acción en favor de la sociedad. Para como están las cosas tampoco parece que eso esté mal, ¿no?
-Yo también he pensado eso. No creas que no. Con la vida como está, que se acuerden de una religiosa tiene valor. Pero conste que es para las Hijas de la Caridad. Porque Jerez aprecia lo que se está haciendo desde aquí, especialmente en estos momentos.
-En medio de esta crisis parece de obligado cumplimiento agradecérselo a ustedes de algún modo, aunque no fueran más que las administradoras de la generosidad de Jerez.
-La solidaridad y la generosidad de mucha gente es muy de agradecer, sobre todo cuando responden a épocas en las que la despensa está más vacía. Siempre le ha faltado tiempo a Jerez para responder a los llamamientos que se han ido haciendo en demanda de ayuda. No quiero nombrar a nadie, que se me pasaría alguno, pero estoy muy agradecida por esa generosidad. Todos tendrán su premio por ello. De todos nos acordamos en nuestras oraciones. Gracias a Dios hay mucha gente que trabaja por el bien, con grandes o pequeñas aportaciones. Que sigan con esta generosidad y esta alegría, que saldremos de todas las situaciones complicadas.
-¿Cree usted, entonces, que saldremos de esta crisis, hermana?
-Pues claro, por qué no. Tenemos que tener fe siempre. Dios vela por nosotros y ya ve que lo estamos pasando mal. Y algunos se conforman con poco.
-Parece, pues, que aquí son tan importantes las ollas llenas de potaje como las de las oraciones.
-Las dos son importantes. El estomaguito tiene que estar lleno para llevar la vida adelante. Y las colas que pueden ver quienes pasan por esta plaza Ponce de León lo dejan claro. Ahora, en verano, parece que han bajado un poco. En estos días están viniendo menos.
-¿Cuántos vienen estos días?
-Nosotros tenemos 160 familias apuntadas, con una media de cuatro o cinco miembros, para llevarse la comida. Ahora vienen 100 ó 110 familias. Han bajado desde julio. Y de los transeúntes, que vienen a comer aquí, solemos tener unos 100 pero ahora vienen unos 80 en esta época de verano. Y de entre los que vienen a por el bocadillo el domingo vienen unos 100. Se lo llevarán a la playa que también tienen derecho a darse un bañito. El Señor da agua para todos.
-¿Y no vendrán menos por los brotes verdes de los que habla el presidente Zapatero?
-Yo digo que la situación está igual. Yo no veo brotes verdes todavía. Hay muchas familias que se están quedando sin trabajo y cada día hay más despidos en las empresas. De eso se tendrían que ocupar los dirigentes. A ver si se les echa un cable para que salgan adelante. ¡Qué alegría que se viera el comedor cerrado porque no viniera gente!
-No tenemos fecha para que usted recoja el título de Hija Adoptiva pero... ¿ha pensado ya qué mensaje le dará a Jerez cuando lo reciba?
-Ese día diré un «viva» muy grande para Jerez. Y que el Señor agradezca a todos su colaboración con nosotras, que nos hemos consagrado por los pobres.
(La Voz, 16-Agosto-2010)
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