Foto de Juan Carlos Corchado |
Catorce puntales sujetan el techo decrépito de una habitación de apenas 9 metros cuadrados llena de humedades tras un verano que, con todo, ha secado buena parte de estas oscuridades de la pared. Lo sorprendente es que, además, quepa un televisor y una butaca desde la que Antonio disfruta, como puede, de la emisión. La escena puede contemplarse en Raboatún 4, allá donde La Vid demuestra mejor los sesenta años con que cuenta ya la barriada.
El retraso en el abono de una subvención a la comunidad de propietarios impone esta escena. En el año 2007 fue solicitada a la Junta de Andalucía con cargo al Programa de Rehabilitación Singular de Edificios. Un par de años después ya contaban con la ayuda aprobada pero la situación económica general y de la Administración en particular dejó en el pozo de la desesperanza el gozo fugaz de unos vecinos que se miran ahora en el espejo de los habitantes del bajo derecha.
Que empiecen las obras ya El retraso en el abono de una subvención a la comunidad de propietarios impone esta escena. En el año 2007 fue solicitada a la Junta de Andalucía con cargo al Programa de Rehabilitación Singular de Edificios. Un par de años después ya contaban con la ayuda aprobada pero la situación económica general y de la Administración en particular dejó en el pozo de la desesperanza el gozo fugaz de unos vecinos que se miran ahora en el espejo de los habitantes del bajo derecha.
«Lo que queremos es que empiece la obra ya», dice María García, presidenta del bloque. Pero antes es necesario que lleguen los alrededor de 60.000 euros concedidos por la Junta. De ellos dependen el arreglo de la terraza que amenaza, en el exterior, con caerse así como de las humedades sufridas, especialmente, por Antonio Arévalo y María Reyes, un matrimonio que aún se atreve a esbozar una sonrisa en medio de este panorama.
Lo cierto es que en abril, cuando todo estaba ya preparado para el inicio de la obra -compañía constructora prevista, licencia de obras del Ayuntamiento...-, «me llaman y me dicen que no firme nada con ninguna empresa, que no contratemos porque queda todo paralizado». Pero ya era tarde para comprender la situación que pueda obligar a la Junta a aplazar el pago de la subvención: el techo del principal afectado ha comenzado a caerse y la arquitecto señala el peligro.
Es en ese momento cuando se decide apuntalar tanto la habitación de la tele que Antonio se resiste a no ocupar como el balconcillo exterior cuyo estado da miedo. Sólo la necesidad de la empresa constructora seleccionada, que no contratada aún, de hacerse cargo de la obra permite que las medidas preventivas de sujección no corran por cuenta de los vecinos. «Esperábamos que comenzaran este verano porque... ¿cómo vamos a aguantar así otro invierno de lluvias?», dice la presidenta.
Carta de la alcaldesa
Antonio Muñoz, el secretario de la comunidad de vecinos, muestra entristecido la carta de la alcaldesa que recibieron como anuncio de la concesión de la ayuda: «Mira, sólo han buscado apuntarse el tanto», dice enseñando la circular que Pilar Sánchez, la alcaldesa, finaliza «con la confianza de que esta iniciativa sea de su absoluta satisfacción y reiterándole mi compromiso de que el Ayuntamiento mantendrá su apuesta por el bienestar de los jerezanos y las jerezanas».
La finca cuenta con seis vecinos pero, entre ellos, son Antonio Arévalo y su esposa quienes peor lo llevan: «Ni un preso vive peor que yo», asegura señalando que seguirá viendo la tele en esa habitación. «¿Qué voy a hacer sino tengo otro sitio?» se queja sin ocultar que le da miedo cada vez que aparta su mirada del aparato y la lleva al techo. El único mueble que queda dentro no ha sido retirado de la pared que sufre el mayor daño por temor a cómo se encuentre esa zona.
Deprimidos
María Reyes, su cónyuge, asegura, por su parte, estar deprimida. «Nos fuimos de vacaciones y los tres últimos días estaba mala sólo de pensar que tenía que volver a meterme aquí», recuerda insistiendo que «no hay derecho a que dos personas que tenemos ya más de setenta años estemos viviendo en estas condiciones». De hecho, un dormitorio ha sido arreglado por ellos mismos ante la imposibilidad de habitarlo de otro modo.
«Debajo de un puente vamos a tener que irnos a vivir cuando vuelvan las lluvias», dicen en medio de una única esperanza: «Nos han dicho en la Junta que estamos los primeros a la hora de recibir la ayuda». Siempre les queda releer la carta que les envió la alcaldesa: «Este esfuerzo de colaboración entre administraciones es una muestra más de nuestro firme compromiso por la vivienda, para ampliar el parque de VPO y rehabilitar las barriadas populares...»
Antonio Arévalo, con la cachaza que dan su tono bienhumorado y una resignación que es fruto de la impotencia, levanta la cabeza del escrito y se atreve a pedirle otro compromiso a Pilar Sánchez: «Una semanita aquí sentada, eso es lo que tiene que hacer; y mi señora y yo le ponemos de comer y todo, pero que vea cómo estamos viviendo». De momento, el que sigue atreviéndose a sentarse en tan temible sillón sigue siendo él. Al fin y al cabo es lo único que puede hacer, seguir esperando.
(La Voz, 23-Agosto-2010)
Gabi, es increíble la promoción que se esta haciendo últimamente de nuestra ciudad en los medios nacionales, la lentitud de la administración para la ejecución de estas obras, la ineficacia del Gobierno municipal para dar solución provisional a estas personas y la plaga de pulgas en el centro o sea lamentable.
ResponderEliminarSaluditos.