Foto de Javier Fergo. |
Una reunión de los vecinos con la delegada de Participación, Lidia Menacho, y representantes policiales permitió recibir el reconocimiento para una situación que creen insostenible. «Estamos ante un problema de seguridad impresionante, lo que aquí se vive cuando se pone el sol no es para dicho», señala Cantos. Así, aquello que parecía, hace unos años, algo espontáneo vinculado a la masiva afluencia a locales de moda es ahora calificado sin remilgos como la actividad de «15 prostíbulos».
«Esto empezaría hace dos o tres años», aclara el presidente de la asociación de vecinos Plaza del Caballo que reconoce que «no nos vamos a rasgar las vestiduras porque, indudablemente, todas las personas tienen sus derechos pero hay algunas actividades que no se pueden permitir en un lugar como éste», añade Cantos con indisimulado enojo. «Son actividades contra la convivencia que además atraen la delincuencia y, por eso, no las podemos permitir los demás ciudadanos», dice.
A rebufo de Sevilla y Málaga
Las situaciones denunciadas, por sus similitudes con las que hayan podido denotarse en otras ciudades andaluzas, comienzan a encontrar, en algunas de ellas, las propuestas que los vecinos de esta zona jerezana plantean ya al Consistorio. Así, el pasado 28 de octubre, por ejemplo, entró en vigor la ordenanza de convivencia del Ayuntamiento de Sevilla, que más allá de multar a las prostitutas que ejercen en la calle (por considerarlas víctimas) actúa directamente contra los clientes y los proxenetas.
Las normas de Málaga, Granada o Almería también tienen como principal objetivo a la mujer. Y en la capital malagueña, por ejemplo, fue habilitado el mes pasado un lugar donde mujeres y hombres puedan ejercer sin ser multados. Desde Jerez se comienzan a contemplar estas actuaciones con buenos ojos porque «no hay derecho a que nuestros hijos de cinco o seis años estén viendo aquí a señoras a las cinco o las seis de la tarde en la puerta de los locales ofreciéndose a cada hombre que pasa», explica.
Javier Cantos, al pedir esta ordenanza de convivencia para la ciudad, resume su interés en que «lo mismo que no puede realizarse la actividad de una azucarera o corte de chapas en una calle tampoco se deben desarrolla otras igualmente molestas como es la prostitución». Y asignarles zonas que no molesten a nadie, algún sitio donde no haya vecinos, es lo que se pretende. Por ello, añade que «no se trata de llevárselo de aquí a otra zona de Jerez porque ya lo hemos vivido en Madre de Dios o Divina Pastora».
Las quejas vecinales añaden que, además, la actividad denunciada no se ejerce solo en los locales de copas sino que «tienen pisos alquilados en la zona», explica Cantos, así como que «la prostitución trae también tráfico de drogas y con ello la escoria y lo más bajo de la ciudad y de los alrededores». Del mismo modo denuncian que los propios propietarios que tienen los locales arrendados no vigilen a qué los dedican: «No pueden largarnos a los vecinos problemas de este tipo».
Una guía erótica recoge alguno de estos locales
Resulta clave a la hora de entender el pataleo en la avenida de Méjico que los vecinos reúnen evidencias que hace tiempo les hizo dejar de creer que la actividad que denuncian fuera no más que una casualidad, un efecto espontáneo de la intensidad que la moda de sus locales llevó una vez a aquella zona. Aseguran que la prostitución es una actividad intencionada, organizada y publicitada junto a sus viviendas. Incluso señalan a los proxenetas.
Un ejemplo que, según Javier Cantos, evidencia la naturaleza de lo que ocurre en estos locales es una guía erótica provincial que era repartida recientemente en estas calles cercanas a la plaza del Caballo. En sus páginas, llenas de chicas desnudas y anuncios de prostitución y otras actividades cercanas, aparece alguno de estos establecimientos de la avenida de Méjico. Ello, y las invitaciones directas de las chicas en plena calle (incluso a media tarde), escandalizan a los vecinos.
(La Voz, 20-Noviembre-2011)
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