Soto de Paula entre Curro y Rafael. Foto de Esteban. |
-¿Es posible presentar un trabajo como éste con Curro Romero y Rafael de Paula, a diestra y siniestra, como si nada?
-Claro que no. Estuve flotando toda la noche porque este trabajo me ha costado, no ha sido fácil. Por eso tengo que alabar la valentía de Salvador de la Barrera y la editorial EA, porque sacar un libro de toros con la que está cayendo no es fácil. Por eso cuando se consigue, y se presenta al lado de Curro Romero y Rafael de Paula, se convierte en un verdadero sueño.
-Me acerco al título esperando hacerlo a una dicotomía. Pero, tras haber estado en la presentación, llego a la conclusión de que también en las 'espantás' hay enjundia torera. ¿Hago mal?
-No, no haces mal. Por supuesto que eso es así. Yo no concibo el toreo en su plenitud sin ese otro lado. Fíjate que yo incluso me he atrevido a escribir unos versos dedicados a la bronca.
-¿A la bronca del tendido?
-Sí, sí. Hablo de la bronca torera. No escucho una bronca torera en condiciones desde que no están en los ruedos Curro y Rafael. Los genios son así, tanto para lo bueno como para lo malo. Las grandes broncas solo se las han llevado los grandes toreros. Hasta para merecer una bronca hay que ser buen torero. No se la merece cualquiera
-¿Hay tanto arte en el estímulo como en el castigo?
-Por supuesto. En este libro me he empeñado en mostrar, aunque he escrito como aficionado y no como hijo, al ser incomprendido. Los genios son así. Mi padre, por ejemplo, nunca lleva reloj. Viven en otro tiempo y con otra medida. Son gente muy sufrida, gente a la que le gustaría no ser tan castigado aun siendo esto un don divino. Es como tener soplo en el toreo. Pero también hay mucho de demonio, de castigo y de condena en el verdadero artista. Y yo creo que, en la historia del toreo, verdaderos artistas solo han existido cinco. No más.
-¿Y quiénes son ellos?
-Se puede decir con palabras doradas. O, más bien, ensangrentadas. Hay que nombrar a Rafael 'El Gallo', al divino calvo al que defino como un Sócrates calé; a Joaquín Rodríguez 'Cagancho', ese trianero gitano que cuando toreaba parecía que tenía el compás del yunque y la fragua de su padre; hay que nombrar a Pepe Luis Vázquez, el rubio de San Bernardo; a Curro Romero, la majestad y el empaque en el toreo, y a Rafael de Paula, porque es el misterio en sí. Para mí, éstos son los toreros de arte. Entre los demás podemos hablar de buenos toreros, que hay muchos, clásicos, grandiosos... Pero con arte, los que te he nombrado.
-¿Existe un toreo gitano, Jesús?
-Por supuesto que sí. Pero no podemos confundirlo con el concepto de escuela, como la rondeña, la sevillana o la cordobesa. Lo que tiene un torero gitano no lo puede enseñar. Lo puede mostrar pero nunca enseñar porque no sabría explicar cómo hace eso. Es algo que brota, que sale, es como una resurrección. Cuando el gitano pega una 'espantá' ya no vuelve hasta que resucita. Pero ni mucho menos todos los toreros gitanos son artistas. Eso es una estupidez. Pasa como con el cante. Hay muchos que cantan muy flamencos, extraordinariamente bien, como muchos payos también. Pero cantar gitano cantan dos o tres. Lo que sí te digo es que cuando un gitano toreando, cantando o tocando la guitarra sale con ese soplo y esa gitanería en la yema de sus dedos se te saltan las lágrimas.
-¿Y existe una literatura gitana a la que responda 'Entre clamores y espantás'?
-Yo digo que, a través de la inconciencia, podemos estar, y lo digo humildemente, asistiendo al nacimiento de una literatura gitana. Pienso que lo que estoy haciendo yo, humildemente por supuesto, y lo que ha hecho antes mi primo Joaquín Albaicín (que intervino también en la presentación) se acerca a ese concepto. Cuando escribí mi primer libro ('De negro y azabache') me sorprendió muchísimo que la gente me decía que era un libro muy gitano. Y aquello me dejaba cavilando. No sabría explicarte porqué ocurre eso pero sí sé que, cuando yo escribo y logro abandonarme al pensamiento y éste se convierte en sentimiento, hay algo que es diferente. Y eso puede ser, como dijo Lorca, la cultura de la sangre. Puede existir una literatura gitana y puede estar naciendo aquí en Jerez. Me gustaría que la gente empezara a pensarlo.
-Junto a Lorca, fueron mencionados en la presentación San Agustín, Santa Teresa de Jesús... Y hablamos, al fin y al cabo, de literatura. ¿Son evidencias que debiera hacer que los animalistas, que niegan todo atisbo de cultura en la tauromaquia, se corrijan?
-Lo seguirán diciendo porque la ignorancia es muy osada. Hablar con esa ignorancia tiene un peligro muy grande porque cuando alguien que no sabe los entresijos, por no haberlos vivido, habla desde fuera corre ese riesgo por desconocimiento. Eso es lo que ha pasado en Barcelona. Por supuesto que siempre habrá gente así. No es de ahora la existencia de los antitaurinos. Pero ahora se les ha escuchado demasiado creo yo. Me duele que digan que aquí no hay cultura o que aquí no hay arte. Esto es como lo que dijo Bergamín: «Hay que tener los ojos en los oídos y con los oídos vemos». El que no entienda eso creo, con todos los respetos, que no necesita más explicaciones.
-Cuando el hijo de Rafael de Paula presentaba sus argumentos literarios y casi filosóficos veía, Jesús, a tu padre como preguntándose si ése es el mismo niño al que paseaba de crío por la playa de Sanlúcar. ¿Él que te dice de tu trayectoria literaria?
-No lo veía durante mi intervención porque lo tenía detrás. De hecho me daba miedo mirarlo. Se lo tendría que preguntar a él. Pero sí te diré que se me saltaron dos veces las lágrimas, cuando habló Curro y luego cuando lo hizo mi padre. Nosotros estamos mucho tiempo juntos pero hablamos muy poco. Hay un diálogo que solo nosotros entendemos y hablamos cuando hay que hablar. Y me encanta que sea así porque mi padre y yo nos entendemos con las miradas y con las manos. Pero esa noche fue la primera vez que escuché a mi padre decir que se siente orgulloso de mí. Y a mí me estremeció.
-¿Le has puesto alguna dedicatoria a Curro y a tu padre?
-Se lo he dedicado a mi padre y no se lo he dedicado a Curro porque con las prisas no pude esa noche. Hemos quedado en que ya lo hago en Sevilla, en su casa. A mi padre se lo dediqué poniéndole «para quien es todo para mí». Y ya está. No hace falta decir nada más.
(La Voz, 07-Noviembre-2011)
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