La barriada, a la derecha, junto a otras de la zona sur. |
«No se libra ninguno», dice la representante vecinal sobre los bloques afectados. Y la llegada de las lluvias primeras ha puesto al descubierto la lamentable situación por la que pasan las alrededor de 500 viviendas que tiene este núcleo residencial de la zona sur popularmente conocido como el MOPU.
El menudeo de las grietas, la caída de azulejos a causa de las humedades que imperan en los muros o los propios cascotes de las cornisas hacen que Castilla haya ido recogiendo las quejas de «casi el cien por cien de las viviendas». El próximo mes de febrero cumplirá 30 años la barriada de La Constitución y hace 15 fue rehabilitada.
«Aquello nos dejó muy contentos a todos, fue una obra en condiciones», recuerda Inés Castilla. Se taparon grietas, se arreglaron las azoteas, se pusieron canaletas nuevas, se renovaron unas láminas y las cubiertas de los ojos de patio así como se mejoraron otros detalles del conjunto de bloques que incluye la barriada.Parece que ya le tocaría de nuevo un remozamiento que arregle cuantos desperfectos vuelven a presentar estos hogares de familias modestas. Y de hecho hubo un intento en 2009: «Llegaron para una reforma, parecía que se iban a comer el mundo; lo iban a arreglar todo», recuerda lamentando que aquella iniciativa no se terminó.
«Me dijo la anterior alcaldesa, Pilar Sánchez, que nos iban a poner la barriada que no la iba a conocer ni yo», explica sentenciando: «En efecto no la conozco de las perrerías que han hecho allí», dice. Como explica la presidente, las obras hubieron de finalizar en verano de 2010. «Pero no fue así, tardaron muchísimo más», evoca.
La retirada de canaletas no repuestas, los golpes que habrían resentido las cornisas y otros detalles ponen de relieve, a los ojos de los vecinos, que «lo que ya estaba viejo está ahora peor aún tras aquellos golpes». Las lluvias y el viento sufridos en la ciudad esta semana han hecho el resto desplazando trozos que han caído el suelo.
«Está ocurriendo a diario», dice Castilla recordando que «este verano nos han dado dos sustitos buenos, llegaron los Bomberos y la Policía pero como si no hubiera ocurrido nada». Redes colocadas, «y no en todos los sitios en los que hace falta», se convierten en el único remedio al servicio de una seguridad en la que los vecinos no creen.
«Hace una semana sacaba la moto del ojo de patio un muchacho y escuché un grito, se acababa de caer un trozo enorme de la cornisa y menos mal que no le dio», insiste con un nuevo ejemplo la presidenta. El viernes ocurrió el último caso reconocido. El enorme trozo de la cornisa caída reposa en el salón de su casa.
Ya tienen solicitada por escrito una reunión con el actual delegado de Urbanismo, Antonio Saldaña. «Que vea el peligro tan inmenso que hay allí, que tome cartas en el asunto», clama.
(La Voz, 07-Noviembre-2011)
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