sábado, 16 de mayo de 2009

Elogio al pasado y el presente de la Feria


Así lo titulo, así lo siento. A Miguel Ruiz, a aquel Karkomedo, grupo de amigos y caseta, espíritu impulsor y colectivo disfrutante sobre el albero como pocos van dedicados este puñado de versos con los que concluiré mi intervención. Durante este impasse de cuatro o cinco años que han transcurrido desde el último Pregón por ellos preparado, y cumpliendo las treinta y tantas ediciones, no hemos faltado, él y yo, en torno a mesa, mantel y tertulia sobre ayeres y presentes de la Feria. ¿Te acuerdas Miguel?
Había otros amigos, y también unos micrófonos que, justamente, cuando eran cerrados darían paso, para disgusto del oyente que se quedaba sin esa parte de la tertulia, a lo mejor de la conversación. Sus inquietudes por la pérdida del acto poético que venía sirviendo de antesala de los días de la Feria del Caballo era manifiesta y la posibilidad de que alguno de los invitados en torno a aquel ágape radiofónico tomara su relevo se había convertido en una ilusión del veterano feriante. Pura ilusión. Vana esperanza. Ya sabes, Miguel, que los jóvenes de hoy no son, no somos, lo que fuisteis vosotros.
Casi sin imaginárnoslo, aquí nos encontramos. De la mano generosa de Garvey y de este Bodegón 'Cruzando Doñana'. El Pregón de la Feria del Caballo de Jerez retoma, Miguel, nuevos y, quizá, inesperados vuelos. Por eso te queríamos tener aquí. Con nosotros. Tomando de tu mano el relevo, tomando de la historia el presente, tomando de tu sabiduría el anhelo. Y en la historia quiero buscar raíces. Y en el presente los ecos de aquellos siglos pasados de Feria de Jerez en otros sitios. Y de las letras del más ilustre, José María Pemán, la inspiración que me ayuda a bucear en el pasado.
Va por ti. Va por todos ustedes, señoras y señores...
Lo de menos quizá es la venta.
Lo de más es la gracia, el aqué,
como dijo Pemán hace tiempo
evocando la Feria en Jerez.
Con que arte, rumbo y elegancia
-el hacer que no vuelvo y volvé-
retrató aquella raza vieja
que cada año regresa otra vez.
Así hunde raíces en la historia
y nos deja en el dieciséis,
ese siglo de luces y glorias
a la una, a las dos y a las tres.
Desde entonces pasó por Caulina,
y yo juró que no ocurrió ayer.
Asomó al Hato de la Carne
con ganado y con vino fetén.
Y dicen que hasta Albadalejo
llegarían esta Feria a ver
para luego bañarse en las playas
de San Telmo que tuvo Jerez.
Panderetas, borricos, gitanos,
mantoncillos de fleco al revés
y aquellos bonitos caballos
que en Cartuja supieron correr.
¿Por entonces ya había 'karkomedos'?
¿O aquello llegaría después?
Pocas cosas tuvieron más arte
que las 'ferias' que vivió Miguel.
Eres tú, Ruiz y Ruiz, pregonero
que nosotros quisieramos ser.
Garbo orondo que en las sevillanas
con tu Carmen supiste tener.
Eran tiempos de aquellas lechugas,
Rosaleda bendita de ayer,
que advirtieron a nuestros abuelos
unas horas que no han de volver.
Sobre albero tan suelto en el aire,
amarillos zapatos, pardiez,
un mohín entrañable en la cara
de niños que fuimos una vez.
Compactaron con gracia el albero,
ampliaron la Feria, joé,
se llevaron esos cacharritos
más allá de las vías. ¡Qué bien!
Y cuidaron los bellos caballos
que dan nombre en mayo a Jerez.
Y anidaron recuerdos de antaño
en jerezanos como Miguel.
Suma y sigue la Feria en Hontoria,
'tempus fugit' lo llaman también.
El caso es que ya es 2009
y no deja de ser lo que fue:
jacas tordas, preciosas mujeres,
vino bueno, sevillanas cien,
casetas -eso sí- más bonitas
con tortillas, pimientos y olé.
Animados luceros al cielo
de Jiménez una y otra vez,
chochonas y perros pilotos
que en esas tómbolas encontré.
Ay mi Feria, ésta del caballo.
Ay gitana, sí, tú... ¿y el clavel?
Correré si quiero evitarte
pero cuanto de menos te eché.
Ya está aquí esa Feria de gloria,
ya nos llega el sublime doblez
del pañuelo que en este bolsillo
me pondrá de nuevo mi mujer.
Ya lunares y mil farolillos.
Ya algodón 'pa' los niños comer.
Que no cabe poner tantas pegas
cuando estamos a punto de ver
gozo grande que en nada se mengua
por efímero que venga a ser.
Mayorales castizos en pescantes
tras relinchos que saben tejer
esa nota feliz de una fiesta
que en mis primaveras sumé.
A gustito a cada momento
y cartera vacía, lo sé.
Atalaje del tiempo viajero
es la Feria de éste mi Jerez,
que sabiéndose post-moderno
en tan lustroso pasado se ve.
El mundo se pare, regrese la cita,
se eleven los hierros y cubra la piel
que el Puito arrima al Hontoria
para ver las casetas crecer.
El Papanatas y los del Patio,
el Disco Rojo y el Nazaret,
los Cascabeles y el Enganche,
la Gañanía y Cristo Rey,
Enjalma, Alboroto, Pollitos,
Las Angustias y, sí, hasta Garvey
que nos venencia ya las vendimias
de albarizas, de sol y de miel.
¡Feria de gozo, buena ventura,
y aquellas almejas a cien!
¡De cambios sin más angosturas!
¡De gargantas que en un santiamén
se curtieron para mucho tiempo
con el vino que hemos de beber!
¡Feria a lomos del mejor caballo!
¡Feria eterna que espera Jerez!
(Poema del Pregón de la Feria de Jerez 2009)

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