viernes, 29 de noviembre de 2013

Lee y deja leer

O vive y deja vivir, que en términos más genéricos es exactamente lo mismo. Permíteme una reflexión sencilla, tolerante y muy... muy democrática. Te ruego para ello que me permitas indicarte, primero, que no salgas corriendo ni al ver la foto que ilustra esta nueva entrada en mi blog ni saques conclusiones apriorísticas al leer el título.

La situación a mi juicio es mucho más sencilla. Cuando aparece en el mercado, ayudado o no por el arzobispo de Granada, el libro 'Cásate y sé sumisa' inicia el camino para convertirse en best seller. Con todo, aún no lo han leído suficientes personas y casi todas las opiniones que leo pasan por no haber abierto aún el libro de la periodista italiana Costanza Miriano. 

Arde, sin embargo, con fuego vivo en las redes sociales por ejemplo una pira que me recuerda la originada en la plaza del pueblo en el que François Truffaut recreó esa esperpéntica quema de libros de su película 'Farenheit 451'. Mientras actuaban los dictadorzuelos que no querían que la gente leyera otros, desde las catacumbas de la cultura, se los aprendían de memoria para perpetuarlos.

Tengo en mi compañero David Gallardo, que ni es sospechoso de ser del Opus ni quico ni siquiera de Cope (me río yo con las etiquetas, pero igual lo entendéis mejor así), el ejemplo de alguien que no ha hecho más que comprárselo con el sano fin de conocer aquello de lo que tanto se habla de un tiempo a esta parte. Y ha enseñado su foto en Facebook. Y se ha liado, claro.

Entre divertidas y aceradas, las múltiples reacciones que ha provocado (nunca mejor dicho) han generado que la propia autora del libro le envíe un mensaje de aliento ante semejante río de opiniones de personas que aún no lo han leído. Otras refieren citas muy particulares y tal vez sacadas de contexto que, en cualquier caso, han leído en algún sitio.

Es lastimosa costumbre que nos ha quedado la de no leer y formarnos nuestras posiciones sobre un libro o cualquier otra cuestión apenas apoyados en la opinión de otros. Y sorprende que, con tan parco sustento, nos lancemos a críticas tremendas formuladas con desafuero y peligrosa intolerancia. Dicho todo esto me limito a proponer el título. No ya el del libro sino el de mi post.

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