lunes, 22 de junio de 2009

Nada es ya como fue


El recuerdo es vago pero las sensaciones perdurables en el tiempo. Y si la endeblez del primero me hace sospechar de la ternura de una edad impropia como destino de la memoria, la fortaleza de las segundas apuntalan, así lo siento, la certeza de aquellas procesiones del día del Corpus Christi que, con mayor antigüedad, registran mi uso de razón. Imposible poner guarismos a la edad que yo tuviera. Pero eso da igual.
A ver... Les cuento. Caminaba, y lo hacía, seguramente, de la mano de mis padres. La imagen más recurrente en mi mente me sitúa, creo reconocer ahora, en la calle Manuel María González. Un auténtico mar de verde -sólo- cubre el firme destilando aromas que, desde entonces, caracterizaron para siempre la celebración de ese día de junio que me proporcionaba satisfacciones ciertas. Y no quiero pensar que por la cercanía del final de curso. Aunque lo sospecho.
Era por la mañana. Seguro. Y hacía un increíble calor que no recuerdo que me molestara de modo extraordinario. Más bien me divertía. Llegaba el tiempo, al fin y al cabo, de los helados, los pantalones cortos y la playa. Pero debía ser increíble porque sé que algunos de aquellos soldados que escoltaban el paso del Santísimo llegaban a caerse desvanecidos. Aquellos fornidos muchachos se caían y, con el tiempo, sirven para calibrar aquellas mañanitas de junio.
El recuerdo es vago, insisto, pero las sensaciones tan perdurables que, ahora que acabamos de salir de un nuevo Corpus matinal décadas después, es fácil establecer una correlación que sólo la edad termina cargándose. Ni el final del curso es motivo de satisfacción ni los helados ni... Ahora lo que pesa es el calor, aquél que ya «derritió el asombro eucarístico» cómo titulara sobre procesiones vespertinas. ¿Quién ha dicho que hace falta el mediodía para sufrir altas temperaturas?
Ahora, cuando las nostalgias que durante tanto tiempo han hecho soñar con aquellas mañanas se topan con el cambio obligado por el ascenso del Xerez o las razones que fueran, toca entender que nada es ya como fue. Partir desde esa base es fundamental para realizar ahora cualquier análisis.
(La Voz, 21-06-09)

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