Nacer el día de San Dionisio Areopagita parece tener un cierto significado cuando, cuarenta y nueve años después, entra en Jerez de la Frontera para hacerse cargo de su Iglesia diocesana. Pero no se equivoquen, no es una entrada que tenga nada que ver con aquella del Rey Sabio que, por coincidencia con aquel 9 de octubre, nos diera Patrón local en su día. No, ni mucho menos. Ni lo es por la naturaleza de su ministerio ni tampoco, menos aún, por su carácter.
Alguien dice, con todo, que ya irá sacando el genio que este ursaonense (que ése es el gentilicio de su Osuna natal) lleva dentro, que haberlo haylo según parece. Incluso él mismo avisaba cuando le hacía aquella primera entrevista y yo procedía, con cuidadosa generosidad, a ponderar lo campechano de su trato. Pero, a decir verdad, lo primero que sugiere la conversación inicial es un punto de retraimiento. Primera diferencia con aquél a quien sucede.
Muy poco después se expande. Ocurría esta semana cuando, un paseo mañanero entre el Obispado y la radio, me lo descubría con la llaneza que le advertía cuando el pasado 20 de marzo era presentado tras el nombramiento del día anterior. "Don José, y este año no habrá duelo con el eterno rival, ¿no?", le preguntaba, materializado el descenso del Betis y sabedor de su sevillismo. Qué curioso, porque don Juan apuntaba al otro lugar del expectro futbolístico hispalense.
"Pero me da pena, Gabriel", me respondía dándome un caramelo y comprobando, de paso, ese 'xerecismo balconero' que, apuntando otro duelo distinto, se esperaba que vistiera la ciudad de fiesta en este mismo fin de semana de la celebración del primer templo diocesano. Un amigo me había dicho un par de días antes "¿has visto lo bonita que nos han puesto la Catedral para celebrar el ascenso?" Es un chiste que no me atreví a compartir con él, claro. Aunque creo que se reiría. Sí.
Su sonrisa es llegadiza, cercana, poco ensayada, nada impostada. Y el pastoreo que tiene por delante no tendrá en ella más que una buena embajadora. Tampoco hacemos mal negocio poniendo a un médico al frente de Asidonia-Jerez. Aunque "son los males del espíritu los que más cura necesitan", como ya nos diera tiempo de escucharle. Tiene pinta de buen tipo y tipo de alguien sencillo. "Don Rafael con estudios", decía alguien amigo de las etiquetas fáciles.
Sea como fuere su impronta comienza a pastorearnos desde esa primera imagen bonachona que, ahora que tiene el báculo en la mano y la mitra en sus sienes, quizá pueda acompañar del tono que su autoridad le confiere. Y con todo no creo que pueda apartarse demasiado de esas trazas que nos regala para comenzar su episcopado. Buen pastoreo, monseñor Mazuelos. Buena mano, don José.
Alguien dice, con todo, que ya irá sacando el genio que este ursaonense (que ése es el gentilicio de su Osuna natal) lleva dentro, que haberlo haylo según parece. Incluso él mismo avisaba cuando le hacía aquella primera entrevista y yo procedía, con cuidadosa generosidad, a ponderar lo campechano de su trato. Pero, a decir verdad, lo primero que sugiere la conversación inicial es un punto de retraimiento. Primera diferencia con aquél a quien sucede.
Muy poco después se expande. Ocurría esta semana cuando, un paseo mañanero entre el Obispado y la radio, me lo descubría con la llaneza que le advertía cuando el pasado 20 de marzo era presentado tras el nombramiento del día anterior. "Don José, y este año no habrá duelo con el eterno rival, ¿no?", le preguntaba, materializado el descenso del Betis y sabedor de su sevillismo. Qué curioso, porque don Juan apuntaba al otro lugar del expectro futbolístico hispalense.
"Pero me da pena, Gabriel", me respondía dándome un caramelo y comprobando, de paso, ese 'xerecismo balconero' que, apuntando otro duelo distinto, se esperaba que vistiera la ciudad de fiesta en este mismo fin de semana de la celebración del primer templo diocesano. Un amigo me había dicho un par de días antes "¿has visto lo bonita que nos han puesto la Catedral para celebrar el ascenso?" Es un chiste que no me atreví a compartir con él, claro. Aunque creo que se reiría. Sí.
Su sonrisa es llegadiza, cercana, poco ensayada, nada impostada. Y el pastoreo que tiene por delante no tendrá en ella más que una buena embajadora. Tampoco hacemos mal negocio poniendo a un médico al frente de Asidonia-Jerez. Aunque "son los males del espíritu los que más cura necesitan", como ya nos diera tiempo de escucharle. Tiene pinta de buen tipo y tipo de alguien sencillo. "Don Rafael con estudios", decía alguien amigo de las etiquetas fáciles.
Sea como fuere su impronta comienza a pastorearnos desde esa primera imagen bonachona que, ahora que tiene el báculo en la mano y la mitra en sus sienes, quizá pueda acompañar del tono que su autoridad le confiere. Y con todo no creo que pueda apartarse demasiado de esas trazas que nos regala para comenzar su episcopado. Buen pastoreo, monseñor Mazuelos. Buena mano, don José.
(La Voz, 07-06-09)
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