Ángel Fernández, un cofrade del Amor sobrado de planta así como animoso rociero que canta como los ángeles, toca el tamboril con soltura. Su sevillana es una verdadera evidencia: "Ya no hay más Dios que el dinero; ésa es la única verdad". Sobre el poyete del porche de la casa, toda la calle Ajolí asiente ante aseveración tan certera. La crisis tiene a todos castigados de uno u otro modo. Y por mucho que la Romería está evadiendo de las preocupaciones a los rocieros no es menos cierto que termina apareciendo hasta en las sevillanas. Vaya por Dios. Y no es ésta la única sevillana que asoma al respecto.
Entre letra y letra no faltan las sentencias de un joven de sesudas reflexiones. Se llama Antonio pero todos los conocen mejor por un sobrenombre con sonoras resonancias gitanas: Realito. Nieto de Tío Realo, patriarca octogenario santiaguero, él asegura que tras haber vivido su primer Rocío ya puede morirse. No por Dios, le digo entre una rotundidad innecesaria y la esperanza de que explique semejante sentimiento. Y lo cierto es que ya hizo un Camino de dulce. Vayas risas las compartidas, vayas anécdotas las protagonizadas, vayas poemas los del amigo que, además, escribe la mar de bien.
Realito se adelanta a retirar todo atisbo de fundamento a aquello que la sevillana pregonaba: "A mí no me hace falta el dinero, mi mejor patrimonio son esta buena gente, mis amigos; con ellos no necesito más". Que estamos tomando copas es una realidad empíricamente demostrable. Que sean los efluvios alcohólicos los que provocan tales exaltaciones de la amistad es, sin embargo, otra cosa. Aquello le sale del alma. El hombre está henchido. Ahora, además, ya se lleva las emociones vividas cerca de la Virgen en una procesión que la ha mostrado a los rocieros presentes en la Aldea, menos por la crisis.
La evasión se ha acabado. La Romería ha concluido. La Pastora de las Marismas recibe la despedida de las hermandades. Y si la fiesta consiguió hacer olvidar -aquello de ahogar las penas, ya saben- ahora, desgraciadamente, todos nos toparemos de nuevo con la cruda realidad. La reencontraremos, con todo, más morenos por el sol de las tierras almonteñas y llenos de la Virgen. Pero con los bolsillos más vacíos si ello era posible. Los creyentes, aún así, intentarán confortarse con el cargamento de gracias marianas recién consumidas. Y tanto éstos como los que no tengan fe hablarán con pasión de lo vivido.
El patrimonio de Realito. Eso queda enmedio de la desazón por haber gastado lo que no podíamos en El Rocío. Pero el pensador que exaltaba la amistad de ese modo lo dice tan convencido que ya me apunto a creer que el dinero no es importante. Otra sevillana, que habla de reyes y príncipes sobrados de posibles pero carentes de amigos, salta recién terminado el alegato de marras. Mientras tanta pasa por delante de la casa un grupo de romeros cuyos rostros dejan caer todo excepticismo al respecto. Ellos se lo pierden porque es hora de ir buscando consuelos a los que aferrarse. El Rocío ha terminado.
Entre letra y letra no faltan las sentencias de un joven de sesudas reflexiones. Se llama Antonio pero todos los conocen mejor por un sobrenombre con sonoras resonancias gitanas: Realito. Nieto de Tío Realo, patriarca octogenario santiaguero, él asegura que tras haber vivido su primer Rocío ya puede morirse. No por Dios, le digo entre una rotundidad innecesaria y la esperanza de que explique semejante sentimiento. Y lo cierto es que ya hizo un Camino de dulce. Vayas risas las compartidas, vayas anécdotas las protagonizadas, vayas poemas los del amigo que, además, escribe la mar de bien.
Realito se adelanta a retirar todo atisbo de fundamento a aquello que la sevillana pregonaba: "A mí no me hace falta el dinero, mi mejor patrimonio son esta buena gente, mis amigos; con ellos no necesito más". Que estamos tomando copas es una realidad empíricamente demostrable. Que sean los efluvios alcohólicos los que provocan tales exaltaciones de la amistad es, sin embargo, otra cosa. Aquello le sale del alma. El hombre está henchido. Ahora, además, ya se lleva las emociones vividas cerca de la Virgen en una procesión que la ha mostrado a los rocieros presentes en la Aldea, menos por la crisis.
La evasión se ha acabado. La Romería ha concluido. La Pastora de las Marismas recibe la despedida de las hermandades. Y si la fiesta consiguió hacer olvidar -aquello de ahogar las penas, ya saben- ahora, desgraciadamente, todos nos toparemos de nuevo con la cruda realidad. La reencontraremos, con todo, más morenos por el sol de las tierras almonteñas y llenos de la Virgen. Pero con los bolsillos más vacíos si ello era posible. Los creyentes, aún así, intentarán confortarse con el cargamento de gracias marianas recién consumidas. Y tanto éstos como los que no tengan fe hablarán con pasión de lo vivido.
El patrimonio de Realito. Eso queda enmedio de la desazón por haber gastado lo que no podíamos en El Rocío. Pero el pensador que exaltaba la amistad de ese modo lo dice tan convencido que ya me apunto a creer que el dinero no es importante. Otra sevillana, que habla de reyes y príncipes sobrados de posibles pero carentes de amigos, salta recién terminado el alegato de marras. Mientras tanta pasa por delante de la casa un grupo de romeros cuyos rostros dejan caer todo excepticismo al respecto. Ellos se lo pierden porque es hora de ir buscando consuelos a los que aferrarse. El Rocío ha terminado.
(La Voz, 02-06-09)
Gracias Tato Gabi por esas palabras, la verdad que este Rocío ha marcado una nueva página en mi corazón, aun tengo que contener las lagrimas cuando recuerdo las vivencias de este camino, y el martes cuando me despedí de la Gran Señora, le pedí que todo siga igual para el año que viene y que tenga el orgullo de compartir otro camino con todos vosotros: Fefo, Marco Antonio, Juanpe, Olga , Mi primo Alpiste, Mi novia Rocío y como no, contigo Mi nuevo Tato.Esta es mi verdadera riqueza mi amigos, mi familia Rociera.
ResponderEliminarGracias por todos los momentos vividos , pues como digo el Padre Alexis antes de salir de Santo Domingo que ocho María Iban a acompañar nuestro Simpecado ,yo digo al igual que El, ocho son los pilares que este año se han levantado en el coto para sostener una sola palabra “Amistad”
Y para terminar quisiera concluir estas palabras diciendo:
Que si no están los amigos
Que si no están los amigos
Es como si le faltara
La primavera al camino.
PD: ¿El QUEEEEE?