La costumbre española de olvidarse de Matías -sucesor natural del traidor Judas Iscariote- hizo presente, como en tantas otras representaciones del Apostolado, a San Pablo, del que ahora se celebra el Año Jubilar. Los demás están todos en un conjunto de los Doce que encontró de la mano de José de Arce, un flamenco -de Flandes- que de este modo españolizó su nombre para una posteridad que lo recuerda con admiración, su mejor expresión artística.Un día fueron redescubiertos por Jerez. Para ello debieron marcharse los cartujos, allá por el año 2000. Lo tenían en el Refectorio. No eran sino aquello que, junto a un crucificado del mismo autor que está en restauración, quedó de la desmantelación de un formidable retablo de Alejandro de Saavedra que fue destruido en la Desamortización de Mendizábal que expulsó a los hijos de San Bruno. La vuelta al monasterio, hace medio siglo, les hizo cuidarlos hasta la actualidad.Hace unos años, con las Monjas de Belén ocupándose de que La Cartuja no perdiera su uso contemplativo, llegó la cesión a la Catedral. En el primer templo diocesano se recibieron con regocijo toda vez que, de este modo, la ciudad los tendría a la vista a diario. Aunque su estado los presentara en condiciones de relativo esplendor. Y, pese a todo, aun así vienen mostrando, desde los pilares de su nueva sede, los valores artísticos que tan señera gubia les reportaron. Simón venía recién restaurado por la Junta de Andalucía. El resto debió esperar toda vez que la mudanza a la Catedral le llegó al Apostolado con la primera pieza recuperada y con el Cristo que presidía el desaparecido retablo tomando el relevo. Ahora, cuando se superan los dos años de llegada al templo catedralicio (en 2006), se ha alcanzado un acuerdo que permitirá que vayan siendo enviados al taller de restauración paulatinamente. Así lo anunció monseñor Juan del Río. El Arzobispo Castrense y Administrador Apostólico deja también cerrada esta recuperación antes de su marcha aunque el trabajo no estará terminado hasta dentro, al menos, de unos tres años. Su sucesor los recibirá, pues, consciente de la joya que, siéndolo ya, constituirán recién recuperados. Baste fijarse en San Simón (el de la sierra en la mano y sin corona) para imaginar el estado en que, entonces, será mostrado todo este espléndido Apostolado de José de Arce.Entonces será la policromía, sin lugar a dudas, la que evidencie el logro por el que ahora se apuesta aunque, por dentro, otros problemas, de carácter estructural o de otro tipo, habrán alcanzado también solución de la mano de Francisco Bazán. Entre ellos, parece, según el deán de la Catedral, José Luis Repetto, que es San Andrés (con la cruz en aspa) el que en peor estado se encuentra. Otros tampoco están mucho mejor aunque lo estarán en un aceptable margen de tiempo.Con más de 370 años Fue en 1637 cuando se concertó la confección de este apostolado. Y se encargó para el retablo mayor de La Cartuja de Jerez, donde permanecieron hasta la Desamortización. En una de las efigies, realizadas en madera policromada, aparece la fecha de 1639. Justo al año siguiente del encargo de los cartujos se decidió la sustitución del proyecto de pinturas para las calles laterales del retablo mayor de la jerezana iglesia de San Miguel. Martínez Montañés dejo paso a los relieves que también realizaría entonces Arce, así como las imágenes de bulto redondo de San Juan Bautista, San Juan Evangelista y los Arcángeles San Gabriel y San Rafael.El Nazareno de Lebrija, el Señor de las Penas de la Estrella de Triana o el jerezano Santo Crucifijo de la Salud son, de otro lado, ejemplos cofrades atribuidos a las gubias incomparables de aquél que pronto resplandecerá desde los pilares de la Catedral.
(La Voz, 01-02-09)
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