Sé qué significa pregonar la Semana Santa. Y cuánto transforma, de algún modo y a cada cuál según se deje, el interior de aquellos que han pasado por San Miguel o el Villamarta. Hoy reposo cuanto ha dicho en el teatro Manuel Garrido Arcas y me quedo con la persona. Se agarró al atril, inclinó su cabeza e inició una andadura de hora y veinte minutos en la que renunció a la posibilidad de sorprender con el esquema o la ordenación de las cofradías en su aparición en sus folios.
El recuerdo al padre Jesús y la recuperación de su voz del pregón de hace un año, su canto a las agrupaciones que aguardan ser algún día cofradía, el recordado Manolito del Huerto, el listado de pregoneros nacidos para el Jerez cofrade en el regazo de la Amargura, sus palabras contra el aborto o sus referencias a la Sagrada Mortaja, de la que es su actual presidente, son ya signos característicos que identificarán en adelante esta obra anunciadora de la Semana Santa de 2009.
Y también quedarán su voz espléndida y profunda, usada -eso sí- con naturalidad, sin especial modulación, o la reiteración del penúltimo verso de cada poema para realce programado de unos finales objetivamente evidenciados o una carencia de gestualidad que le permitió, como ciclista presto a subir un repecho imposible, agachar la cabeza y tomar la cruz -del Pregón- sin soltarla hasta el final de ese camino adoptado con determinación y abnegación prodigiosa.
Estoy de acuerdo con Antonio Moure, que me lo afirmaba en la platea del Villamarta, en que todos los pregones son dignos de hacerse sitio en el olimpo de una gloria que, en cualquiera de los casos, siempre es para Cristo y su Madre, creyeran sus autores lo que creyeran en función de su protagonismo. Pregonada quedó, este mediodía, una nueva Semana Santa. Y ello es, enmedio de la sociedad jerezana y ante su máxima autoridad presente hoy en el Teatro, es la mejor de las noticias de este Domingo de Pasión.
El recuerdo al padre Jesús y la recuperación de su voz del pregón de hace un año, su canto a las agrupaciones que aguardan ser algún día cofradía, el recordado Manolito del Huerto, el listado de pregoneros nacidos para el Jerez cofrade en el regazo de la Amargura, sus palabras contra el aborto o sus referencias a la Sagrada Mortaja, de la que es su actual presidente, son ya signos característicos que identificarán en adelante esta obra anunciadora de la Semana Santa de 2009.
Y también quedarán su voz espléndida y profunda, usada -eso sí- con naturalidad, sin especial modulación, o la reiteración del penúltimo verso de cada poema para realce programado de unos finales objetivamente evidenciados o una carencia de gestualidad que le permitió, como ciclista presto a subir un repecho imposible, agachar la cabeza y tomar la cruz -del Pregón- sin soltarla hasta el final de ese camino adoptado con determinación y abnegación prodigiosa.
Estoy de acuerdo con Antonio Moure, que me lo afirmaba en la platea del Villamarta, en que todos los pregones son dignos de hacerse sitio en el olimpo de una gloria que, en cualquiera de los casos, siempre es para Cristo y su Madre, creyeran sus autores lo que creyeran en función de su protagonismo. Pregonada quedó, este mediodía, una nueva Semana Santa. Y ello es, enmedio de la sociedad jerezana y ante su máxima autoridad presente hoy en el Teatro, es la mejor de las noticias de este Domingo de Pasión.
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