Bertold Brecht decía que existen muchos modos de matar sin necesidad de clavar cuchillos en la barriga: se puede quitar el pan, no curar una enfermedad, meter a alguien en una mala vivienda, explotar hasta la muerte en el trabajo o llevarle a la guerra. La pobreza, en general, mantenida y consentida porque a alguien interese que no desaparezca no deja de ser una increíble forma de asestar el más duro golpe a una parte importante de la Humanidad, la más débil siempre. Lo recordaba ayer Pilar Yuste Cabello, licenciada en Psicología y Teología que vino a Jerez para pronunciar la primera de las conferencias que nutren el programa de la II Semana de la Pobreza.
Venía a hablar sobre la feminización de la pobreza lo que, lejos de lo que puedan pensar los amigos de las relaciones fáciles, no tiene que ver con las celebraciones del Día de la Mujer, que tendrá lugar el próximo domingo 8 de marzo. La convocatoria de Cáritas Diocesana llega en las mismas fechas que fuera convocada el año pasado, en que se estrenaba la iniciativa. Pero, sensibles como toda la Iglesia a los más desfavorecidos, era preciso abrirla con un título como sentara la convicción de que la pobreza no es neutra, la pobreza tiene rostro de mujer. Para la conferenciante, la pobreza sutil es peor aún que la tajante y evidenciada de modo inconfundible.
La mujer está sustentando, en los ámbitos domésticos especialmente, una situación de pobreza sobrevenida, quizá, por soportar a un violento o alcohólico en casa. O quizá sea más sencillo y, simplemente, se niegan para sí algo con tal de que a su marido e hijos no les falte de nada. Hay familias que llegan, por esta vía, a salvarse del umbral de la pobreza a costa de una mujer empobrecida. Son aquellas que se quitan algún bien básico por comprar, por ejemplo, unas zapatillas de marca al hijo. "Cuando había pescado en casa -decía Yuste-, mi madre siempre cogía la cola; yo pensaba que le gustaba, pero descubrí que lo que hacía es dejarnos los lomos a nosotros porque son mejores".
Todos tenemos una madre que ha hecho algo parecido. Y pocas veces, me da la impresión, hemos valorado el gesto que, repetido a diario, se convertía con facilidad en costumbre distorsionadora de la realidad a los ojos del resto de la familia. No hay nada mejor para ser feliz que ignorar los problemas. Y ello es malo si concurre la inconsciencia. Pero es peor aún cuando es la mirada hacia otro lado lo que dirige nuestras actitudes. El realismo con el que se plantean las cosas en esta Semana de la Pobreza es una bendición. La maldición es comprobar que no por mucho reflexionar al respecto conseguimos erradicarlo. Pero al menos no volvemos la cara.
Venía a hablar sobre la feminización de la pobreza lo que, lejos de lo que puedan pensar los amigos de las relaciones fáciles, no tiene que ver con las celebraciones del Día de la Mujer, que tendrá lugar el próximo domingo 8 de marzo. La convocatoria de Cáritas Diocesana llega en las mismas fechas que fuera convocada el año pasado, en que se estrenaba la iniciativa. Pero, sensibles como toda la Iglesia a los más desfavorecidos, era preciso abrirla con un título como sentara la convicción de que la pobreza no es neutra, la pobreza tiene rostro de mujer. Para la conferenciante, la pobreza sutil es peor aún que la tajante y evidenciada de modo inconfundible.
La mujer está sustentando, en los ámbitos domésticos especialmente, una situación de pobreza sobrevenida, quizá, por soportar a un violento o alcohólico en casa. O quizá sea más sencillo y, simplemente, se niegan para sí algo con tal de que a su marido e hijos no les falte de nada. Hay familias que llegan, por esta vía, a salvarse del umbral de la pobreza a costa de una mujer empobrecida. Son aquellas que se quitan algún bien básico por comprar, por ejemplo, unas zapatillas de marca al hijo. "Cuando había pescado en casa -decía Yuste-, mi madre siempre cogía la cola; yo pensaba que le gustaba, pero descubrí que lo que hacía es dejarnos los lomos a nosotros porque son mejores".
Todos tenemos una madre que ha hecho algo parecido. Y pocas veces, me da la impresión, hemos valorado el gesto que, repetido a diario, se convertía con facilidad en costumbre distorsionadora de la realidad a los ojos del resto de la familia. No hay nada mejor para ser feliz que ignorar los problemas. Y ello es malo si concurre la inconsciencia. Pero es peor aún cuando es la mirada hacia otro lado lo que dirige nuestras actitudes. El realismo con el que se plantean las cosas en esta Semana de la Pobreza es una bendición. La maldición es comprobar que no por mucho reflexionar al respecto conseguimos erradicarlo. Pero al menos no volvemos la cara.
¡Qué razón tenía Bertod Brech!
ResponderEliminarLa Conferencia de ayer fue genial, me hubiese gustado que la hubiesen escuchado muchos compañeros sacerdotes y muchos hermanos cofrades de mi querido Jerez.
ResponderEliminarMe hubiese gustado que muchos compañeros sacerdotes y hermanos cofrades hubiesen escuchado esta conferencia, porque fue clara y al grano. Habria que plantearse el papel de la mujer en las juntas de gobiernos. Hay hermandades que por estatutos en Jerez una mujer no puede ser hermana mayor o teniente hermano mayor como es el caso de la Cena.
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