lunes, 9 de marzo de 2009

Cofrades contra el aborto


Acabo de escuchar la noticia de que los cofrades sevillanos se unen frente a la nueva Ley del Aborto. ¡Qué bien! Luis Miguel Onieva Giménez, el hermano mayor del Calvario, dice que es la hora de los laicos y no pueden callarse la indignación que sienten ante este nuevo atentado contra la vida que supone el proyecto de la ministra Bibiana Aido. Y, en boca del compañero de Cope-Andalucía Eusebio Pérez, me ha sonado a refrescante actitud que, nacida en el mundo de las hermandades, lo hace a uno reconciliarse con unas entidades de las que, para qué negarlo, no puedo renegar. Pero otros talantes sí que me hacen, a menudo, enojarme con quienes, al fin y al cabo, son mis iguales.
Por eso me alegraría tanto que gente tan avispada como los jerezanos, que supimos traernos desde aquellas orillas del Guadalquivir palios o mantos como aquellos de la Amargura de San Juan de la Palma o la Virgen del Refugio de San Bernardo para la Virgen del Desconsuelo y el Mayor Dolor o el de misterio de San Benito para nuestra Santa Marta, encontraran también el modo de aceptar como parte de su misión aprender, igualmente, compromisos con la Iglesia y con la Sociedad como el que demuestran, ahora especialmente con una iniciativa como este denominado Frente Antiabortista, los cofrades de la Madre y Maestra.
Ya dejé escrito que me ofende la iniciativa ampliadora de las posibilidades de aborto en España. Ya dejé escrito que, encima, me parece deplorable que jueguen con mis principios morales negándome mi potestad educadora sobre mis hijos por medio de una Educación para la Ciudadanía en la que adoctrinarán a los míos enseñándole que pueden matar una vida en sus entrañas y que, para más inri, pueden olvidarse de mi opinión aunque una hija mía en tal tesitura tuviera sólo dieciséis años. Ya dejé escrito que la fe que confieso tiene mejores soluciones para los embarazos no deseados, alguna preventiva y otras a posteriori, mejores siempre que el aborto.
Y saben que sensación me queda: la de una cierta soledad, porque tantos como piensan como yo creen, a menudo, que es más políticamente correcto quedarse al margen de unos pronunciamientos ante los que se nos puede tachar de cualquier cosa. En Sevilla han sabido salir en bloque para que, constando en donde sea preciso, los silencios no se hagan cómplices de decisiones gubernamentales que pisoteen nuestras convicciones. A los que han dado este paso al frente en la capital hispalense les gustan los tambores destemplados, las flores bien puestas y la cera chorreada tanto como los que se callan. Pero, además, dan sentido a todo ello con convicciones que merecen la pena.
Aquí... ¿seguiremos a por uvas?

(COPE-Jerez, 'Carrera Oficial', 09-03-09)

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