jueves, 19 de marzo de 2009

¡Ahora sí!


Este mediodía se acaba de dar lectura del nombramiento. Lo ha anunciado la Nunciatura Apostólica y, en simultáneo, se hizo también en Jerez. Y con fecha de hoy jueves 19 de marzo, Día de San José, se conoce que el presbítero José Mazuelos Pérez, natural de la sevillana Osuna y muy conocido en la capital hispalense donde los ambientes estudiantiles superiores lo tienen como delegado de la pastoral específica así como director del Servicio de Asistencia Religiosa de la Universidad.
Monseñor Juan del Río, arzobispo castrense y administrador apostólico de Asidonia-Jerez, tiene sucesor y así lo ha proclamado a la culminación de sus casi nueve años de pastoreo. Ahora sí, se inicia el del nuevo obispo, de momento electo, quien no tomará posesión hasta el 6 de junio próximo. De momento ya ha dejado su primer mensaje que, leído por mí, me ha hecho caer en una primera persona que diera la errónea impresión de convertirme en el novio de esta boda, que eso es al fin y al cabo este acontecimiento.
Ni que le hayan manoseado tanto el nombre en el papel prensa ha hecho perder sentido a una mañana intensa en la Casa de la Iglesia. Y si junto al Obispado, en la Comisaría, quedaba la de arena -¡vaya tela lo del presidente del Xerez detenido y esta misma mañana pasto del cotilleo!- la cal se mostraba viva, vivísima, en el Salón de Audiencias de la sede de Bertemati. Ya lo esperamos en su comparecencia de mañana viernes.
"Como pastores, estamos llamados a ocuparnos de las necesidades humanas y espirituales de las personas a nosotros encomendadas, anunciando el Reino de Dios y haciéndonos canal de la Gracia, para que Cristo, el médico divino, pueda curar las heridas más profundas provocadas por el pecado. Como obispo, pido al Padre que me ayude a serviros y a estimularos en el anuncio del Evangelio en unidad y fidelidad a la Santa Iglesia y sus enseñanzas", ha dicho a través de mi voz.
Él, doctor en Medicina, sabe mucho de ello y, estoy convencido, el mundo sabrá mucho del empeño bioético de la Iglesia por medio de un obispo con aire bonachón pero con formación de altura. Sólo es necesario preguntar en la Universidad Hispalense o, más cerca, en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas Asidonense, "tan maduro -me ha dicho don Juan hace sólo un rato- que ya ha visto, pese a su juventud, cómo uno de sus profesores se convierte en obispo".

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