preventivas las miradas acechantes,
el umbral en el que yo recuerdo que antes
de este mal siempre los rostros sonríen.
Al abrirse la salida aún persigue
el runrún de bonanzas no alarmantes.
La llegada, sin embargo, semejantes
ojos limpios al cerrarse no consigue.
Es ahí, en esa dichosa puerta,
donde se abre sorprendente la academia
del amor sometido a una prueba.
Mascarilla ya se quita el que apremia
cariñosas recepciones que ahora cuestan
a causa de la dichosa pandemia.
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