A veces uno no mide ciertas cosas cuyo resultado final deja pensando sin saber si atribuir a la casualidad o si todo forma parte de un plan preescrito desde algún sitio.
Resulta que a la búsqueda de serie nueva que ver en Netflix nos topamos con una cuyo título, en plena Semana Santa, nada influyó en la elección. Estaba ahí. Y tocó. Punto.
La CIA, el conflicto de Oriente Medio, un personaje misterioso y masas pasándolo mal. Tocó. Diez capítulos en tres sentadas que concluyeron al inicio de la Noche de Jesús.
Luego llegaron emisiones en la tele para el recuerdo de La Madrugá del año pasado. Pero para entonces ya nos dejó cavilando este 'Messiah' cuyos efectos no habíamos previsto.
Fue inesperado 'Ben Hur' o 'Los Diez Mandamientos' de este año. Pero sin estar programada para tan señeros días. Estaba en el gran cesto de la plataforma. Punto.
Y casi no te das cuenta de lo paulatinamente que ese pacifista de padre judío, madre cristiana, aire musulmán y llegadizo a ortodoxos y otros confesos se va pareciendo a Jesús.
La tentación del 'False God' que reza en la pintada de la iglesia tejana salvada del tornado planea permanente. Pero el personaje navega apacible entre tribunales diversos.
La Justicia, la Administracion, la prensa, fieles propios y extraños... Todos, como anases, caifases y pilatos, se aventuraban al juicio fácil mientras él se limitaba a hacer el bien.
Frases lapidarias con vitola cristífera, hechos que sanan desde la poca pretensión aparente y, una vez terminada la serie, mil preguntas sobre si es lo que parecía.
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