sábado, 25 de abril de 2020

Triste club de la comedia

Es sábado sabadete. Camisa limpia y repiquete. Y el sarcasmo sin más intención que la sonrisa facilona, quizá para diferenciar con tono distendido el fin de semana como terapia sicológica ante el confiniento, me lleva a meter en el mismo saco a un insensato, un torpe, un populista y un impetuoso. 

El denominador común es que son gobernantes mundiales. Con lo que el peso de semejante púrpura les exige. Y, aunque no son comparables los despropositos aquí retratados en comandita, he de decir que todos me mueven por igual a un cierto choteo. Mal que me pese el drama que estamos viviendo.

He esperado unos días para escribir esto. Para terminar de creerme la propuesta de inyección de desinfectante, para que acabe mi descojonamiento tras el tutorial sudafricano de colocación de mascarillas o para aliviar mi estupefacción por las muchedumbres que aflojar medidas lleva a las calles brasileñas.

El mundo está lleno de pequeñas o grandes sandeces que ponen a prueba la capacitación de quienes están al frente de países de todo el planeta. Espero que nadie considere que estas letras son ataque al afecto debido a nuestros gobernantes. Que luego intentan recortarnos la expresión de todo aquello que nos desahoga.

Lo cierto es que algunas de las cosas que estamos viviendo son dramáticas. Un infierno en según qué casos. Pero las superaremos pese a las víctimas que están cayendo a diario. Otras son tan cómicas que he de reconocer que sin ellas no sobrellevariamos la situación de igual modo. Ardo en deseos de saber qué será lo siguiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario