miércoles, 29 de abril de 2020

Buscando las mallas 'apretás'

Los más desesperados imaginaban el final del confinamiento con chiqueros abriendo paso a jaurías despendoladas hijas de tanta quietud como curiosidad por saber qué hay en esas calles que dejaron hace mes y medio. O exagero? Quizá, pero algo hay de ello.

Y a la espera de ver a los que, porque no son esenciales y han disfrutado de encierro pleno, más tiempo llevan sin oler el exterior salvo lo que favorece el balcón... Al aguardo de las carreras de éstos, insisto, ya tienen fecha los que verdaderamente saldrán a correr.

Este sábado recuperaremos las mallas 'apretás'. Y hasta asomará también alguno de esos chándals ochenteros de pantalones de campana que hay quien tenía guardado. Habrá que aprovechar la ocasión aunque no fuera práctica que tuvieran entre sus rutinas.

A mí me ha pasado que un leñazo en las lumbares me apartó en su día de las zapatillas, dorsales y adrenalina propias de otro tiempo y que el confinamiento me devuelve como premio un entusiasmo que no habrá quien me frene. Pero eso es otra cosa.

Lo que sentimos los que hemos corrido no lo entenderán jamás los de la tonta broma del "correr es de cobardes". Pero la emoción que tengo tanto tiempo después deseo a todos los que, cuando salgan, necesiten dar contenido al brío acumulado todo este tiempo.

Y ahora rescato, en el recuerdo de todas aquellas populares y medias maratones que tuve a mi alcance en su momento, esta imagen del sitio que tantos entrenamientos para aquellas pruebas acunó, sólo o acompañado, con sol o lloviendo. Laguna de Torrox, allá voy!

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