Ea pues otro que se muere, y no en la ficción de ese cine que es mucho más que el enarbolamiento ideológico en una gala de alfombra roja y premios. Salvo que quien lo reciba sea él, como aquel Óscar honorífico del 96 o su aparición en el escenario hace dos años.
103 años son demasiados para sustentar sobre los hombros el peso del carácter fuerte de sus personajes. Pero muy pocos junto a la eternidad de un actor de compromiso con aquello en lo que creía, un hombre más allá de cuanto la gran pantalla lo encumbró.
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