Hasta que dio el paso Valentín, sacerdote que enarboló su empatía con las víctimas de aquella putada, y empezó a casarlos en secreto. Y el papa Gelasio fijó el 14 de febrero para conmemorarlo.
De eso a que tal día como hoy se convierta en mina de floristerías, fábricas de bombones o joyerías, para los más rumbosos, median machaconas campañas publicitarias.
Hete aquí, sin embargo, que, allá donde la desmesura pierde horizonte que la limite, llegan coyunturas ideológicas con ideas como que el amor romántico trae secuelas.
Desconozco a decir verdad si ciertos postulados de las ideologías de género, ésos que previenen contra la ceguera de los enamorados, tienen eco en los jóvenes.
Aspiro a que, ni tanto ni tan calvo, seamos capaces de mantener ese amor convertido en tierra fértil de actitudes buenas. Sin esperar necesariamente al 14 de febrero para celebrarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario