Me pilla la presente reflexión mientras me meto una bucometasana que me alivie el pinchacito que tengo. Hay que cuidar la herramienta de la que, al fin y al cabo, vivo desde hace ya treinta años. Todos, en el fondo, debiéramos cuidar el uso de nuestra voz.
Por ella expresamos mensajes y estados de ánimo, cariños y exabruptos, verdades y mentiras. Cuántos silencios rotos para meter la pata. Cuánta farfolla verborreica mal reflexionada en la vida pública y en la privada. "Quedecozas", que decía un amigo.
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